lunes, 31 de octubre de 2016

Sinceridad


La tercera dimensión

Quién me creería
si dijera, “Me agarraron y
me abrieron
del cráneo a la entrepierna, y
todavía estoy viva, y
me paseo complacida con
el sol y con toda
la generosidad del mundo.” 
La sinceridad
no es tan simple:
una sinceridad simple
no es más que una mentira.
¿Acaso los árboles
no esconden el viento
entre sus hojas y
murmuran?

La tercera dimensión
se esconde.
Si los obreros de la calle
parten las piedras,
las piedras son piedras:
a mí el amor
me partió en dos
y estoy
viva para
contar el cuento 
pero no sinceramente:
las palabras lo cambian.

Deja que sea
aquí bajo el dulce sol
una ficción, mientras yo
respiro, y cambio el paso.

domingo, 30 de octubre de 2016

Espera


Respiro este aire de tal modo –le explica a su compungido hijo– que me parece tener el mar en los labios, veo ponerse el sol, moverse las barcas silenciosamente, no pienso en nada; y mientras tanto, estoy a la espera de una emoción. ¿Qué más quieres? Si toda la vida fuera así…

Giani Stuparich  La isla
Ed. Minúscula, 2008
Posfacio de Claudio Magris
Traducción de J. A. González Sáinz

El camino abierto

Laura Gilpin, At the Edge of the Plains, 1923

Canto del camino abierto

A pie, alegre, cojo el camino abierto
Sano, libre, el mundo ante mí
La larga senda parda me conducirá adonde yo quiera
Por eso no llamo a la fortuna, yo mismo soy la fortuna
Por eso ya no lloriqueo, no pospongo nada, nada necesito
He acabado con las quejas domésticas, con las bibliotecas,
con las críticas beligerantes
Vigoroso y contento bajo por el camino abierto…

Walt Whitman

Extremos

Juan Antonio Roda
Delirio de las monjas muertas

Poned atención en encontrar a quién no está en el medio.
Buscad los seres extremos, los delirios, los encantos.

Franco Arminio

La ausencia pone el valor


El espíritu humano padece una deficiencia intelectual fundamental: para hacerle comprender el valor de una cosa hay que quitarle esa cosa. La ausencia le habla una lengua conocida, la presencia es árabe para él.

sábado, 29 de octubre de 2016

Futuros recuerdos


Es curioso, pero vivir consiste en construir futuros recuerdos de otros tiempos; ahora mismo, aquí frente al mar, sé que estoy preparando recuerdos minuciosos, que alguna vez me traerán la melancolía y la desesperanza.

Ernesto Sabato  El túnel
Ed. Seix Barral

Fotograma de  Les quatre cents coups
FrançoisTruffaut,1959

Solo la sed

Solo la sed
el silencio
ningún encuentro

cuídate de mí amor mío
cuídate de la silenciosa en el desierto
de la viajera con el vaso vacío
y de la sombra de su sombra

Alejandra Pizarnik


viernes, 28 de octubre de 2016

Poema


La línea de vuelo del poema.
Debería ser sensible para todo el mundo.

El placer de encontrar

Y es que ya está todo dicho, y bien dicho, así que... para qué escribir o siquiera intentarlo cuando puede ser más gratificante encontrar aquella manera en que fue bellamente dicho por alguien lo que para uno es un enmarañado pensamiento o una borrosa sombra, aquella combinación de palabras, aquella cadencia, aquella disposición de las frases que es capaz de dar la palabra a nuestro silencio.

La alegria mansa



Pues en la hora oscura, tal vez la más oscura, en pleno día, ocurrió esa cosa que no quiero siquiera intentar definir. En pleno día era noche, y esa cosa que no quiero todavía definir es una luz tranquila dentro de mí, y la llamaría alegría, alegría mansa. Estoy un poco desorientada como si me hubieran arrancado el corazón, y en lugar de él estuviera ahora la súbita ausencia, una ausencia casi palpable de lo que antes era un órgano bañado de oscuridad, de dolor. No estoy sintiendo nada. Pero es lo contrario del sopor. Es un modo más leve y más silencioso de existir.
Pero también estoy inquieta. Yo estaba organizada para consolarme de la angustia y del dolor. Pero cómo es que me arreglo con esa simple y tranquila alegría. Es que no estoy acostumbrada a no necesitar de mi propio consuelo. La palabra consuelo me llegó sin sentir, y no lo noté, y cuando fui a buscarla, ella se había transformado ya en carne y espíritu, ya no existía más como pensamiento.
Voy entonces a la ventana, está lloviendo mucho. Por hábito estoy buscando en la lluvia lo que en otro momento me serviría de consuelo. Pero no tengo dolor que consolar.
Ah, lo sé. Ahora estoy buscando en la lluvia una alegría tan grande que se torne aguda, y que me ponga en contacto con una agudeza que se parezca a la agudeza del dolor. Pero es una búsqueda inútil. Estoy frente a la ventana y sólo ocurre eso: veo con ojos benéficos la lluvia, y la lluvia me ve de acuerdo conmigo. Ambas estamos ocupadas en fluir. ¿Cuánto durará mi estado? Percibo que, con esta pregunta, estoy palpando mi pulso para sentir dónde está el latir dolorido de antes. Y veo que no está el latido de dolor.
Sólo eso: llueve y estoy mirando la lluvia. Qué simplicidad. Nunca creí que el mundo y yo llegáramos a este punto de acuerdo. La lluvia cae no porque me necesite, y yo la miro no porque necesite de ella. Pero nosotras estamos tan juntas como el agua de lluvia está ligada a la lluvia. Y no estoy agradeciendo nada. Si, después de nacer, no hubiera tomado involuntaria y forzadamente el camino que tomé, yo habría sido siempre lo que realmente estoy siendo: una campesina que está en un campo donde llueve. Sin siquiera dar las gracias a Dios o a la naturaleza. La lluvia tampoco da las gracias. No hay nada que agradecer por haberse transformado en otra. Soy una mujer, soy una persona, soy una atención, soy un cuerpo mirando por la ventana. Del mismo modo, la lluvia no está agradecida por no ser una piedra. Ella es la lluvia. Tal vez sea eso lo que se podría llamar estar vivo. No es más que esto, sólo esto: vivo. Y sólo vivo de una alegría mansa.

Clarice Lispector  Silencio
Ed. Grijalbo, 1995
Traducción: Cristina Peri Rossi

jueves, 27 de octubre de 2016

Reducción


Yo no tengo interior.
Ni pasión, ni calor;
Pronto me reduciré 
A mi estricto volumen.

Configuración de la última orilla.
Ed. Anagrama.
Trad. Altair Díez

miércoles, 26 de octubre de 2016

La blancura


La blancura alcanza al hombre o la mujer ordinarios cuando llegan al límite de sus recursos para continuar asumiendo su personaje; están cansados, fuera de los movimientos del vínculo social, pero lo saben, y un día u otro pueden volver a entrar en su antigua piel o acceder a una nueva tras ese momento de desaparición que necesitaban para continuar viviendo. Viven entonces un momento paradójico para recrearse, hacer el vacío, despojarse de lo que se les ha hecho demasiado pesado. Esa experiencia sigue estando bajo control. Pero a veces se convierte en un estado duradero que se impone cuando sueltan amarras y se abandonan al peso de los acontecimientos sin querer ya actuar sobre ellos.

La blancura es un entumecimiento, un dejar estar que nace de la dificultad para transformar las cosas. En este universo del control que se impone en el ambiente de nuestras sociedades neoliberales, es una paradójica voluntad de no poder. Dejar de querer controlar su propia existencia y permitir su propio hundimiento. Es una investigación deliberada de la penuria en el contexto social de la profusión de objetos; una pasión de la ausencia en un universo marcado por una búsqueda desenfrenada de sensaciones y de apariencias; un deseo de desposeerse allá donde el ambiente social está invadido por el poder de las tecnologías y la acumulación de bienes; una voluntad de supresión ante la obligación de individualizarse.

David Le Breton   Desaparecer de sí
Edit. Siruela.
Trad. Hugo Castignani

martes, 25 de octubre de 2016

La materia de la que estoy hecho


Toda mi vida está detrás de mí. La veo entera, veo su forma, veo los lentos movimientos que me han traído hasta aquí. Hay pocas cosas que decir de ella: una partida perdida, eso es todo. Había perdido la primera vuelta. Quise jugar la segunda y también la perdí; perdí la partida. Al mismo tiempo, supe que siempre se pierde. Solo los cabrones creen ganar. Ahora voy a hacer como Anny, me sobreviviré. Comer, dormir. Dormir, comer. Existir lentamente, dulcemente, como esos árboles, como un charco de agua, como el asiento rojo del tranvía. La Náusea me concede una corta tregua. Pero sé que volverá; es mi estado normal. Solo que hoy mi cuerpo está demasiado agotado para soportarla. También los enfermos tienen afortunadas debilidades que les quitan, por algunas horas, la conciencia de su mal. Me aburro, eso es todo. De vez en cuando bostezo tan fuerte que las lágrimas me ruedan por las mejillas. Es un aburrimiento profundo, profundo, el corazón profundo de la existencia, la materia misma de la que estoy hecho.

Jean-Paul Sartre
La náusea
Ed. Alianza, 2011
Trad. Aurora Bernárdez

Fot. Gianni Berengo-Gardin

Leyendo


Otoño


Otoño

Tarde otoñal.
No hay cerezos en flor.
No hay hojas encarnadas.
Tan sólo en la lejanía
una cabaña junto al mar.

Jaikus inmortales
Edit. Hiperión
Trad. Antonio Cabezas

Boat and hut, 1910's

lunes, 24 de octubre de 2016

Escribir

Es posible que escribir signifique rellenar los espacios blancos de la existencia, esa nada que se abre de repente en las horas y en los días, entre los objetos de la habitación, y los absorbe dejando una desolación y una insignificancia infinitas. El miedo, ha escrito Canetti, inventa nombres para distraerse; el viajero lee y anota el nombre en las estaciones que deja atrás con su tren, en las esquinas de las calles adonde le llevan sus pasos, y avanza un poco aliviado, satisfecho por ese orden y ese ritmo de la nada.

Claudio Magris,  El Danubio
Edit. Anagrama
Trad. Joaquín Jordá

Leyendo

Retrato de Polaire, anónimo

sábado, 22 de octubre de 2016

La memoria



La memoria, contrariamente a lo que pudiera parecer, no es sólo un proceso descriptivo. Es un proceso creativo. Se recuerdan ciertos instantes, pero multitud de detalles se omiten y entonces la memoria rellena esos huecos con cosas que en realidad nunca sucedieron para dar verosimilitud, desde el punto de vista del narrador, al conjunto. Así pues, cuando alguien nos narra algo que "recuerda" nos está contando (respecto a él mismo) mucho más de lo que en realidad ocurrió.

Fot. NataliaDrepina


El año nuevo espera


Desde que el dorado octubre declinó en sombrío noviembre
y las manzanas fueron recogidas y guardadas, y
la tierra se volvió ramas de muerte, pardas 
y agudas, en un erial de agua y lodo,
el año nuevo espera, respira, espera, murmura en la sombra.

Asesinato en la catedral

Sehnsucht #25

viernes, 21 de octubre de 2016

El agrimensor


(...) En el antro oscuro y lleno de humo en el que dos hombres barbudos están metidos en una gran tina, donde una joven mujer de "cansados ojos azules", abandonada en un "alto sillón", tiene un bebé en el pecho, " inerte", y mira hacia lo alto, "hacia un lugar indefinido", como una Virgen de la melancolía, mientras que desde la única abertura en la pared del fondo una pálida luz de nieve da un "reflejo como de seda" a su vestido, en esta penumbra arcaica y tórpida donde la única ley reconocida podría ser la ley de la hospitalidad, escuchamos estas palabras brutales y firmes, que quizás no habían resonado jamás en una novela: "Entre nosotros no existe el hábito de la hospitalidad." Pero sobre todo: "No tenemos necesidad de huéspedes." Estas últimas palabras son las más duras que deberá oír K. Pero él pasa enseguida por encima de ellas: "Claro, ¿Para qué tendríais necesidad de huéspedes?." Frase que busca además establecer una complicidad, y que sirve a K. para introducir el asunto que más le interesa: hacer de sí mismo una excepción, un elegido. K. prosigue: "Pero, de vez en cuando, tendréis necesidad de alguien, por ejemplo de mí, del agrimensor." Así, K. se salta la ocasión de comprender. Una tiniebla todavía lo envuelve, lo protege, lo burla.

Roberto Calasso  K
Edit. Anagrama, 2005
Trad. Edgardo Dobry

Fot. Charles Corbet (1868-1936 Belgian)
Melancholia ca.1910

jueves, 20 de octubre de 2016

Es así

Me rindo.
Te echo de menos.
Todo lo demás
ya lo sabemos.

Bostezo huérfano

En el silencio preciso del amanecer
el sol apunta
reflejado en la ventana.
Cae una hoja;
retrasa hasta lo imposible
el contacto con el suelo.
Al fondo, 
el mar bosteza.
Las sábanas quedan huérfanas.

Lenguajes privados


Olvidar el lenguaje que se construyó con una mujer, un lenguaje privado que dura lo que dura el amor. Luego cae como una lengua muerta, es decir, un lenguaje en el interior del cual ya nadie vive.

Ricardo Piglia  Los diarios de Emilio Renzi
Ed. Anagrama, 2015

Leyendo


miércoles, 19 de octubre de 2016

Muda

Benjamin de Diesbach


Lo difícil es mudar de piel
la primera vez.
 Después…
Oteas como un diafragma fotográfico
el cuerpo, su intemperie
luego las clandestinas caricias
las voces en murmullo,
los besos tras la puerta
que te obligan a buscar una isla blanca
en marejadas de olvido.

Al mudar de piel vuelves a sentir,
te izas como vela.
En tus sábanas blancas
el mundo es tuyo otra vez.

Lo más difícil es arrancar raíces,
dejar trozos del rompecabezas.
No colgar el bolso de cuero
cuando ves la cama vacía...

Sabes que emigras a una nueva piel.

Lina Zerón

Yo me resisto


Yo me resisto, 
en la calle de los ahorcados, 
a acatar la orden 
de ser tibia y cautelosa, 
de asirme a la seguridad, 
de acomodarme en la costumbre, 
de usar reloj y placidez, 
aventura a cuerda, 
palabra pálida y mortal 
y ojos con límites. 

Yo me resisto, 
entre las muelas del fracaso, 
a cumplir la ley de cansarme, 
de resignarme, 
de sentarme en lo fofo del mundo 
mortecina de una espada lánguida, 
esperando el marasmo. 

Yo me resisto, 
acosada por silbatos atroces, 
a la fatalidad 
de encerrarme y perder la llave 
o de arrojarme al pozo. 

Con toda la médula 
levanto, llevo, soy el miedo enorme, 
y avanzo, 
sin causa, cantando entre ausentes.

Yo me resisto

martes, 18 de octubre de 2016

A veces


A veces
soy la sedentaria.

Arqueóloga en mí hundiéndome,
excavo mi porción de ayer
busco en mi fosa descubriendo
lo que ya fue o no fue
soy predadora de mis restos.

Mientras me desentierro y me descifro
y recuento mi antigüedad,
pasa arriba mi presente y lo pierdo.

Otras veces
me desencorvo con olvido
pierdo el pasado y soy la nómada.

Exploradora del momento que me invade,
remo sobre mi canto suyo
rumbo al naufragio en rocas del callar,
o atravieso su repentino bosque mío
hacia el claro de muerte.

Y a extremas veces
mientras sobrecavándome
descubro al fondo mi
fulgor inmóvil ojo
de cerradura inmemorial,

soy avellave en el cenit
ejerciendo
mi remolino.

Cavante, andante.


Bla bla bla


lunes, 17 de octubre de 2016

Obstinación

Joel Peter Witkin

–Esta vez no fallaré –se dijo con rabia el francotirador. 
Acto seguido, volvió a disparar su rifle de largo alcance.
Pero nada.
Definitivamente, había perdido precisión en los dedos, antaño infalibles. Volvió a intentarlo, cambiando de víctima. Fue inútil. No lograba arrebatarle la vida a nadie.
–¿Nos vamos ya? –dijo una voz lúgubre a su espalda.
Por toda respuesta, el francotirador cargó de nuevo el rifle con obstinación de sonámbulo.
–Sólo tengo que concentrarme un poco –se dijo mientras limpiaba el visor del arma.
Luego apuntó con cautela.
Sentada tras él, la Muerte consultó su reloj y encendió pacientemente un cigarrillo.

Javier Puche, Fuerza Menor (Isla de Siltolá, 2016)

Sumisión


Sumisión

Porque ataron mis huesos
unos con otros, soy.
Porque algún día los desatarán
ya no seré.
Soy y no soy solo a través
de este poco de cal y de artilugio.
Camino y no me aparto de una vida
hecha ya de antemano
para la eterna inmovilidad,
de una muerte
enderezada brevemente.
Camino todavía,
pero mi propia muerte me cabalga:
Soy el corcel de mi esqueleto.

Para el que sabe ver la sombra es solo tránsito de luz a luz.

¿Te deshilaron de las neblinas boreales,
o te hicieron con zumo de violetas en una concha de nácar?…

Fin


Ahora y aquí cuadra bien la palabra fin, pariente de infinito y hermana menor de confín cerrado.

Erri de Luca  Los peces no cierran los ojos
Ed. Seix Barral, 2012
Trad. Carlos Gumpert

Fot. Retrato del autor, anónimo

domingo, 16 de octubre de 2016

Medio de cambio y reserva de valor

Mark Arbeit


[…] estaba tendido desnudo y miraba el techo, la rubia acostada a mi lado, miraba igualmente el techo, y de buenas a primeras me levanté y saqué del florero una peonía y quitándole los pétalos, cubrí el vientre de la señorita, todo él, aquello era tan hermoso que me sorprendí y la señorita se levantaba y miraba también su propio vientre, pero las peonías se caían, así que la volví a acostar tiernamente, para que quedase tendida, y fui a coger un espejo colgado de una escarpia y lo puse de tal manera que la señorita pudiese ver qué hermoso era su vientre decorado con los pétalos de peonías, le dije que sería hermoso, que siempre que viniese y hubiera flores a mano, le cubriría la tripita con ellas, y ella dijo que esto aún no le había sucedido nunca, semejante honor a su belleza, y me dijo también que se había enamorado de mí por aquellas flores y yo le dije que sería hermoso que, cuando en Navidades cortase ramitas de abeto, le cubriese la tripita con aquellas ramitas, y ella dijo que sería más hermoso si le decorase el vientre con muérdago, pero que lo mejor de todo sería, y esto lo tenía que encargar, que hubiese un espejo colgado desde el techo justo sobre el canapé, para que nos viésemos acostados, sobre todo ella, para que pudiera contemplar qué hermosa es cuando está desnuda con la corona de flores en torno al conejito, corona de flores que variaría según las estaciones del año y las flores típicas de cada mes, qué hermoso sería cuando más adelante la cubriera con margaritas y lagrimitas de la Virgen María, crisantemos y dalias y también con hojas de colores otoñales… y entonces yo me levanté y la abracé y me sentía grande […] comprendí que con dinero no sólo puede adquirirse una bella muchacha, sino que con dinero también es posible comprar poesía.


Buhomil Hrabal, Yo que he servido al rey de Inglaterra

Arder



Ya lo ves, de aquella brasa
cuyo ardor te calcinó,
saciado, sólo quedó
dispersa ceniza escasa.
Muda inconstancia que abraza
el aparente sentido
del cuerpo obscuro y prohibido
-o del tuyo en el espejo
de la otra piel-. No me quejo
de arder. Ni de haber ardido.

La mar


La mar es impintable, indescriptible, inaferrable, incomprensible y de una indiferencia total.

Josep Pla
La vida básica: antología mínima de Josep Pla
Ed. UNAM, 2004

Fot. M. C. Escher
Segundo día de la Creación

sábado, 15 de octubre de 2016

Curiosidad



Cuando su esposa murió, el señor Derdon estaba ansioso de entrar en el dormitorio de ella, mirar a su alrededor con la puerta cerrada y sin nadie mirándolo ni preguntándole cómo se sentía. No era ansiedad, ni pesar, ni ninguna sensación dolorosa, ni anhelo o añoranza, aquello que le llevaba a la habitación, sino pura curiosidad.

Maeve Brennan  El ahogado
Las fuentes del afecto. Cuentos dublineses
Ed. Alfabia, 2012
Trad. Isabel Núñez

Llama oscura


Aceptaría (...) ciego, mudo, todo lo que quieran, con tal de sentir en mi vientre esa llama oscura y ardiente que es mi yo y mi yo vivo. Y ya no soñaría en otra cosa que en agradecerle a la vida que me hubiera permitido seguir ardiendo.

Albert Camus  La mort heureuse
Breviario de la dignidad humana
Ed. Plataforma Editorial
Trad. Elisenda Julibert

Foto: Horst P. Horst
Bunny Hartley, Vogue 1938

Permanencia



A la hora de poner la mesa,
éramos cinco:
mi padre, mi madre, mis hermanas y yo.
Después, mi hermana mayor se casó.
Después, mi hermana pequeña se casó.
Después, mi padre, murió.
Hoy, a la hora de poner la mesa, somos cinco,
menos mi hermana mayor
que está en su casa,
menos mi hermana pequeña
que está en su casa,
menos mi padre,
menos mi madre viuda.
Cada uno de ellos es un lugar vacío
en esta mesa donde como solo.
Pero estarán siempre aquí.
A la hora de poner la mesa,
seremos siempre cinco.
Mientras uno de nosotros esté vivo,
seremos
siempre cinco.

José Luís Peixoto,  A crianá em ruínas

viernes, 14 de octubre de 2016

Eres


Eres la libertad y el equilibrio;
no sujetas ni retienes a nadie;
no sometes a los recuerdos ni a la espera.
Eres pura presencia y fluidez, perpetuidad.


Fotograma de Chanson d'Armor

Ella


En su descarnada y orgullosa maldad
ella es como ceniza gris o polvo
que en la cercanía zahiere.

Ella corona de espinas, diversión
cruel y gelidez al ser ordinario.

Ella es carne mortal y lánguida
que me acaricia y me estrangula.
Es irreal mi alma.

Ella

Fot. Retrato de Zinaida Reich, anónimo

jueves, 13 de octubre de 2016

No tenía humanidad


Sucedió un día durante la comida. Estábamos todas sentadas. Llegó una muchacha, una nueva. Tenía quince años, los cabellos rígidos como cuchillas, brillantes, los ojos graves y fijos, sombreados. La nariz aguileña, los dientes, cuando reía, y reía poco, eran puntiagudos. Una hermosa frente alta donde podían tocarse los pensamientos, donde generaciones pasadas le habían transmitido talento, inteligencia, fascinación. No hablaba con nadie. La apariencia era la de un ídolo, despreciativa. Tal vez por eso deseé conquistarla. No tenía humanidad.

Fleur Jaeggy  Los hermosos años del castigo
Ed. Tusquets
Trad. Juana Bignozzi

Todos los cuentos


«...tú, esencialmente, eres poeta, y, precisamente porque eres poeta, escribes una prodigiosa narrativa breve.» 

Del prólogo de Antonio Gamoneda a esta edición.

Cuentos, relatos, narraciones breves, las historias de Antonio Pereira, el viajero visionario y vitalista por los vasos comunicantes de la memoria y el sueño. Desde el deslumbramiento juvenil por Rimbaud y la literatura francesa al diálogo amistoso con sus pares, Borges o Cunqueiro. En cada página un huésped conmovedor, la emoción compasiva por los humildes, la sonriente raíz cervantina del elogio de la libertad. Un maestro de la brevedad intensa en la frontera de los géneros, con la delicadeza cómplice de quien entiende la escritura como otra forma civil de la felicidad. Esta es su iluminación tolerante, la desnuda toma de verdad como dejó escrito Vicente Aleixandre refiriéndose a la poética de Pereira.

Reseña del editor

Antonio Pereira Todos los cuentos
Ed. Siruela 2012

miércoles, 12 de octubre de 2016

Memoria


Perdí varias cosas en Buenos Aires. (...) No me quejo. Con tantas personas perdidas, llorar por las cosas sería como faltarle el respeto al dolor. (...) La memoria guardará lo que valga la pena. La memoria sabe de mí más que yo; y ella no pierde lo que merece ser salvado.

Eduardo Galeano

Ver, mirar


Cuando se ama, la vista del ser amado tiene un carácter de absoluto que ninguna palabra, ningún abrazo puede igualar: un carácter de absoluto que sólo el acto de hacer el amor puede alcanzar temporalmente.
Pero el hecho de que la vista llegue antes que el habla, y que las palabras nunca cubran por completo la función de la vista, no implica que ésta sea una pura reacción mecánica a ciertos estímulos. (Sólo cabe pensar de esta manera si aislamos una pequeña parte del proceso, la que afecta a la retina). Solamente vemos aquello que miramos. Y mirar es un acto voluntario, como resultado del cual, lo que vemos queda a nuestro alcance, aunque no necesariamente al alcance de nuestro brazo. Tocar algo es situarse en relación con ello. (Cierren los ojos, muévanse por la habitación y observen cómo la facultad del tacto es una forma estática y limitada de visión). Nunca miramos sólo una cosa; siempre miramos la relación entre las cosas y nosotros mismos. Nuestra visión está en continua actividad, en continuo movimiento, aprendiendo continuamente las cosas que se encuentran en un círculo cuyo centro es ella misma, constituyendo lo que está presente para nosotros tal cual somos.

John Berger  Modos de ver
Edit. Gustavo Gili 2010
Trad. Justo Beramendi González

Fot. Hand illustrated envelope, 1920's

martes, 11 de octubre de 2016

El rayo que nos parta


Si hemos de morir destruidos, si algo nos tiene que quebrar, sea el amor. Sea el amor el rayo que nos parta.

Jesús Artacho   El rayo que nos parta

El acto tranquilo


Para ella el acto tranquilo

Para ella el acto tranquilo 
los poros sabios el sexo libre 
la espera no muy lenta los lamentos
no muy largos 
la ausencia 
al servicio de la presencia 
algunos jirones de azul en la cabeza
los vuelcos 
del corazón 
al fin muertos 
toda la tardía gracia de una lluvia
interrumpida
al caer una noche
de agosto
para ella vacía
él puro
de amor.

Poemas 1937-39
Trad. Rafael Pérez Gay

lunes, 10 de octubre de 2016

Una rueda de bicicleta


se evaporará el latir de tus labios:
te desinflarás
Como una apasionada
rueda de bicicleta
que no puede 
contenerse 
m
á
s
y abraza al clavo
del que está enamorada:

[M.26]

y morirás viendo un carro de fuego
cuya proa te apunta.

Wataksi perdóname 
te he mentido
un poco
ningún sacerdote cree
que una rueda de bicicleta
pueda enamorarse de un clavo

[M.27]

La voz de Mallick

Cayendo


Si alguien,
cayendo de sí mismo en sí mismo,
manotea para sostenerse de sí
y encuentra entre él y él
una puerta que lleva a otra parte,
feliz de él y él,
pues ha encontrado
su borrador más antiguo;
la primera copia.

Poesía Vertical 52 II

Fot. Giovanni Gastel
Angeli Caduti

domingo, 9 de octubre de 2016

Claroscuro


El viejo mundo se muere,
el nuevo tarda en aparecer,
y en ese claroscuro
surgen los monstruos.

Un paso más allá


(...) Apuntando a su vida anterior, K. se acerca a una revelación que podría perjudicarlo: su total dependencia del Castillo. Toda posibilidad de regreso se ha cerrado para él. El quinto aforismo de Zürau dice: "A partir de cierto punto ya no hay vuelta atrás. Hay que llegar a ese punto." Un paso más allá comienza la historia de K.

Roberto Calasso  K
Edit. Anagrama 2005
Trad. Edgardo Dobry

sábado, 8 de octubre de 2016

Hay, madre, un sitio en el mundo


Hay, madre, un sitio en el mundo, que se llama París. Un sitio muy grande y lejano y otra vez grande.
Mi madre me ajusta el cuello del abrigo, no porque empieza a nevar, sino para que empiece a nevar.
La mujer de mi padre está enamorada de mí, viniendo y avanzando de espaldas a mi nacimiento y de pecho a mi muerte. Que soy dos veces suyo: por el adiós y por el regreso. La cierro, al retornar. Por eso me dieran tánto sus ojos, justa de mí, in fraganti de mí, aconteciéndose por obras terminadas, por pactos consumados.
Mi madre está confesa de mí, nombrada de mí. ¿Cómo no da otro tanto a mis otros hermanos? A Víctor, por ejemplo, el mayor, que es tan viejo ya, que las gentes dicen: ¡Parece hermano menor de su madre! ¡Fuere porque yo he viajado mucho! ¡Fuere porque yo he vivido más!
Mi madre acuerda carta de principio colorante a mis relatos de regreso. Ante mi vida de regreso, recordando que viajé durante dos corazones por su vientre, se ruboriza y se queda mortalmente lívida, cuando digo, en el tratado del alma: Aquella noche fui dichoso. Pero, más se pone triste; más se pusiera triste.
—Hijo, ¡cómo estás viejo!
Y desfila por el color amarillo a llorar, porque me halla envejecido, en la hoja de espada, en la desembocadura de mi rostro. Llora de mí, se entristece de mí. ¿Qué falta hará mi mocedad, si siempre seré su hijo? ¿Por qué las madres se duelen de hallar envejecidos a sus hijos, si jamás la edad de ellos alcanzará a la de ellas? ¿Y por qué, si los hijos, cuanto más se acaban, más se aproximan a los padres? ¡Mi madre llora porque estoy viejo de mi tiempo y porque nunca llegaré a envejecer del suyo! Mi adiós partió de un punto de su ser, más externo que el punto de su ser al que retorno. Soy, a causa del excesivo plazo de mi vuelta, más el hombre ante mi madre que el hijo ante mi madre. Allí reside el candor que hoy nos alumbra con tres llamas. Le digo entonces hasta que me callo:
—Hay, madre, en el mundo un sitio que se llama París. Un sitio muy grande y muy lejano y otra vez grande.
La mujer de mi padre, al oírme, almuerza y sus ojos mortales descienden suavemente por mis brazos.

César Vallejo
El buen sentido, Poemas en prosa

Fot. Emma Watson

viernes, 7 de octubre de 2016

Before


B de before, antes, el antecedente reconocido de ahora, la forma inocente de anteriormente, el primo impreciso y hermoso de "cuando", la madre trágica de "será", el suicidio de "demasiado tarde".

Mark Strand   Abecedario de un poeta
En Sobre nada y otros escritos
Ed. Turner 2015
Trad. Juan Carlos Postigo Ríos

Fot. Sarah Moon

jueves, 6 de octubre de 2016

Donde sea que esté, yo soy lo que falta


(...) Tampoco había considerado la posibilidad de que los poemas de Marin fueran muy buenos, demasiado buenos para ser traducidos por Katia, demasiado buenos para que yo jugara con ellos. Tal vez mi fascinación por lo que faltaba en los poemas de Marin, y por convertir eso en lo que pensaba que debía conservarse, era solamente una forma inconsciente de reconocer que a mi propia obra le faltaba algo, algo fundamental alrededor de lo que se cernían las palabras que había podido escribir, las cosas que había podido decir. Pero, ¿por qué iba a encumbrar yo aquello en lo que había fracasado? No, esta interpretación no tenía ningún sentido. Es decir, el hueco se había convertido para mí en un espejo, un espejo en el que no veía nada. Allí donde habían estado mis rasgos, vi un vacío -una apertura- infinito e imposible de analizar. Marin era mi doble. Su ausencia era mi ausencia. "Donde sea que esté, yo soy lo que falta". Este verso era el mensaje de los poemas de Marin, pero yo lo había escrito años antes de conocerlos.
Llamé a Katia y le dije que me gustaría ver los poemas, cuando en realidad quería ver el agujero. Cuando me trajo los poemas, que había arrancado del cuaderno con espiral, quedé impresionado con su fragilidad. Sostuve uno ante la ventana, a contraluz, y luego contra la pared blanca de mi salón. Seguí mirándolo, sosteniéndolo, y después lo sujete con firmeza. Me lo acerqué a los ojos y a través de él mire el mundo que había fuera. ¿Qué más podía hacer? Pasó un coche. Una ráfaga de viento sacudió unas cuantas hojas de los árboles. Unos cuervos cruzaron por delante de mí.

Mark Strand  Desde los anales de la traducción
En Sobre nada y otros escritos
Ed. Turner 2015
Trad. Juan Carlos Postigo Ríos

Collage Massimo Nota

miércoles, 5 de octubre de 2016

Efemérides


Feliz Bloomsday

¿Por qué, para empezar, eligió el 16 de junio de 1904 como el día en que el señor Leopold Bloom de Dublín, primero solo y luego en compañía de Stephen Dedalus, imita las etapas de la Odisea de Homero (…) Ese día los periódicos hablaban del terrible accidente de un transbordador en Hell Gate, en Nueva York, y de una guerra –entre Rusia y Japón– que abriría el telón de la Gran Guerra de 1914 (…) Pero eso no es lo que había fijado para siempre la fecha en la mente de James Joyce. Ese día había tenido un encuentro con una camarera que respondía al maravilloso nombre de Nora Barnacle [percebe] y acababa de llegar de Galway. Ella no había acudido a su primera cita (después de que él la abordase en la calle) y por una hermosa coincidencia lo dejó esperando delante de la casa del padre de Oscar Wilde, en Merrion Square. Pero la segunda cita excedió sus expectativas. La pareja dio un paseo hasta Ringsend, más allá del muelle de la ciudad, donde, como Joyce le dijo a Nora en una carta derretida, no fue él quien empezó nada sino “tú la que deslizaste la mano dentro de mis pantalones y apartaste suavemente mi camisa y tocaste mi polla con tus largos dedos que hacían cosquillas y gradualmente la cogiste toda, gorda y dura como estaba, con la mano, y me masturbaste lentamente hasta que me corrí entre tus dedos, todo el tiempo inclinándote sobre mí y mirándome con tus tranquilos ojos de santa”.
Un siglo después, el mundo literario celebrará el centésimo “Bloomsday”, en honor de la primera vez que al gran James Joyce le hizo una paja una mujer que no era una prostituta.

Christopher Hitchens   Feliz Bloomsday
Incluido en  Amor, pobreza y guerra
Ed. Debate, 2010
Trad. Daniel Gascón

Fot. Arnold Genthe y una amiga, 1900's

martes, 4 de octubre de 2016

Miradas


A veces viene a la provincia la Sinfónica de Bratislava o una lejanía así.
Es una novedad, pero no toda la novedad está en la música.
Esa chica del violín que en la orquesta está lánguida de melena y a lo mejor se llama María o Claudia, educada para la vibración casi celeste, trémolos, pizzicatos, a esa mujer vestida de raso ni se le ocurre que en la sala hay ojos codiciosos de hombres que la apartan a ella del conjunto e imaginan juegos de amor para sus manos, dedos.

Antonio Pereira   La violinista
Incluido en Todos los cuentos
Ed. Siruela, 2012

Fot. Jean-François Lepage