miércoles, 29 de marzo de 2017

Éramos



Éramos tranquilos y veloces.
Transidos en el goce, escritos en la arena.
Recóndito ejercicio, voluta y pena.
Equidistantes.
Como los puntos de una esfera.

Violently Expanding Nothing

La cuestión se reduce a estar vivo un instante


La cuestión se reduce a estar vivo un instante,
aunque sea un instante no más,
a estar vivo
justo en ese minuto
cuando nos escapamos
al mejor de los mundos imposibles.
En donde nada importa,
nada absolutamente –ni siquiera
las grandes esperanzas que están puestas
todas sobre nosotros, todas,
y así pesan.


Compañeros de viaje, 1959 (frag.)
Recogido en “Las personas del verbo”
Poesía completa de Jaime Gil de Biedma
Ed. Galaxia Gutenberg 2012

lunes, 27 de marzo de 2017

Fui tierra y surco


Fui tierra y surco,
arañado, estéril la simiente.
No conozco amor que me fecunde.
No existe hembra que me abarque.
Entre piedras de besos huérfanos
busco paz en el viento y la tormenta.
Como la tierra a puñados,
resuena en mí tu gran eco.
Cava, lindo gusano,
sigue arañando este yermo.
No conozco más hogar que este erial.
No existe hombre que me ate.

Esos primeros años


Con todo, esos primeros años, los llamados años de la infancia, los años de la luz, los años de la imagen dorada de la felicidad, son también, por qué no decirlo, los años de la oscuridad y del dolor, los años de la separación y de la muerte, los más azarosos y los más terribles de la vida. Y no solo porque todo lo visto durante esos años adquiere el valor de lo visto por primera vez y para siempre, y todo lo sospechado durante esos años adquiere el valor de lo sospechado por primera vez y para siempre, sino, sobre todo, porque nada de lo que ahí ocurre se olvida nunca. Nada se cura nunca. Nada se cura ni se olvida ya nunca.

Fernando Luis Chivite,  El viaje oculto
Ed. Bassarai, 2001

Leyendo



domingo, 26 de marzo de 2017

Tedm


Busco en el decir de tu silencio
la sombra de tus palabras.
Cada respuesta tuya
abre un interrogante.
Cada segundo de ausencia
ceba el deseo.

Observar


Para el perfecto paseante, para el observador apasionado, es un inmenso goce el elegir domicilio entre el número, en lo ondeante, en el movimiento, en lo fugitivo y lo infinito. Estar fuera de casa, y sentirse, sin embargo, en casa en todas partes; ver el mundo, ser el centro del mundo y permanecer oculto al mundo, tales son algunos de los menores placeres de esos espíritus independientes, apasionados, imparciales, que la lengua sólo puede definir torpemente. El observador es un príncipe que disfruta en todas partes de su incógnito.

Charles Baudelaire  El señor G

Fot. Magnum Photos
Abbas Kiarostami, Teherán,1997

Del todo incierto




Del todo incierto este poso de la memoria.
Del todo abierto ese candado en tus poros.
Buscas debajo de las tablas rehusadas.

Para siempre serán inútiles las palabras.


Distancia


Toda reflexión sobre la pasión es en definitiva una interrogación sobre la distancia.

Cristina Peri Rossi

Foto de Flor Garduño

Caminar


Sin embargo, nuestros pies no tienen raíces, al contrario, están hechos para moverse. Si bien caminar ya no es considerado por la práctica totalidad de nuestros contemporáneos (en las sociedades occidentales) como un medio de transporte, incluso para los trayectos más elementales que se puedan concebir, triunfa, pese a todo, como actividad de recreo, afirmación de uno mismo, en busca de la tranquilidad, del silencio, del contacto con la naturaleza. (...)  El vagabundeo, tan poco tolerado en nuestras sociedades como el silencio, se opone así a las poderosas exigencias del rendimiento, de la urgencia y de la disponibilidad absoluta en el trabajo o para los demás (convertida, con la aparición del teléfono móvil, en una caricatura).

David Le Breton   Elogio del caminar
Ed. Siruela
Trad. Hugo Castignani

Fot: Bill Doyle
The Aran Islands, Ireland, 1960

sábado, 25 de marzo de 2017

Las últimas páginas


Lejos de los amores feroces del origen,
y lejos del amor que, a modo de refugio,
la mente siempre inventa, el amor
que ahora me consuela es sin urgencias.
Cálido, respetuoso: amor de sol de invierno.
Amar es descubrir
una promesa de repetición
que tranquiliza.

Estos poemas hablan de esperar,
porque el amor es siempre una cuestión
de las últimas páginas.
Ningún otro final podría estar
a la altura de tanta soledad.


Luz perfecta



Ahí estás, en toda tu inocencia, sentada entre los narcisos, como en una foto compuesta para el título: "Inocencia". Una perfecta luz ilumina tu cara como un narciso. Igual que el de aquellos narcisos sería tu único abril sobre la tierra entre los narcisos. En tus brazos, como un osito de peluche, tu nuevo hijo, de sólo un par de semanas en su inocencia. Madre con hijo, como en la pintura sacra. Y a tu lado, elevando hacia ti su risa, tu hija, apenas dos años. Como un narciso inclinas el rostro hacia ella, diciendo algo, pero tus palabras se perdieron en la cámara. Y el conocimiento dentro del montículo en que estabas sentada, una colina fortaleza con su foso, más grande que la casa, tampoco alcanzó la foto. Mientras tu instante siguiente, acercándose a ti como un soldado de infantería que lentamente volviese de tierra de nadie, inclinado bajo el peso de algo, tampoco te alcanzó nunca. Se derritió, sin más, en esa luz perfecta.

Ted Hughes   Cartas de cumpleaños
Ed. Lumen
Trad. Luis Antonio de Villena

En la foto Sylvia Plath, esposa del autor, y sus hijos Frieda y Nicholas.

Tú eres


Tú eres la profundidad de todas las cimas.

Te juré no escribirte



Te juré no escribirte. Por eso estoy llamándote en el aire para decirte nada, como dice el vacío: nada, nada, sino lo mismo y siempre lo mismo de lo mismo que nunca me oyes, eso que no me entiendes nunca, aunque las venas te arden de eso que estoy diciendo.

Gonzalo Rojas
Retrato de mujer

viernes, 24 de marzo de 2017

Desanh, paslac, silsom


Deseo anhelante abrió la boca.
Balbuceó: tú, tú, tú.
Pasión lacerante se la cerró.
Gritó: yo, yo, yo.
Silencio sombrío escuchaba.
No dijo nada.

Fot. André Kertész

Tríada



El primero fue apenas una revelación,
torpe mas feraz.

El segundo tomó la palabra,
el reclamo, el cuerpo abierto. Nada.

Tú, el tercero, tuviste que ser
el que a mis labios diera el fulgor.

Nosotros, nunca, nunca,
pronunciaremos la palabra amor.


Fot. Illa Meery 1930s

Es el Tiempo


es el Tiempo jugador codicioso
que gana sin hacer trampas.


Fot. Magdi Senadji, 1989

martes, 21 de marzo de 2017

Utopía


Ella está en el horizonte -dice Fernando Birri-. Me acerco dos pasos, ella se aleja dos pasos. Camino diez pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. Por mucho que yo camine, nunca la alcanzaré. ¿Para que sirve la utopía? Para eso sirve: para caminar.

Eduardo Galeano

lunes, 20 de marzo de 2017

Inerte


Mi mundo no quiere ruido.
Lo que él ansíe marca mi camino.
Extraño es, incluso, del corazón el latido.
Inmersa en el verde
mi lengua resta inerte.

No, decir no.



No, decir no. 
Acallar el deseo, 
ni mú, no te muevas.
Entra en la jaula
y cierra la puerta.

Es de día. La vida espera.

Fot.  Andreas Heumann

Bajo fianza de las nubes


Tengo nostalgia de un país
en el que nunca estuve,
donde todos los árboles y las flores
me conocen,
al que nunca voy,
pero donde las nubes
se acuerdan exactamente
de mí,
un extranjero que
en casa alguna
puede desahogarse llorando.

Viajo
hacia islas sin puerto,
tiro al mar las llaves
inmediatamente al zarpar.
No arribo a ninguna parte.
Mi vela es como una telaraña,
pero no se rompe.
Y allende el horizonte,
donde los grandes pájaros
al final de su vuelo
secan las alas al sol,
hay un continente
donde me deben recoger
sin pasaporte,
bajo fianza de las nubes.

Bajo fianza de las nubes

Fot. Mitre Peak, Nueva Zelanda

Construir la isla


Construir la isla.
Construir la feroz soledad.
Cuerpo a cuerpo con el veneno.
O con la ceniza.
Caos de repente lavado de música.
De emociones demasiado azules.

Espejos, ausencias

Ninguna parte



Nadie podría encontrarnos. [...] ¿Quién podría sospechar que no íbamos a ninguna parte?

Julio Cortázar

Fot. livaniana

El cielo de la noche



Hay niebla y es de noche. 
Desde el insomnio veo
toda la oscuridad que está esperándome
posada como un ave sobre lo que perdí.
He abierto la ventana. Se disipa la niebla.
No podría olvidar todo lo que te debo:
el último sentido de la palabra amor.
Brutal de tan exacto, el cielo de la noche.

El sentido último

Fot. rudhacharya

Aniquilación


En cuanto al amor, ya no había que contar con él: yo era sin duda uno de los últimos hombres de mi generación que se quería a sí mismo lo bastante poco como para ser capaz de amar a otra persona, aunque sólo fuera así en raras ocasiones, exactamente dos veces en mi vida. No había amor en la libertad individual, en la independencia, era pura y simplemente mentira, y una de las más burdas que se puedan imaginar: sólo hay amor en el deseo de aniquilación, de fusión, de desaparición individual, en una especie, como se decía antaño, de sentimiento oceánico, en algo que de todas maneras, al menos en un futuro próximo, estaba condenado.

Ed. Alfaguara, 2005
Trad. Encarna Castejón


domingo, 19 de marzo de 2017

Misión


La desaseada casa del agrimensor.
Cuántas fronteras, cuántos caminos,
tendrán que cruzar mis pasos.
Llegar, asear y medir,
la desaseada casa del agrimensor.

Nina Careless

Uno tarda su propia vida



Uno tarda su propia vida
en comprender que ya no le aman.

Cuando por fin lo entiende entonces ya es tarde,
los puños se destensan,
el nudo se afianza y se acomoda,
el tiempo pasa lento como el vuelo de esos pájaros
que ya no llegan
y la vida parece un otoño que no termina de romper.

He de aprender a seguir, me repito,
tras esta barrera de barro y recuerdos.
He de hacerlo, me digo,
con las manos llenas de años.

No lo estoy haciendo mal, amor.
Mi madre me ve reír,
me dejo abrazar por el sol de la calle,
pienso en el mar a cada instante, pienso en él cuando me ahogo
y respiro, intento respirar, trato de controlar
el aire que me falta a veces
y otras veces lo consigo,
y pienso que te gustaría saberlo.

Sin embargo,
aún me asusta hablar de ti,
ponerte en boca de otros
y no tener ya ganas de besarla.

Estoy rota por dentro y no lo oculto.
Sé que pasará un tiempo hasta que puedas abrazarme
y no se te claven mis pedazos,
esta parte de ti hecha añicos aquí dentro.

Poco a poco voy comprendiendo este peso,
esta carga de nostalgia tremebunda que nadie logra sostener,
esta tristeza que tú entendiste y acariciaste
hasta que te miró de frente y la soltaste.

No te culpo,
es importante que lo sepas,
me hiciste dormirla durante tanto tiempo
que sigo creyendo que fuiste un milagro aunque ya no crea en la fe.

Sé que mi risa es una meta y mi tristeza el camino,
sé que ambas volverán a partir el mundo de alguien en dos,
pero ahora solo necesito cuidar de mí misma
y dejarme en las manos del tiempo que me acompaña siempre.

Porque a veces me río, amor,
y me acuerdo de ti
y pienso que te gustaría saberlo, que lo echarás de menos,
y entonces un pájaro se para en mi alféizar y me tiende un ala.

Finitud


La muerte siempre está en camino, pero el hecho de que no sepamos cuando llegará parece restarle finitud a la vida. Lo que odiamos tanto es esa terrible precisión. Pero como no sabemos, nos toca creer que la vida es un pozo sin fondo. Sin embargo, las cosas ocurren solo un determinado número de veces, en realidad, muy pocas. ¿Cuántas veces más recordarás cierta tarde de tu infancia, una tarde que forma una parte tan entrañable de tu ser que ni siquiera puedes imaginar la vida sin ella? Quizá cuatro o cinco veces más. Quizás ni eso. ¿Cuántas veces más verás salir la luna llena? Quizás veinte. Y sin embargo todo parece ilimitado.

Paul Bowles    El cielo protector

Fot. anónima del autor en Tánger

viernes, 17 de marzo de 2017

El sistema



Produce vértigo contemplar el mundo conocido desnudo de nombres. Porque en cuanto algo es nombrado se le otorga un poder, pero en cuanto pierde su nombre se convierte en algo temible.

Ricardo Menéndez Salmón,   El Sistema
Ed. Seix Barral, 2016

Fot. Kansuke Yamamoto

jueves, 16 de marzo de 2017

Profecías


Soy el profeta de lo que ya ha ocurrido. Leo el pasado en la palma de la mano de la mujer que amo, pronostico la lluvia que ya cayó, soy un experto en las nieves del año pasado, conjuro los espíritus de lo que siempre ha ocurrido, preveo los días de antaño, dibujo los planos de casas que ya se han caído, profetizo la pequeña habitación con sus pocos muebles: una toalla puesta a secar sobre la única silla, el arco de la ventana, curvado como nuestros cuerpos cuando se aman.

Yehuda Amijai

Fot. Matt Haddaway

Ulises pasa ante Ítaca


Ulises pasa ante Ítaca

¿Qué son esos peñascos, esa arena? Son Ítaca.
Sabes que están allí la abeja y el olivo,
y la esposa leal y el viejo perro,
pero mira, el agua brilla negra bajo tu proa.

¡No, no mires más esta ribera! 
Sólo es tu pobre reino. Tú no vas 
a tender la mano a ese hombre que eres,
tú, que no tienes ya tristeza ni esperanza.

Pasa, defrauda. ¡Que huya por tu izquierda! 
Mira que para ti se ahonda ese otro mar, 
la memoria que asedia al que quiere morir.

¡Sigue! Mantén el rumbo hacia la otra 
ribera baja, allá. Donde, en la espuma, 
juega aún el niño que tú fuiste aquí.

La larga cadena del ancla
La hora presente
Ed. Galaxia Gutenberg, 2016
Trad. Enrique Moreno Castillo


El mundo es nuestro



Con despecho se dio cuenta que una treintena de metros más abajo otra muchacha estaba cayendo. Era decididamente más bella que ella y portaba un vestido de media tarde con mucha clase. Quién sabe por qué, la otra descendía a una velocidad muy superior a la suya, hasta el punto que en pocos instantes la distanció y desapareció allá abajo, a pesar de los llamados de Marta. Sin duda iba a llegar a la fiesta antes que ella; tal vez era un plan calculado de antemano para suplantarla. 
Luego Marta se dio cuenta que ellas dos no eran las únicas que caían. A todo el largo de los flancos del rascacielos, otras mujeres jóvenes se deslizaban en el vacío, las caras tensas por la excitación del vuelo, agitando festivamente las manos como para decir: aquí estamos, aquí venimos, es nuestra hora, festéjennos, ¿no es verdad que el mundo es nuestro?

Dino Buzzati Una muchacha que cae
Trad. Bartolomé Leal

Fot. David Hochbaum, 2010

Acariciarte es también


Acariciarte es también una manera
de buscar la verdad,
como si tus mejillas fueran
lo que parece que es tu rostro
que reconozco o adivino
pero nunca del todo
y no te encuentro, verdad, sino cuando te busco
y no te encuentro,
verdad,
hasta que cada caricia que te encuentra
te pierde,
desnuda,
pero nunca del todo,
sino sólo un instante
para siempre.


La Comtesse de Fleury, 1952

Instantes


Nuestros instantes:
la ligereza de un vuelo,
la fugacidad de lo perpetuo.

miércoles, 15 de marzo de 2017

Ni costumbre ni ganas


No tienes costumbre y no tienes ganas de establecer diagnósticos. Lo que te perturba, lo que te conmueve, lo que te da miedo, pero que a veces te entusiasma, no es lo repentino de tu metamorfosis, es al contrario, justamente el sentimiento vago y pesado de que no se trata de una metamorfosis, de que nada ha cambiado, de que siempre has sido así, incluso aunque no lo supieras hasta hoy: éste, en el espejo resquebrajado, no es tu nuevo rostro, son las máscaras que se han caído, el calor de tu cuarto las ha derretido, la torpeza las ha despegado. Las máscaras del camino recto, de las bellas certezas. Durante veinticinco años, ¿no has sabido nada de lo que hoy ya es inexorable? En lo que llamas historia, ¿nunca has visto fisuras? Los tiempos muertos, los pasajes vacíos. El deseo fugitivo y agudo de dejar de oír, de dejar de ver, de permanecer silencioso e inmóvil. Los sueños insensatos de soledad. Amnésico errante en el País de los Ciegos: calles anchas y vacías, luces frías, rostros mudos sobre los cuales deslizaría tu mirada. Nada te alteraría jamás.

George Perec  Un hombre que duerme
Ed. Impedimenta, 2009
Trad. Mercedes Cebrián Coello

Caparazón o armadura



Tumbado en la tienda, Michel esperó la aurora. A eso del final de la noche estalló una tormenta muy violenta; le sorprendió darse cuenta de que estaba un poco asustado. Luego el cielo se calmó, y empezó a caer una lluvia lenta y regular. Las gotas golpeaban la tela con un ruido sordo, a pocos centímetros de su cara; pero él estaba a salvo del contacto. De repente tuvo el presentimiento de que su vida entera iba a parecerse a ese momento. Se movería entre las emociones humanas, y a veces estaría muy cerca de ellas; otros conocerían la felicidad o la desesperación; pero nada de eso tendría que ver jamás con él, ni podría alcanzarle. Durante la velada, Annabelle le había mirado muchas veces mientras bailaba. Él quería moverse, pero no podía; sentía con toda claridad que se estaba hundiendo en un lago helado. Sin embargo, todo era excesivamente tranquilo. Se sentía separado del mundo por unos cuantos centímetros de vacío, que formaban en torno a él un caparazón o una armadura.

Ed. Anagrama. 
Trad. Encarna Castejón

A veces


A veces llamaba Niebla
al vapor de tus labios recién nacidos.
A veces llamaba Amor
a esa ausencia espesa,
a esa saliva de los labios,
a esa mesa sin pan,
que caía en el azar de lo perdido.

martes, 14 de marzo de 2017

No había nada que decir


No había nada que decir. Estaba sordo dentro de sí mismo. Ya no tenía sentimientos. Ni para los demás ni para él mismo. Todo había terminado; lo sabía, pero no lo sentía todavía. Sólo sentía que no sentía nada.

Erich Maria Remarque

Fot: Shinji Aratani

Una noche irresistible


En el fondo del hombre hay una noche irresistible. Cada anochecer, los hombres y las mujeres se quedan dormidos. Se hunden en esa noche como si las tinieblas fuesen un recuerdo.
Son un recuerdo. 
A veces, los hombres creen que se acercan a las mujeres; miran la expresión de sus rostros; tienden los brazos hacia sus hombros; vuelven a sus cuerpos cada anochecer y se acuestan contra sus costados, pero no por eso duermen; no son más que los juguetes de la noche, atados por la escena invisible que los ha engendrado y que arroja su sombra por todas partes y sobre todas las cosas.

Pascal Quignard  Terraza en Roma
Ed. Espasa, 2008
Trad. Encarna Castejón

Bajo tu lástima


Nunca me vi pequeña como ahora,
a los pies de tu altura
compasiva.

Nunca, como hoy, descalza
y azotada,
a un instante del nunca, irremediable.

Ya no vibra mi carne
en paraísos,
ni en infiernos, ni en manzanas, serpientes,
ni en exilios.

Bajo tu lástima

Es tiempo



Corona

En mi mano el otoño come su hoja: somos amigos.
Extraemos el tiempo de las nueces y le enseñamos a caminar:
regresa el tiempo a la nuez.

En el espejo es domingo,
en el sueño se duerme,
la boca dice la verdad.

Mi ojo asciende al sexo de la amada:
nos miramos,
nos decimos palabras oscuras,
nos amamos como se aman amapola y memoria,
nos dormimos como el vino en los cuencos,
como el mar en el rayo sangriento de la luna.

Nos mantenemos abrazados en la ventana, nos ven desde la calle:
tiempo es de que se sepa,
tiempo es de que la piedra pueda florecer,
de que en la inquietud palpite un corazón.
Tiempo es de que sea tiempo.

Es tiempo.

La arena de las urnas, 1948
Versión de José Ángel Valente

Charis (Nude), 1935

lunes, 13 de marzo de 2017

Consejos


No dejes que termine el día sin haber crecido un poco,
sin haber sido feliz, sin haber aumentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento.

No permitas que nadie te quite el derecho a expresarte,
que es casi un deber.

No abandones las ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y las poesías
sí pueden cambiar el mundo.

Pase lo que pase nuestra esencia está intacta.
Somos seres llenos de pasión.
La vida es desierto y oasis.

Nos derriba, nos lastima,
nos enseña,
nos convierte en protagonistas
de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra,
la poderosa obra continúa:
Tu puedes aportar una estrofa.
No dejes nunca de soñar,
porque en sueños es libre el hombre.

No caigas en el peor de los errores:
el silencio.

La mayoría vive en un silencio espantoso.
No te resignes.
Huye.
“Emito mis alaridos por los techos de este mundo”,
dice el poeta.

Valora la belleza de las cosas simples.
Se puede hacer bella poesía sobre pequeñas cosas,
pero no podemos remar en contra de nosotros mismos.
Eso transforma la vida en un infierno.

Disfruta del pánico que te provoca
tener la vida por delante.
Vívela intensamente,
sin mediocridad.
Piensa que en ti está el futuro
y encara la tarea con orgullo y sin miedo.

Aprende de quienes puedan enseñarte.
Las experiencias de quienes nos precedieron
de nuestros “poetas muertos”,
te ayudan a caminar por la vida
La sociedad de hoy somos nosotros:
Los “poetas vivos”.

No permitas que la vida te pase a ti sin que la vivas …


Fot. Irving Penn
Firenze, 1948

Ayuda en el puente


   En cuanto lo vi en el puente con la mirada perdida y el rostro confuso supe que necesitaba ayuda. Como me considero un buen psicólogo, decidí socorrerlo.
   Me acerqué, le ofrecí un cigarrillo y nos quedamos conversando largas horas apoyados en la baranda.
   Ya casi amanecía cuando apreté el gatillo. Aguanté el cuerpo con el hombro y disparé por segunda vez a su cabeza. Luego, con un empujón, lo tiré al río.
   Me alejé con paso sereno y la satisfacción del deber cumplido. No hay nada que me ponga más contento que ayudar a los suicidas indecisos.

Antonio Cruz, El tío Elías y otros cuentos

Fot. Albarrán Cabrera

Soledades


Todos los espacios de nuestras soledades pasadas, los espacios donde hemos sufrido de la soledad o gozado de ella, donde la hemos deseado o la hemos comprometido, son en nosotros imborrables. Y, además, el ser no quiere borrarlos.

Gaston Bachelard

Nada es permanente


...Nada es permanente. Menos la palabra.
Esto tampoco,
esto tampoco,
esto tampoco...

de "Sin embargo"

domingo, 12 de marzo de 2017

Aferrarse


A menudo, Kafka soñaba encontrarse en una gran sala llena de gente y leer en voz alta, desde un podio, sin interrumpirse, toda La educación sentimental. Era una fantasía de potencia, el deseo de dominar a los demás por medio de la única arma que le confería relativa superioridad, o sea, la palabra. Pero con la codicia del poder se entrelaza, nostálgico y ambiguo, el anhelo del amor: para fascinar a los escuchas y para sostenerse -entre la multitud de la vida real y la de una sala imaginaria y colmada- Kafka fantaseaba en aferrarse a un grandísimo libro de amor, al libro del desencanto y la desilusión.


No sé


Pisadas que resuenan en la memoria
a lo largo del pasillo que no seguimos
hacia la puerta que nunca abrimos.
Hacia el rosal. Mis palabras resuenan
Así, en tu espíritu.
Pero para qué
perturbar el polvo en un tazón de pétalos de rosa.

No sé.

Cuatro Cuartetos

Control



Te miro con desprecio,
y tu odio crece.
Te miro con benevolencia,
y tu desconcierto se asoma ante mi.
Te controlo en cierta forma,
y no puedes hacer nada contra eso.

Alejandra González

viernes, 10 de marzo de 2017

Pequeños sucesos


A veces
la vida se interrumpe
para advertirnos
de la peligrosa tentación de la renuncia:
una inocente miga de pan
te descubre,
primero,
la oscura inmediatez

y rápidamente
la prisa en cada paso.

En tiempos de duda
cada latido
es la decisión que justifica toda nuestra existencia.

La primera vez que vi un animal muerto
Ed. Difícil, 2016