El primero fue apenas una revelación,
torpe mas feraz.
El segundo tomó la palabra,
el reclamo, el cuerpo abierto. Nada.
Tú, el tercero, tuviste que ser
el que a mis labios diera el fulgor.
Nosotros, nunca, nunca,
pronunciaremos la palabra amor.
Fot. Illa Meery 1930s