sábado, 27 de diciembre de 2008

La casa donde no vive nadie



There's a house on my block
That's abandoned and cold
Folks moved out of it a
Long time ago
And they took all their things
And they never came back
Looks like it's haunted
With the windows all cracked
And everyone call it
The house, the house where
Nobody lives

Once it held laughter
Once it held dreams
Did they throw it away
Did they know what it means
Did someone's heart break
Or did someone do somebody wrong?

Well the paint was all cracked
It was peeled off of the wood
Papers were stacked on the porch
Where I stood
And the weeds had grown up
Just as high as the door
There were birds in the chimney
And an old chest of drawers
Looks like no one will ever
Come back to the
House were nobody lives

Once it held laughter
Once it held dreams
Did they throw it away
Did they know what it means
Did someone's heart break
Or did someone do someone wrong?
So if you find someone
Someone to have, someone to hold
Don't trade it for silver
Don't trade it for gold
I have all of life's treasures
And they are fine and they are good
They remind me that houses
Are just made of wood
What makes a house grand
Ain't the roof or the doors
If there's love in a house
It's a palace for sure
Without love...
It ain't nothin but a house
A house where nobody lives
Without love it ain't nothin
But a house, a house where
Nobody lives.


Tom Waits
House Where Nobody Lives

miércoles, 24 de diciembre de 2008

Seamos buenos



Catálogo de virtudes. Y algunos vicios.

Las más populares (virtudes) son las que se oponen a los llamados siete pecados capitales. 

La humildad, que se opone a la soberbia.
La generosidad, que se opone a la avaricia.
La castidad, que se opone a la lujuria.
La mansedumbre, que se opone a la ira.
La templanza, que se opone a la gula.
El amor fraterno, que se opone a la envidia.
Y la diligencia, que se opone a la pereza.

Hay más virtudes. Y pecados.

Así, por ejemplo, las llamadas Virtudes Teologales:
La fe, la esperanza y la caridad.

También las llamadas Virtudes Cardinales:
Templanza, prudencia, justicia y fortaleza.

También encontramos Dones. Así, por ejemplo, los siete del Espíritu Santo:
Sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor a Dios.

El Espíritu Santo es un personaje fascinante. De él manan, por ejemplo, doce frutos:
La caridad, la alegría, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la mansedumbre, la humildad, la fidelidad, la modestia, la continencia y la castidad.

Si queremos ser buenos, obraremos con misericordia.
Las Obras de Misericordia pueden ser Corporales o Espirituales.

Las Obras Corporales de Misericordia son, como no, siete:
Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento (inciso: es importante no dar de comer al sediento y de beber al hambriento, está contraindicado), vestir al desnudo (a veces y según el contexto, desnudar al vestido), dar posada al peregrino, visitar a los enfermos, redimir al cautivo (a veces encerrar al libre) y enterrar a los muertos.

Las Obras Espirituales de Misericordia también son siete:
Corregir al que yerra, enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, perdonar las injurias y rogar a Dios por los vivos y los muertos.

Tenemos que ir con cuidado para no hacernos responsables de los pecados de los demás. Y somos responsables de los pecados de los demás cuando los hayamos causado, compartido o intencionado. ¿Cómo? Pues... por consejo, por mandato, por provocación, por consentimeinto, por alabanza, por ocultación, por complicidad, por silencio o por defensa de la maldad hecha. 

En fin... que ser bueno no es tan sencillo... 

Os deseo unas felices fiestas y blablabla.

domingo, 14 de diciembre de 2008

Me gusta que me leas


A la luz de una ventana abierta, desde el interior, con la calidez de alfombras y cortinajes, sólo faltan unas zapatillas viejas.

Pint: Johannes Vermeer
Muchacha leyendo una carta al lado de una ventana


martes, 9 de diciembre de 2008

¿Buscando tesoros?



He vuelto a soñar con cajas... Pero esta vez no las ordenaba, las iba abriendo; encontraba cosas que me resultaban familiares, pero yo estaba buscando otra cosa... 

Fot: August Bradley


sábado, 29 de noviembre de 2008

Sabroso

Hoy Tenemos...

Hoy tenemos: Gamba blanca, gamba roja, chipirones, cañaíllas, quisquillas, boquerones, choco, bocas de la Isla, acedías, panojas, coquinas, mejillón en vinagreta al vapor, tortillita de camarones, nécora... También tenemos: secreto ibérico, lomo de orza, huevos rotos, entrecot, carne en salsa, potaje... Por primera vez en seis años de profesión, quise que fuera infinita la lista de tapas y raciones que ofrecía de memoria. ...Adobo, bienmesabe, chopitos, merluza rebozada, bacalao... Con la única intención de que ella siguiera ofreciéndome sus ojos. ...Revuelto de ajetes, espárragos trigueros, dorada a la sal, lubina al horno... Cuando se me acabaron los recursos y a sabiendas que ese maravilloso instante terminaría sin remedio, bajé la mirada con resignación para tomar nota. Ella respiró hondo y preguntó: “¿En tu cocina o en la mía?”.

Juan Ignacio García 
Relato finalista del concurso "Sabores de Andalucía"


miércoles, 26 de noviembre de 2008

El poder de lo invisible




Me he puesto las gafas de leer lo invisible y allí estaban... dos palabras que me han llenado de alegría. 

Y hasta se me ha pasado el dolor de cabeza.

Y el mal humor.


Ilustración del Codex Seraphinianus

Ambiguo



ambiguo, -a (del lat. «ambigúus»)


1 adj. Se aplica a lo que puede admitir más de una interpretación.



Diccionario de Uso del Español, María Moliner. 

Marvin Gaye
Sexual Healing

martes, 25 de noviembre de 2008

Etimología





Recordar, del bajo latín re- ("de nuevo") cordare (de cor, cordis, "corazón"). 
Volver a pasar por el corazón.

Pint: Maya Kulenovic
Retrato, acuarela

Despacio


Tengo muchísima prisa, he de ir muy despacio.

Fot: Joan Vicent Cantó
Caracol

Kristin Asbjørnsen - Slow Day

lunes, 24 de noviembre de 2008

Dame tu imaginación



(...) porque se diga lo que se diga, los libros dan respuestas. Aunque no sean soluciones, aunque no sean definitivas. Respuestas instantáneas, luces que relampaguean en la oscuridad. Una hermosa frase, un pasaje de una novela, un verso: allí está, de pronto, la verdad. Y todo el sinsentido, y todo el desorden, se convierten, repentinamente, en belleza.

Soledad Puértolas
Recuerdos de otra persona 

Fot: Biblioteca Pública de Nueva York

Después de la circunspección



Vamos a guardar la moderación en una cajita de madera con incrustaciones doradas y jugaremos a perderla con la ayuda de pócimas y deseo. Ven. Dame la mano. Cierra los ojos y sígueme hasta el abismo. Sentirás el vértigo de la caída y se te subirá el estómago cuando despeguemos hacia lo más oscuro. No tengas miedo. Será vivir un sueño durante unas horas. No te arrepientas. Y abre las puertas a lo inquietante.

Pint: Inka Essenhigh

sábado, 22 de noviembre de 2008

Variopinto


Es mentira, dijo mi esposa. ¿Cómo puedes creer una cosa así? Ella está celosa, eso es todo. Giró la cabeza y me miró fijamente. Aún no se había quitado el sombrero ni el abrigo, y estaba ruborizada por la acusación. ¿Me crees a mí, no? ¿Seguramente no creerás aquello?

Me encogí de hombros y le dije: ¿Por qué iba a mentir? ¿Con qué objeto? ¿Qué obtendría con ello? Me sentía incómodo, pero permanecí allí en pantuflas, abriendo y cerrando los puños, con la sensación de estar haciendo el ridículo, exhibiéndome, no obstante las circunstancias. No tengo madera para hacer el papel de inquisidor. En ese momento deseaba que nunca hubiese llegado a mis oídos, que todo pudiera ser como antes. Se supone que es amiga, amiga de los dos, comenté.

¡Una hija de puta, eso es lo que es! ¿Te crees que un amigo, aunque sea lejano, incluso un simple conocido, diría una cosa así, una mentira tan evidente? Simplemente no lo crees. Movió la cabeza ante mi necedad. Desabrochó su sombrero y se sacó los guantes, poniendo todo en la mesa. Luego se quitó el abrigo y lo arrojó sobre el respaldo de una silla.

Ya no sé qué creer, le dije, quisiera creerte a ti.

Entonces créeme, dijo ella. Que me creas, es todo lo que te pido. Te digo la verdad. No iba a mentir en un asunto así. Anda, di que no es cierto cariño, di que no lo crees.

La amo. Deseaba abrazarla, estrecharla en mis brazos, decirle que le creía. Mas la mentira, de ser mentira, se interponía ya entre nosotros. Me acerqué a la ventana.

Debes creerme, dijo. Sabes que eso es una estupidez. Sabes que te digo la verdad.

Permanecí junto a la ventana, observando el tráfico que se movía lento allá abajo. Si levantaba la vista podía distinguir a mi esposa reflejaba en los cristales. Soy un hombre de criterio amplio, pensé. Puedo resolver esto. Comencé a pensar en mi esposa, en nuestra vida, juntos, en la verdad y la ficción, en la honestidad y la impostura, en la ilusión y la realidad. Recordé la película Blow-up, que habíamos visto recién, y recordé también la biografía de León Tolstoi que yacía en la mesita, las cosas que dice sobre la verdad, el escándalo que produjo en la vieja Rusia. Entonces me vino a la memoria un amigo de la secundaria, de hacía mucho. Era un tipo incapaz de decir la verdad, un mentiroso absoluto e incurable y, con todo, una persona agradable y bien intencionada y, sin duda, un auténtico amigo durante los dos o tres años de un período difícil de mi vida. Me alegró mucho el descubrimiento de aquel mentiroso de mi adolescencia, era un precedente al cual podía acogerme en la actual crisis de nuestro –hasta aquel momento– feliz matrimonio. Esa persona, ese consumado mentiroso podía muy bien probar la teoría de mi esposa de que existía esa clase de gente en el mundo. Me puse feliz de nuevo. Me volteé para hablar, sabía lo que quería decir: sí, puede ser verdad, es verdad: hay gente que miente de modo incontrolable, quizás inconscientemente, a veces de modo enfermizo, sin medir las consecuencias. Quien me contó pertenecía a esa categoría, sin duda. Pero justo en ese momento mi esposa se sentó en el sofá, se cubrió la cara con las manos y dijo: Es cierto... Que Dios me perdone. Todo lo que ella te contó es verdad. Mentí cuando dije que no sabía nada.

¿De veras?, pregunté, sentándome en una de las sillas junto a la ventana.

Ella asintió. Aún se cubría la cara con sus manos.

¿Por qué lo negaste entonces?, le dije. Nunca nos habíamos mentido. ¿No nos hemos dicho siempre la verdad?

Estaba avergonzada, me dijo. Me miraba y movía la cabeza. Sentía vergüenza, no te imaginas cuánta, no quería que lo creyeras.

Creo que lo entiendo, dije.

De una sacudida se quitó los zapatos y se recostó de nuevo en el sofá. Pero enseguida se sentó y se quitó el suéter de un tirón y luego se acomodó el cabello. Cogió un cigarrillo de la mesita. Le ofrecí fuego sosteniendo el encendedor y por unos momentos me quedé pasmado ante la visión de sus dedos alargados y pálidos, igual que de sus uñas relucientes. Me pareció que los observaba de modo novedoso y un tanto revelador.

Dio una fumada y, un minuto después, dijo: ¿Y cómo te fue hoy, querido? En general, quiero decir... Tú sabes a qué me refiero. Mantuvo el cigarrillo entre los labios el minuto durante el cual se levantó para deshacerse de su falda. ¡Ah!, dijo.

Más o menos, le respondí. Aunque no lo creas, por la tarde estuvo aquí un policía con una orden judicial, buscaba a una persona que vivió abajo. El mismo gerente del edificio avisó que cortarían el agua por una media hora, entre las tres y las tres y media, en lo que hacían algunas reparaciones. En realidad, ahora que lo pienso mejor, fue sólo durante el tiempo que el policía estuvo aquí cuando tuvieron que cortar el agua.

¿De veras?, dijo ella, poniendo las manos sobre sus caderas. Luego se estiró, cerró los ojos, bostezó y sacudió su larga cabellera.

También leí una buena parte del libro de Tolstoi, le dije.

Magnífico, dijo, y empezó a comer nueces. Con la mano derecha lanzaba una tras otra hasta su boca, mientras que en la izquierda sostenía el cigarrillo entre los dedos. A ratos paraba de comer, el tiempo justo para limpiar sus labios con el dorso de la mano y dar una fumada. Para entonces se había librado ya de su ropa interior. Con las piernas cruzadas bajo su cuerpo se posó en el sofá. ¿Y qué tal? preguntó.

Tenía ideas interesantes, respondí. Era todo un personaje. Los dedos de las manos me hormigueaban y mi sangre empezaba a agitarse. Igual, me sentía débil.

Venga acá mi mujikito, dijo de repente.

Quiero saber la verdad, dije débilmente, postrado a gatas. La frescura y suavidad de la alfombra me excitaron. Había andado a gatas hasta el sofá y puesto mi mejilla sobre uno de los cojines. Ella deslizó su mano entre mi cabello, sonriendo. Unos granitos de sal brillaban en sus labios carnosos hasta que, de momento, observé cómo sus ojos se llenaban de una inexpresable tristeza y, a pesar de ello, continuaba sonriendo y mesándome el cabello.

A ver mi pachá, dijo. Venga aquí mi bollito. ¿En verdad creyó usted a aquella mujer horrorosa esa mentira inmunda? Venga acá, recueste su cabecita en el seno de mami... Así, así, ahora cierre sus ojos. ¡Así! ¿Cómo pudo creer semejante cosa? Usted me decepciona. Usted me conoce mejor que eso. Mentir es nada más un deporte para cierta gente.

Raymond Carver
La mentira

viernes, 21 de noviembre de 2008

La verdad



(...) Conocerse es errar, y el oráculo que dijo "Conócete" propuso un trabajo mayor que los de Hércules y un enigma más oscuro que el de la Esfinge. Desconocerse conscientemente es el camino. (...) Pero hay siempre algo que nos engaña, siempre algún análisis que nos embota, siempre la verdad, aunque sea falsa, está más allá de la otra esquina. Y es esto lo que cansa más que la vida, cuando la vida cansa.

Fernando Pessoa
El libro del desasosiego de Bernardo Soares

Pint. Edward Hopper
Mujer desnuda al sol, 1961

Maduración


AQUÍ EN MI CUERPO...

Aquí en mi cuerpo
acabó de pasar el mediodía
y por mi piel respira un agua
atardecida.
Los labios están secos,
guardo en la lengua
los aromas.
Si acaso pusieras
tu mano
entre mis muslos,
sabrías que estás vivo.
Saborearías mi sal.
Haríamos un pozo
en el tiempo,
y dejaríamos que el sol
nos madurara.

Renata Durán

Cuatro lunas

.


El tiempo pasa lento y el tiempo lo cura todo y el tiempo desgasta y el tiempo esto y el tiempo lo otro y el tiempo lo de más allá y lo de acullá y fulano y mengano y, sobre todo, zutano.

Vacío y silencio.

Sin embargo (siempre hay un "pero") -ventajas de no ser dogmático-

Te deseo, y mira que hace tiempo.
Te echo de menos, y mira que hace tiempo.
Te llevo conmigo, y mira que hace tiempo.
Te quiero, y mira que hace tiempo.
Te pretendo, y mira que hace tiempo.
Aspiro a ti, y mira que hace tiempo.
No me canso -sí, sé que aquí levantarás una ceja, pero me da igual, ya la volverás a bajar-, y mira que hace tiempo.

Mi amor.

M
Q
M

He pasado muchas horas observando cómo crecía el césped. El Sol sale cada día y cada día es el mismo Sol. He caído cien veces y cien veces me he levantado. Pero, de pronto, te sientes más viejo. Y, sin darte cuenta, han pasado diez años que ya no volverás a vivir. Y empieza a ser vital que acabe con lo urgente y me dedique, de una vez y para siempre, a lo importante.

No quiero ir más allá de cuatro lunas con el desespero de la espera.

Te necesito.

Demasiado vacío. Quiero llenarme de ti.


Pint: Vilhelm Hammershøi, 1898

jueves, 20 de noviembre de 2008

La duna 45


Duna 45, Namibia

El principio es un tiempo muy delicado.

Es la última frase del sueño que he tenido esta noche. No me la quito de la cabeza.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Proserpine



I will away, and on the highest top
Of snowy Etna, kindle two clear flames.
Night shall not hide her from my anxious search,
No moment will I rest, or sleep, or pause
Till she returns, until I clasp again
My only loved one, my lost Proserpine.

Mary Shelley, Proserpine

Pint: Gabriel Rossetti
Proserpine, 1874


Dido's Lament
Dido et Eneas, Henry Purcell
Rosa Zaragoza


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Cuidado con los perturbados


Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.

Luis García Montero


martes, 11 de noviembre de 2008

La estrategia del cocodrilo



Intento poner un poco de orden a las cosas.
Planificar lo planificable.
Adecuar las tácticas a la estrategia.

Me aburre todo lo que no sea tú.
Queda la velita.
Sigue ardiendo.

Y esto me está quedando terriblemente cursi, pero es lo que hay.
Además yo soy un cursi.

Y Heidi.

¿Y qué?

Ilust: Codex Seraphinianus


 

sábado, 8 de noviembre de 2008

Hsü, La Espera


La espera en el lodo ocasiona la llegada del enemigo.

I Ching

Ben Harper, Waiting on an angel

lunes, 3 de noviembre de 2008

Tengo frío




Dame cobijo
Una palabra
Mejor dos
Una señal
Una migaja
Algo
Por favor


BB King - Sheryl Crow
Need your love so bad

Pint: Edward Hopper
Room in New York


martes, 28 de octubre de 2008

Los nombres de los colores


Aberenjenado, aborrachado, abrasilado, aburelado, acabellado, acanelado, acaparrosado, acardenalado, aceitunado, aceitunil, acijado, acobrado, agamuzado, agarbanzado, agrisado, aleonado, almacigado, almagrado, aloque, amacigado, amarillo, ámbar, amoratado, amusco, anaranjado, ante, anteado, añil, apiñonado, apizarrado, aplomado, asalmonado, atabacado, áureo, azafrán, azafranado, azufrado, azul, azul de cobalto, azul de mar [o marino], azul de Prusia, azul de Sajonia, azul turquesa, azul de Ultramar [o ultramarino], azur, barquillo, barroso, bazo, beige, beis, bermejo, bermellón, blanco, blao, blavo, blondo, brasilado, bronceado, bruno, burdeos, buriel, burriel, cabellado, café con leche, calamocha, canela, caoba, caqui, caracho, cardenillo, cárdeno, cari, carmelita, carmesí, carmín, castaño, ceniciento, ceniza, cenizo, cenizoso, cereza, cerúleo, cetrino, choco, chocolate, cinzolín, cobreño, cobrizo, coccíneo, color de rosa, colorado, concho, coral, coralino, corinto, crema, crudo, datilado, dorado, encarnado, encobrado, endrino, escarlata, flavo, fosforito, franciscano, fresa, fucsia, fuego, galbanado, gamuzado, garzo, gilvo, glauco, grana, granate, gris, gris marengo, gris perla, gris pizarra, gualdo, habana, heliotropo, ígneo, índico, índigo, indio, jalde, jaldo, jaldre, lacre, lagartado, leonado, leucofeo, lila, limonado, lívido, loro, magenta, malva, marengo, marfil, marfileño, marrón, melado, minio, morado, musco, musgo, nacarado, naranja, negro, nidrio, nochielo, nogal, noguerado, ocre, oliváceo, paja, pajado, pajizo, pardo, pavonado, pavonazo, perla, perlado, perlino, pizarra, plomizo, plomoso, porcelana, porráceo, presado, prieto, punzó, púrpura, purpúreo, purpurino, requemado, retinto, retostado, rodeno, rojal, rojo, rojo sangre, rosa, rosáceo, rosado, roseo, rosicler, rosmarino, royo, rúbeo, rubiales, rubio, rubor, rufo, rútilo, salmón, sangre, sangriento, sepia, sobermejo, solferino, sonrosado, tabaco, tapetado, teja, terroso, tinto, tostado, trigueño, turquesa, turquí, verde, verdegay, verdemar, verdemontaña, verdinegro, violáceo, violado, violeta, zafiro, zarco. 

Esta noche he soñado contigo. Te habías cambiado el coche y no me habías dicho nada.

domingo, 26 de octubre de 2008

Me escapo un momento para encontrarte


Ciclos y repeticiones y variaciones sobre un mismo tema, único, no existe nada más que no sea tu idea. Fiebre. Ansia. Anhelo. Tú, una y otra vez, en forma de recuerdo, de invención, proyección, evocación, deseo, ilusión, qué más da, tomas vida en mi en forma de un olor, un gesto preciso fijado en la memoria, un sonido que me parece absolutamente real al oído, aunque sepa que sólo hay silencio a mi alrededor. Dame la mano. Levanta la barbilla y mira desafiante hacia adelante. Sí, mírame. Me gusta verte así. Y que se te escape una sonrisa cuando quieras darme miedo. Quiero comerte. Cruda y en tu jugo. Quiero el silencio denso y espeso que acompaña tu respiración cuando todas las palabras ya no sirven porque sólo importa lo inefable. Quiero observarte, a cierta distancia, empaparme de tu manera de adelantar una pierna a la otra. Fijar con un zoom y cámara superlenta el movimiento de tu pie al andar, y proyectar esa mirada que va mas allá y te atraviesa, subiendo por tus piernas, descansando en tus caderas, jugando con los botones de tu blusa, embriagándose en tu nuca, perdiéndose en tu pelo, introduciéndose en tu boca. Vino, queso y fruta. Y bosque. Tus sabores. Y mar. Y no puedo más. Voy a estallar. Además hay un asesino en serie que me reclama. Tiene que llamar a su mamá. Se ha quedado sin dinero y no puede comprar gominolas (sólo de las rojas). Y se está poniendo nervioso.

Otis Redding
I've Been Loving You Too Long

sábado, 18 de octubre de 2008

Sin palabras

Versa est in luctum cithara mea, 
et organum meum in vocem flentium. 
Parce mihi, Domine, 
nihil enim sunt dies mei. 

(Job 30:31; 7:16)

Mi arpa se ha transformado en luto 
y mi órgano en la voz de los que lloran. 
Perdóname, Señor, 
porque mis días no son nada.


Jan Garbarek
Parce Mihi Domine Var. 1
Cristóbal de Morales

viernes, 17 de octubre de 2008

Catálogo de aromas.


... Y la casa de Hélène, pequeña, sin ornatos, olía a limón y a tomillo, a menta, a pimienta verde, a mejorana, olía a agua de lluvia, a suspiro, a eucalipto, a sésamo, a tilo, a membrillo, a penas pasajeras que pueden ser consoladas, a llovizna, a música, a serpol, a rosal silvestre, a nostalgia, a luto por una niña en el recuerdo, a melisa, a hinojo, a eneldo, a risas que salen del vientre, a cuidados, a puchero de sustancia, a estragòn, a acedera, a perejil, a libro viejo, a libro nuevo, a tinta, a fresa silvestre, a regaliz, a falso espino, a piel bien satisfecha, bien acariciada y bien lamida, a ortiga, a gatuña, a trébol, a tantas y tantas cosas olía, que ya no se podían nombrar, a pimpinela, a llantén, que ni nombres tantos había, a prímula, a salvia, a capuchina, a hierba buena, para explicar, a hierba luisa, a alguien que nunca hubiera entrado, a siempreviva, a carricera, cómo olía la casa de Hélène. Que desprendía una fragancia dulce que despertaba los sentidos, a acanto, a clavelina, y los elevaba hasta el grado máximo de placer, a canela, a milenrama, a comino, y una no podía dejar de sumergirse en el aroma, a saúco, a malva real, a hierba de San Guillermo, y quedaba prendida de cierto éxtasis, a corianto, a trigo sarraceno, de una sensación salvaje, a hinojo, que se parecía mucho a la muerte…, a grosella, a arraclán, a endrino, pero una vez iniciado el acto, a pajarita, a levístico, el acto de oler claro…¿en qué estaría ella pensando?, a caléndula, a borraja, a artemisa, no se podía sino continuar, a arandino, a muerdazo, a verbena, y sobre todo, a frambuesa, hasta el fin…y buuuuuff. ¡Qué bien quedaba el cuerpo después de entrar en ese aroma en la casa de Hélène!.

Teresa Moure
Hierba mora

jueves, 9 de octubre de 2008

Maldita memoria



(...) ¿Tengo que seguir fingiendo que te escribo? ¿Tengo que seguir mintiéndome que alguna vez vas a leer esto, como fingía interesarme en otras mujeres, para estar a la altura de lo que tú sentías o decías sentir por tu marido? A veces me hartaba, a veces prefería inventar historias, mentirte a ti antes que seguir engañándome, a veces no tenía ganas de fingir, con esas mujeres, no ya felicidad, sino simple placer o diversión, y entonces me despedía de ellas, de cualquiera, con palabras amables o gestos bruscos sabiendo que no volvería a llamarlas, buscando excusas para no causarles más dolor del necesario. Ahora, por momentos, me harto también de ti, de que estés siempre ahí, testigo desinteresado y forzoso de mi vida. Viéndome aunque no me mires, leyéndome aunque no me leas, convocada por mi escritura, ignorándome con la disimulada indiferencia de los espejos, que nos mienten fascinación mientras nos devuelven nuestra propia mirada. (...)

Ana María Shua
La muerte como efecto secundario

Pint: René Magritte
La Memoria, 1948

miércoles, 10 de septiembre de 2008

Esto se mueve



Ayer conseguí llorar.

Hoy he soñado (dormido) contigo.

Te llamabas Yahoraqué.

martes, 9 de septiembre de 2008

Triunfo relativo

Hoy, por fin, después de semanas sin lograrlo, he conseguido llorar.
Aunque no lo suficiente.

jueves, 26 de junio de 2008

Los nombres de las horas.


Un día comprende 24 horas y se divide de diferentes formas. La más usual y generalizada es dividirlo entre día propiamente dicho, que comprende las horas en las que se puede disfrutar de luz solar, desde que sale el Sol hasta que se pone, y noche, que comprende las horas entre la puesta del Sol y la salida subsiguiente.

Las partes del día son tres: mañana, mediodía y tarde. Llamamos mañana a las horas comprendidas entre la salida del Sol hasta poco antes de que éste alcance su punto más alto, momento al que llamamos mediodía, pero, por extensión, también llamamos mediodía al tiempo que inmediatamente lo precede y sucede. Al mediodía le sigue la tarde, que acaba con la puesta de Sol, que da lugar al principio de la noche, que tiene siete partes: véspero es luego que tramonta el Sol. Le sigue el crepúsculo o lubricán, que es aquel tiempo entre que anochece y se hace noche cerrada, momento en que empieza el conticinio, las horas de silencio y quietud que dan lugar al intempesto o medianoche que comprende las horas centrales de la oscuridad, tiempo al que también llamamos concubio, por ser las horas en las que generalmente la gente duerme, que acabarán con el galicinio, cuando el gallo canta, al que seguirá el matutino, momentos antes de la aurora, que coincide con el amanecer, la salida del Sol y el comienzo de una nueva mañana.

Pint: Vilhelm Hammershøi
Interior con sol reflejado en el suelo

viernes, 20 de junio de 2008

Conmoción


Insisto en el carácter más profundamente conmovedor de mis cuadros simplemente dibujados; algunos pequeños puntos de color, un arco iris. Éstos nos conmueven en el sentido elevado de la palabra, como el llanto de un niño en su cuna. En el segundo caso son los aullidos de una puta enamorada.

Joan Miró
Carta a Michel Leiris, 1924

Pint: Joan Miró
Home amb pipa

miércoles, 28 de mayo de 2008

viernes, 16 de mayo de 2008

Hoy, especialmente

Échale a él la culpa

Hoy te has ido de fiesta con amigas,
y sin que tú lo sepas me regalas
un tiempo de estar solo que ya empieza
a ser raro en mi vida, un tiempo útil
para intentar pensar en ti como si fueras
lo que siempre debiste seguir siendo
cuando pensaba en ti: aquella persona,
en todo semejante a cualquier otra,
que una noche lejana tuvo el gesto
generoso y extraño de entregarme su amor.
Pero el amor nos cambia, nos convierte en espías
ridículos del otro, en implacables jueces
que condenan sin pruebas y comparten
sus estúpidas penas con el reo.
El amor nos confunde y trata ahora
de que vea en tu fiesta una traición.

Por huir de esa trampa me amenazo
con los nombres que cuadran al que cae en su vacío:
egoísta, ridículo, inseguro, celoso...
Y como un ejercicio de humildad pienso en ti
divirtiéndote sola: te imagino bailando
y mirando a otros hombres;
al calor del alcohol
confiesas a una amiga algunas cosas
que te irritan de mi sin que yo lo sospeche,
y por unos instantes saboreas
una vida distinta que esta noche te tienta
porque eres humana, aunque no me haga gracia.

Ahora caigo en la cuenta de que dudas
como yo dudo a veces, y que también te aburres,
y que incluso algún día habrás soñado
follar como una loca con el tipo que anuncia
la colonia de moda.
Para calmarme un poco
tras la última idea, yo me digo
que el amor es un juego donde cuentan
mucho más los faroles que las cartas,
y procuro ponerme razonable,
pensar que es más hermoso que me quieras
porque existen las fiestas, y las dudas,
y los cuerpos de anuncio de colonia.

Lo que quiero que sepas es que entiendo
mejor de lo que piensas ciertas cosas,
que soy tu semejante, que he pensado besarte
cuando llegues a casa; y que es el amor
-ese tipo grotesco y marrullero-
el que va a hacerte daño con palabras
absurdas de reproche cuando vuelvas,
porque ya estás tardando, mala puta.

Vicente Gallego
La plata de los días

No fueron palabras absurdas lo que te llevaste cuando llegaste.

Estaba furioso. Todo el día entitistada y por la noche sales de cena.

Así que no me pienso mucho. Te fusilo con el desdén nada más entrar. Apestas a tabaco y muchedumbre. Has bebido más de la cuenta. Me miras, acercándote, burlona. Yo tengo clavada la mirada en la pantalla del portátil. “El señor está trabajando, no se puede molestar al señ..”. Aquí te quedas porque he tardado lo que tú en pronunciar la frase de marras en levantarme y cruzarte la cara. Sin preaviso y por si acaso.

Y ahora tráeme un whisky que la noche es larga y quiero lerele.

Y, como si no hubiera pasado nada, pongo al cursi de Chopin, bajo la pantalla del ordenador y te desnudo observando como, anonadada, te diriges a la cocina. Mi cabeza ya va por el segundo acto.


jueves, 15 de mayo de 2008

Sabiduría femenina



El tercer voto decide:

Cuando la cabeza quiere una cosa y el corazón otra, la única alternativa es preguntarle a la entrepierna.


Una hija de puta con clase

martes, 13 de mayo de 2008

Ensuciar tu alma



No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
                                    desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.

Leopoldo María Panero
Diario de un seductor

Fot: Calvato

lunes, 5 de mayo de 2008

Una cena



-Come como una niña pequeña.

Levantas los ojos hasta encontrarte los míos. Y allí ves el Capítulo Uno del Manual de Instrucciones: Es una sugerencia más vale que sí.

Imperceptiblemente se va transformando tu manera de masticar hasta convertirse en una mueca obscena. A eso se le llamaba comer con la boca abierta. Y el ruido era la propina.

Quiero confesar que cuando sentí que varias miradas de mesas vecinas se dirigían a la nuestra sentí el escalofrío de la vergüenza, pero sólo un momento.

El camarero respondió de inmediato a mi gesto preguntándome qué deseaba.

-¿Tiene un babero?

Y, más bajito, en tono cómplice, añadí: “Para la nena….”

Mis dedos, disimulados, ya nadaban en tu coño, Pero en aquel momento sintieron una nueva subida de la marea. Literalmente chorreabas.

Cogí el pañuelo que siempre llevo, de hilo blanco y limpio, y taponé esa fuente en la que se había convertido tu sexo.

Cuando llegó el camarero con el encargo, me levanté, me puse a tu espalada y, mientras hacía el lazo para sujetarte el babero, te susurré al oído: “Regálame tu vergüenza”

Volví a mi silla, a tu derecha, recuperé el pañuelo y ya no hice otra cosa que olerlo, dar algún sorbo de vino, y observar, casi divertido, como me regalabas tu ridículo.

Te amaba.

A la salida, ya mujer, ya objeto (me gusta que los otros hombres te tasen con su mirada), volví a dirigirme a tu oído.

-Lo has hecho muy bien, niña buena. ¿Querrás que te parta el culo como premio?

Pusiste la cara 86

Y yo era feliz.

Después vino el futuro.

Fot: DrSmo

viernes, 2 de mayo de 2008

Obsesiones y recomendaciones.

Hoy me siento especialmente obsesivo.
Los pensamientos se repiten.
Las imágenes se repiten.
Los olores se repiten.
Las músicas se repiten.
Los deseos, anhelos, necesidades, se repiten.

Una y otra vez.
Sin principio ni fin.

Eres tú todo el rato.

Veo tráiler de películas.
Es casi un subgénero, el de los tráiler.
Sin tiempo para desarrollar nada, son pura invitación a la imaginación.

Y veo cortos.

(Diríase que la tendencia va hacia lo comprimido, lo concentrado)

Iván Sáinz Pardo, El sueño del caracol. Recomiendo una visita a su(s) página(s). He disfrutado recorriéndolas.




Me encanta la mirada de ella, en las primeras escenas, removiendo el cafe.
Me gusta la música, también.

Me encantaria que fuera en francés.

Estoy esperando a que el Yen empiece a comerle terreno al Euro frente al Dólar.

Y pienso en ti.

En el monedero

Por ahí un papelito
que solamente dice...

DNA o ADN, poco importa
si en castellano o inglés: el caso
es que me muero por tus proteínas,
por tus aminoácidos, por todo
lo que fuiste una vez, cuando tus padres
vinieron de cenar algo achispados
y, después de tirar de la cadena,
hicieron una nueva con tu nombre,
con tus curvas y con tus fantasías.
Dame una foto de tu DNA
tamaño DNI, que me retuerzo
de ganas de mirarla a todas horas.

Luis Alberto de Cuenca
Por fuertes y fronteras, 1996



jueves, 1 de mayo de 2008

Al abrigo de las letras

El escritor esforzado se escondía tras la bella retórica de las palabras. Así, en lugar de decir "ese día el sol brillaba como nunca", optaba por "los rayos esplendorosos bañaban el ínclito día como si fuera la primera vez". Estaba convencido de embellecer con ello la realidad. De igual modo, creía que cuanto más adornados aparecieran sus escritos, mayores éxitos literarios obtendrían.

Por su parte, el lector cursi era un gran admirador del escritor mencionado. En esencia, no sólo se refugiaba en los textos de su autor preferido como una forma de hallar consuelo, sino que además los creía capaces de mejorar el mundo circundante, de perfeccionar al mismo ser humano. Acaso no sea preciso decir que amaba la oratoria, la dialéctica y los versos esdrújulos.

Un buen día el azar quiso que los pasos del animoso escritor se encontraran con los del lector trasnochado. No lograron reconocerse sin embargo. La coincidencia de pasear por la misma calle, a la misma hora, les pareció un dato demasiado vulgar para ser tenido en cuenta. Por otro lado, que pudiera existir una correspondencia perfecta como la que les unía iba a servirles de bien poco. Cuando tuvo lugar el tropiezo, y antes de seguir su camino como si tal cosa, ambos intercambiaron unas breves palabras:
-Imbécil, le dijo el poeta.
-Desgraciado, le contestó su lector más fiel.

Gemma Pellicer

Mamá, quiero ser normal.

Hoy es festivo.
La gente normal no hará una serie de cosas.
Hará otra serie de cosas.
Y a mí es cuando me entran las ganas de ir a pagar ese recibo que hace semanas que se pasea por mi mesa. Y aprovechar y pasarme por la FNAC ¿o el FNAC? y comprarme esos DVD que tengo en la lista y que veré contigo.

El futuro no da una segunda oportunidad.


Leer, leer, leer, vivir la vida
que otros soñaron.
Leer, leer, leer, el alma olvida
las cosas que pasaron.

Se quedan las que se quedan, las ficciones,
las flores de la pluma,
las olas, las humanas emociones,
el poso de la espuma.

Leer, leer, leer, ¿seré lectura
mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
seré lo que pasó?

Miguel de Unamuno 

martes, 29 de abril de 2008

Sería mucho más fácil si no fuera así.

Porque contigo las carreteras son más rectas y el mar es más azul.

De hecho eres tú quien le da el sustantivo a la cosa. Sin ti no deja de ser todo un mero eso.

Contigo he sabido ponerle a las cosas género y número. Contigo he sido masculino y singular y conmigo has sido femenina y plural. Mujer de las mil caras con la pulvis licorada, diosa egipcia, puta y perra. Y dulcemente minúscula.

Me gusta quitarte el aire porque después te doy la vida. Me gusta pedirte más porque sabes darme exceso.

Te quiero.

Porque quiero que mueras por mí
Y morirme contigo si te matas
Y matarme contigo si te mueres.


Me gusta mirarte a los ojos.

Siempre fuiste mi espejo,
quiero decir que para verme tenía que mirarte.


Y no te tengo
Y no me veo
Y no soy
Y no puedo
Vivir sin ti

Te jodes.

No deja de sonar una y otra vez el verano del 78

Vamos a dejarnos de puñetas.



El mujeriego

Demás de esto conviene guardar con diligencia todos los sentidos, mayormente los ojos, de ver cosas que te pueden causar peligro. Porque muchas veces mira el hombre sencillamente, y por la sola vista queda el ánima herida. Y porque el mirar inconsideradamente las mujeres, o inclina o ablanda la constancia del que las mira (...) Huye, pues, toda sospechosa compañía de mujeres, porque verlas daña los corazones; oírlas, los atrae; hablarles, los inflama; tocarlas, los estimula, y, finalmente, todo lo de ellas es lazo para los que tratan con ellas.

Fray Luis de Granada
Guía de pecadores


He amado a las mujeres, y debo confesar
que en muchas ocasiones
con ellas yo pequé de pensamiento,
palabra y omisión, pues con el tacto
he librado tan sólo las batallas corrientes,
-y alguna escaramuza, a qué mentir,
de muy dudoso gusto y gloria escasa-,
pero mi amor más fiel, el verdadero,
el que nunca me aburre, el que termina
amenazando un día mi constancia,
es siempre esa mujer, esa desconocida
de la que habla un amigo en un poema,
y que tantos dejamos, por desidia,
porque vamos con otra o por vergüenza,
pasar siempre de largo,
tan diferente siempre y siempre hermosa.
Y cuando alguna vez nos acercamos,
vencidos los temores, con qué prisa
su nombre cambia, baja y se concreta,
toma su rostro forma exacta, olvidan
muy pronto nuestros ojos su misterio,
pues la mano lo toca, y se deshace.

He amado a las mujeres, todavía las amo,
y sufro mucho al verlas alejarse,
espléndidas y ajenas, con sus hijos
de la mano, o aún con uniforme,
casi niñas -la nuca entre sudada
y el olor a colonia tras los juegos-,
o adolescentes casi, en esa edad
en que duermen inquietas si es verano.
Y todas con olores que nos hacen soñar,
en su belleza crueles, pues sólo esos olores,
extraños y envolventes,
al cabo han de dejar, si pasan cerca,
como un camino abierto en nuestras vidas.
Pero fui terco en el amor de algunas,
y es difícil así frecuentarlas a todas.

He amado a las mujeres, y por ellas sospecho
que quisiera perderme,
si tuviera dinero, y ayudaran un poco.

Vicente Gallego

Pint: Quentin Massys 
El cambista y su mujer, 1514

lunes, 28 de abril de 2008

Esclarecedor

Quentin Tarantino
Reservoir Dogs, escena inicial

Un poco de ácido...

Penúltimo encuentro


- Hola.
- Pasa, llegas tarde.
- No hay forma de aparcar en tu barrio…
- Por eso no tengo coche.
- Te sienta muy bien ese peinado…
- Me sienta muy bien estar sin ti. En cambio no puedo decir lo mismo de ti ¿Has vuelto a la comida basura?
- He vuelto a comer fuera todos los días.
- A tu chica no le gusta cocinar.
- ¿Qué has preparado tú?
- Algo rico, no te preocupes.
- Me encanta tu casa.
- A todo el mundo le gusta.
- Ya tienes lo que querías: un paraíso de orden, limpieza y buen gusto.
- Mi concepto del paraíso ha cambiado…
- ¿Ah si…?
- Si… Ahora es cualquier sitio donde no estés tú.
- ¡Si que has cambiado!
- No tanto como tú, has pasado de ser un dios griego a un gordito simpático.
- No empieces.
- Supongo que ahora te sería más difícil serme infiel.
- Nunca te fui infiel.
- Ya no tiene sentido que lo niegues.
- Ni tú que insistas. Está muy bueno el arroz…
- Gracias. No sabía que te gustara el arsénico.
- No seas cabrona.
- ¡Perdona!
- ¿Sabes? Follas mucho mejor de lo que cocinas…
- Eso no es nada nuevo…
- Depende, ahora cocinas aún peor que cuando estábamos casados. Si la regla es inversa, debes follar aún mejor.
- Siempre he follado muy bien, incluso follo mejor de lo que hago el amor.
- ¿Ahora lo diferencias?
- Ahora puedo comparar.
- Interesante ¿Y con que te quedas?
- Con una buena comida de coño.
- Sigues siendo una mujer decente con alma de puta.
- Lo sé.
- Y eres la mujer mas soberbia del mundo.
- También lo sé.
- ¿Me vas a dejar que te folle esta noche?
- Ya no me gusta tu olor…
- ¡Bésame!
- Juguemos a un juego ¿Te apetece?
- Sabes que sí…
- Hoy seré yo quien te penetre a ti.
- Mmmm…

Justo en ese instante un cuchillo de cocina atravesaba lenta y firmemente el pecho de él. Al principio entró suave, después la trayectoria se complicaba, casi se podía sentir como se iban desgarrando sus órganos vitales mientras, su cara de pavor, desprendía todo el miedo capaz de contener aquel cuerpo deshumanizado por el vicio de un enfermo mental adicto al sexo. Mientras ella le susurraba: -Sí, ahora follo mejor, pero ningún orgasmo me ha hecho disfrutar tanto como este momento.-

Una hija de puta con clase


Proyecto vital


Vivir una vida desapasionada y culta, al relente de las ideas, leyendo, soñando, y pensando en escribir, una vida suficientemente lenta como para estar siempre al borde del tedio, lo bastante meditada como para no encontrarse nunca con él. Vivir esa vida lejos de las emociones y de los sentimientos, sólo en el pensamiento de las emociones y en la emoción de los sentimientos. Quedarse estancado al sol, doradamente, como un lago oscuro rodeado de flores.

Fernando Pessoa
Libro del desasosiego

Pint: Balthus
Katia leyendo

domingo, 27 de abril de 2008

Cierra los ojos y escucha.

Maria Bethania
Onde Estará O Meu Amor

Dócil compañía



Siempre fue la tristeza
un dócil animal de compañía
con el que yo he jugado algunas tardes.
Sin apretar los dientes me estiraba del brazo,
paseaba conmigo, se sentaba a mis pies
en los fríos inviernos.
En los días aciagos, por probar su obediencia,
le lanzaba mi alma, y ella me la traía
dulcemente empapada en su aliento doméstico.
Siempre fue la tristeza
un dócil animal de compañía,
que hace tiempo ha adoptado
esta fea costumbre de morder a su amo.

Vicente Gallego

viernes, 25 de abril de 2008

jueves, 24 de abril de 2008

Si me necesitas, llámame



–Adiós –dijo ella. Y me abrazó. Yo le devolví el abrazo–. Me alegro por anoche. Los caballos. La charla. Todo. Ayuda. No lo olvidaremos –y empezó a llorar.
–Escríbeme, ¿quieres? –dije yo–. Nunca pensé que fuera a pasarnos. En todos estos años. Nunca lo pensé. Ni un sola vez. No a nosotros.
–Te escribiré. Mucho. Las cartas más largas que hayas visto desde las que me enviabas en el secundario.
–Las estaré esperando.
Ella me miró largamente y me acarició la cara. Entonces me dio la espalda y se alejó por la pista rumbo al avión.
Ve, mi más querida, y que Dios esté contigo.
Ella abordó el avión y yo me mantuve en mi lugar hasta que se encendieron los motores y la nave empezó a carretear por la pista y despegó sobre la bahía y se convirtió en una mancha en el horizonte.
Volví a la casa, estacioné el coche y miré las huellas que habían dejado los caballos la noche anterior, los trozos de pasto arrancado y las marcas de herraduras y los montones de bosta aquí y allá. Entonces entré en la casa y, sin sacarme el abrigo siquiera, levanté el teléfono y marqué el número de Susan.

Raymond Carver