sábado, 30 de junio de 2018

La Palabra


El Apóstol nos dice que en el principio era la Palabra. No nos da garantía alguna sobre el final.

Lenguaje y silencio
Ed. Gedisa, 2013
Trad. Miguel Ultorio

Fot. Masao Yamamoto

La Palabra


El Apóstol nos dice que en el principio era la Palabra. No nos da garantía alguna sobre el final.

Lenguaje y silencio
Ed. Gedisa, 2013
Trad. Miguel Ultorio

Fot. Masao Yamamoto

Lanzarse al agua


Pocos, muy pocos, los humanos que se lanzan al agua para alcanzar la voz del agua, la voz infinitamente lejana, la voz sin ser voz, el canto todavía no articulado que viene de la penumbra. Algunos músicos. Algunos escritores más silenciosos que los demás, en páginas más mudas todavía.
Extraña penumbra maternal; extraña porque su oscuridad precede en los hombres a la noche misma.

Pascal Quignard
Butes
Ed. Sexto Piso, 2011
Trad. Carmen Pardo y Miguel Morey

Estás inmóvil y esperas


Estás inmóvil y esperas. Te estás esperando. Pero, ¿qué vas a hacer contigo? ¿Qué te vas a decir, rodeado como estás de tanto no-decir?
¿Qué pasa a través del silencio? ¿Quién pasa? Es tu mal que está pasando a través de ti, fuera de ti, es una omnipresencia de tu misterio negativo.
¿Piensas en lo que quieres ser? Tus pesares no tienen futuro. Ni ningún futuro es tuyo. En el tiempo ya no tienes cabida; en el tiempo yace el horror.
Y entonces te vas. Al marcharte te olvidas. Y en tu caminar eres otro y siendo, ya no eres.

Ed. Tusquets, 1998
Trad. Joaquín Garrigós

Sea of clouds at Mount Hôô, 1928

viernes, 29 de junio de 2018

Límites


Tarde o temprano en la vida cada uno descubre que la felicidad perfecta es irrealizable, pero pocos son los que nos detenemos a considerar la antítesis: que la infelicidad perfecta es igual de inalcanzable. Los obstáculos que impiden la realización de estos dos estados extremos son de la misma naturaleza: derivan de nuestra condición humana, que se opone a todo lo infinito. Nuestro cada vez más insuficiente conocimiento del futuro se opone a ello: y esto se llama, en un caso, esperanza y en el otro caso, la incertidumbre del día siguiente. La certeza de la muerte se opone a ello: porque establece un límite en cada alegría, pero también en cada duelo.

Primo Levi
Si esto es un hombre
Ed. El Aleph, 2013
Trad. Pilar Gómez Bedate


Fot. Kurt Reichert
In licht und sonne

miércoles, 27 de junio de 2018

Experimentación


Experimento
la irrigación de la sangre
y la exaltación de la piel,
un dolor antiguo
actúa en el organismo.

No cesa
el estado de alerta,
listo el cuerpo para recibir
el impacto.

No temo
a los animales,
a la noche,
al crujido
en el estómago.

En "Cesto de trenzas"
Editorial: La bella Varsovia, 2018

martes, 26 de junio de 2018

Llegará a su tiempo


Jugarán otros niños en el prado,
dormirán bajo tierra otros cansancios;

pero la pensativa primavera
como la nieve llegará a su tiempo.


lunes, 25 de junio de 2018

Demasiado bonito


Demasiado bonito para que durara; ya saben, los espíritus singulares no soportan tanto amor, tanta perfección encontrada por casualidad.

Roberto Bolaño

Fot. El autor y su jardín paupérrimo cuando vivió en Barcelona, en el Carrer Tallers, 45, en 1977

Pesadillas


Las peores pesadillas no tienen monstruos sino espejos.

Escandar Algeet

Fot. Bea Nettles
“Complexities”, 1992

domingo, 24 de junio de 2018

Era tarde, por supuesto


GÉNESIS 

Era tarde, por supuesto.

Sólo tú y yo quedábamos en la mesa,
acabándonos la segunda botella de vino,
cuando dijiste que quizá Eva fue creada
antes que Adán, que nació como una costilla
tomada del costado femenino un anochecer edénico.

Puede ser, recuerdo haber dicho,
porque en aquel entonces había muchas posibilidades,
y hablé de la serpiente parlante
y de las jirafas que sacaban el cuello del arca,
el olfato alerta al diluvio del Viejo Testamento.

Me gustan los hombres de mente abierta, dijiste,
alzando tu copa brillante hacia mí,
y yo alcé la mía y empecé a pensar
cómo sería la vida si fuera una de tus costillas:
estar todo el tiempo contigo,
a caballo entre tu blusa y tu piel,
preso bajo el suave peso de tus pechos;

tu costilla favorita, quiero creer,
si alguna vez te dignaras enumerarlas.

Justo eso hice aquella misma noche,
cuando te habías dormido
y tu espalda se encajaba en mi tórax,
y tus largas piernas se apretaban contra las mías,
y mis dedos se rendían al conteo enloquecido del amor.

Versión de Mauricio Montiel Figueiras

Fot. Jing Wen by Suffo Moncloa
Muse Autumn/Winter 2015

sábado, 23 de junio de 2018

Paréntesis


dado que el sentimiento es lo primero,
quien preste algo de atención
a la sintaxis de las cosas
nunca te va a besar completamente;

mi sangre está de acuerdo
con ser un tonto por entero
(...)
el aleteo de tus párpados me dice
que somos el uno para el otro: 
ríe entonces, recuéstate en mis brazos
pues la vida no es un párrafo

y creo que tampoco un paréntesis la muerte


Versión J.M. Montefogo

Fot. Ossip
Irmtraut, 2001

Mayoría


Siempre que te sientas al lado de la mayoría, es tiempo de pararse a reflexionar.

Mark Twain

Fot. Sarah Moon

Complicación


La casualidad suele ser complicada.

Fot. Volker Seding
China series 37, 1993

viernes, 22 de junio de 2018

La casa en llamas


La casa en llamas

Se llamaban a sí mismas las salvadoras de las casas en llamas, aunque ninguna de aquellas seis mujeres, con edades comprendidas entre la cincuentena y los setenta años, tenía otra experiencia que la laboral antes de jubilarse: dos cajeras de banco que apenas conocían más que el minúsculo cubículo tras la ventana con barrotes, tres secretarias que compartían una amplia oficina con demasiada gente y la señora Lu, que se había pasado muchos años vigilando la puerta de una residencia femenina en un edificio universitario de seis plantas.

Texto completo

Fot. Kitagawa Utamaro
Tres señoras sentadas con linternas, tetera, candelabro e instrumento de cuerda.

Islas


En el interior de la sobrecubierta descubrí una pequeña hoja de papel suelta. Era el mapa de una isla, que incluía además un trampantojo en la esquina inferior derecha; no tenía escala ni leyenda. En el centro de esta isla muda y anónima se alzaba un gran macizo montañoso, pintado con acuarela marrón, en sus valles había pequeños lagos y los ríos serpenteaban en su travesía hacia el mar, apenas insinuado por el contorno azul que enmarcaba la orilla.
Imaginé que un joven aprendiz de cartografía habría ensayado sus primeros trazos en esta isla, antes de atreverse a dibujar la tierra firme; y de repente me resultó meridianamente claro que las islas no son más que pequeños continentes, y que los continentes, por lo tanto, no son nada más que islas muy muy grandes. Este pedazo de tierra de claros contornos era perfecto, pero al mismo tiempo había sido olvidado completamente, como la hoja suelta en la que fue dibujado; había perdido todos sus vínculos con tierra firme, el resto del mundo simplemente se había esfumado. Nunca he vuelto a ver una isla tan solitaria.

Judith Schalansky
Atlas de Islas Remotas
Ed. Capitán Swing/Nørdica libros, 2013
Trad: Isabel G. Gamero

Utopía del intento


El hombre sin atributos es precisamente el hombre del “aún no”, el que no considera nada definitivo, el que detiene cualquier sistema, el que impide cualquier fijación, el que “no dice no a la vida, sino aún no”, el que, en fin, actúa como si el mundo -el mundo de la verdad- no debiera comenzar sino mañana.

Blanchot sobre Musil y su búsqueda apasionada de la “utopía del intento”.

Maurice Blanchot
El libro por venir
Ed. Trotta, 2005
Trad. Cristina de Peretti

Fot. Takeyoshi Tanuma
Tokyo 1949

Certeza


Al ver que no sonaba el teléfono, supe de inmediato que eras tú.

Dorothy Parker

Fot. Lilla Elfin

jueves, 21 de junio de 2018

Balance


Yo nunca he podido hacer balance. Siempre estoy menos algo. Por lo tanto, tengo una razón para seguir adelante. Pongo toda mi vida en el balance, para que no produzca nada. Para no conseguir nada, tienes que poner a la vista una infinidad de cifras. Efectivamente: en la ecuación vital, mi signo es el infinito. Para no llegar a ninguna parte, hay que atravesar todos los universos conocidos: debes estar en todas partes, para no estar en ninguna. Para conseguir el desorden, debes destruir "toda” forma de orden. Para enloquecer, debes tener una tremenda acumulación de cordura. Todos los dementes cuyas obras me han inspirado estaban tocados por una fría cordura. No me han enseñado nada porque las hojas del balance que nos legaron habían sido falsificadas. Para mí, sus cálculos no tienen sentido porque las cifras han sido alteradas. Los maravillosos libros mayores con bordes dorados que hemos heredado poseen la horrible belleza de las plantas que han madurado durante la noche.

Henry Miller
Primavera negra
Ed. Edhasa, 2008
Traducción de Carlos Bauer y Julián Marcos

Algo se acaba


Algo se acaba. Te das cuenta por el hecho de que, cuando te aburres y te sientas a fumar, estás inquieto y ansioso. ¿Temes cosas de la vida práctica? No. Temes a tu vacío.

Cesare Pavese
El oficio de vivir
Ed. Seix Barral, 2001
Trad. Ángel Crespo

Gif, Marcela Paniak

Impulsos


Sus ojos tenían la mirada del gato que hace desear acariciarlo, pero que no quiere a nadie, que nunca considera que deba responder a los impulsos que despierta.

Anaïs Nin
Mathilde (texto completo)
Delta de Venus
Ed. Alianza, 2008
Trad. Víctor Vega Suárez

Fot. Ellen Von Unwerth

Menos


Hase de hablar como en testamento, que a menos palabras, menos pleitos.

Baltasar Gracián (S. XVII)
Oráculo manual y arte de prudencia
Ed, Cátedra, 2005

Fot, Christo and Jeanne-Claude
Christo's studio with "Green Store Front", 1964

miércoles, 20 de junio de 2018

No somos nada


-!No somos nada...!
En efecto, no somos nada.
Es la frase que suele utilizarse en nuestro país cuando a alguien le llega la noticia de la muerte de una persona joven, o de cualquiera que se hallase en un proceso de ascensión social, de realizar una carrera que la muerte ha truncado con todo el dramatismo que suele ir ligado a estas interrupciones desgraciadas.
Sí, no somos nada, pero no hay duda de que el señor Ramón le hizo un hijo a la señora Quimeta, su esposa, y de que esta persona murió de parto. Acepto gustoso que en la producción del acto hubo, por parte del señor Ramón, cierta jovial inconsciencia y, por parte de la señora Quimeta, un instante más o menos prolongado de felicidad. Sea como sea, la señora Quimeta murió de parto, por lo que resulta difícil en este caso no plantearse la cuestión de sí el señor Ramón representó o no representó algo para la señora Quimeta. El señor Ramón era un hombre corpulento, con un gran bigote rubio. La imaginación literaria me invita a creer que, poco antes de perder el conocimiento, la señora Quimeta pensó de manera obsesiva en el bigote de su marido y tuvo quizá la sensación de que el bigote se le caía encima y le aplastaba la boca, como la cresta de una cordillera.
También sería muy difícil imaginar que Hitler no hubiera sido nada para los millones de judíos y contraopinantes a los que destruyó en las cámaras de gas y en los campos de concentración de la última guerra.
Dejando, sin embargo, de lado estás pequeñeces, que no somos nada -¡No somos nada!- es de lo más obvio.

Josep Pla
Dietarios I: El cuaderno gris; Notas dispersas
Ed. Espasa Forum
Trad. Dionisio Ridruejo y Gloria de Ros


La rueda


LA RUEDA

El arco o puente que va
de tu mano a la mía cuando
no se tocan, abre
una flor intermedia.
¿Qué toca, qué retoca, qué trastoca
ese vacío de las manos
solas en su fatiga?
Nace una flor, sí,
se agosta en mayo como una
equivocación de la lengua
que se equivoca , sí.
¿Por qué este horror?
En la página de nosotros mismos
tu cuerpo escribe.



Carta


Sólo quiero hablar contigo, decírtelo todo por primera vez. Tendrías que conocer toda mi vida, que siempre fue la tuya aunque nunca lo supiste. Pero sólo tú conocerás mi secreto, cuando esté muerta y ya no tengas que darme una respuesta; cuando esto que ahora me sacude con escalofríos sea de verdad el final. En el caso de que siguiera viviendo, rompería esta carta y continuaría en silencio, igual que siempre. Si sostienes esta carta en tus manos, sabrás que una muerta te está explicando aquí su vida, una vida que fue siempre la tuya desde la primera hasta la última hora.

Stefan Zweig
Carta de una desconocida
Ed. Acantilado, 2002
Trad. Berta Conill

Fot. Mack Minks

Un sueño que aún no ha nacido


Hablar con desconocidos significa no saber el mundo de antemano, no conocerlo jamás, sentirse trozos de una pieza irremediablemente descompuesta, mirar la inmensidad como si nunca dejásemos de ser niños en estado de niñez. Un desconocido trae una voz nueva, una irrupción que puede cambiar el pulso de la tierra, un gesto que nos hace torcer lo ya sabido, una palabra antes ignorada. Y se trata de escuchar, no de estar de acuerdo. Estar o no de acuerdo con algo que no pensábamos o no mirábamos antes, carece de todo interés. Lo que vale la pena es asumir la desnudez extrema de un sueño que aún no ha nacido.

Palabra


Antes de emplear una palabra hermosa, hazle un sitio.

Joseph Joubert
Sobre Arte y Literatura
Ed. Periférica, 2007
Trad. Luis Eduardo Rivera

Fot. Cy Twombly

martes, 19 de junio de 2018

Cómo me vas a explicar…


Cómo me vas a explicar…

¿Cómo me vas a explicar, 
di, la dicha de esta tarde,
si no sabemos porqué 
fue, ni cómo, ni de qué 
ha sido, 
si es pura dicha de nada?
En nuestros ojos visiones, 
visiones y no miradas,
no percibían tamaños,
datos, colores, distancias.
De tan desprendidamente 
como estaba yo y me estabas 
mirando, más que mirando,
mis miradas te soñaban, 
y me soñaban las tuyas.
Palabras sueltas, palabras, 
deleite en incoherencias,
no eran ya signo de cosas, 
eran voces puras, voces
de su servir olvidadas.
¡Cómo vagaron sin rumbo,
y sin torpeza las caricias!
Largos goces iniciados,
caricias no terminadas,
como si aun no se supiera
en qué lugar de los cuerpos
el acariciar se acaba,
y anduviéramos buscándolo,
en lento encanto, sin ansia.
Las manos, no era tocar
lo que hacían en nosotros,
era descubrir; los tactos
nuestros cuerpos inventaban,
allí en plena luz, tan claros
como en la plena tiniebla,
en donde sólo ellos pueden
ver los cuerpos,
con las ardorosas palmas.
Y de estas nadas se ha ido
fabricando, indestructible,
nuestra dicha, nuestro amor,
nuestra tarde.
Por eso no fue nada,
sé que esta noche reclinas
lo mismo que una mejilla
sobre este blancor de plumas
-almohada que ha sido alas-
tu ser, tu memoria, todo,
y que todo te descansa,
sobre una tarde de dos,
que no es nada, nada, nada.

Más allá


PÁJAROS volando
al ámbito del canto.

Cada sitio
tiene un camino
que no va
más allá.



En el balcón


Cuando amanece, la señora de rostro blanco se apoya en su balcón de malvones nunca abandonados y emplea el día mirando el paso de la gente a través de la calle o, quién sabe, el paso de la calle a través de la gente. El universo es aquello que cabe en su mirada. No sería posible reconocer esa calle si no fuera por la mujer de tez de luna inmutable. “Se está bien aquí ¿verdad?”, le digo una tarde de lunes, más o menos a las cinco. Con su voz bellamente agrietada, me responde: “Sí, se está bien afuera. Es que adentro hay demasiados recuerdos”. 

Carlos Skliar
Hablar con desconocidos
Ed. Cendaya, 2014

Fot. Louis Faurer
NY 1940s

Ay


¡Ay José, así no se puede!
¡Ay, José, así no sé!
¡Ay, José, así no!
¡Ay, José, así!
¡Ay, José!
¡Ay!

Canción cubana

Pilgrimage, 1933

Azul como una naranja


La tierra es azul como una naranja.


lunes, 18 de junio de 2018

Una gotita de agua


(...) habría que intentar vivir como un hombre nacido para transformarse dentro de un mundo creado para la evolución, o sea, aproximadamente como una gotita de agua en una nube.

Ed. Seix Barral, 2010
Trad. José María Sáenz

Vid. Amr Toukhy

Paisaje


El vínculo más importante entre una persona y un paisaje no es que se haya estado en él, sino que él haya estado en ti.

Kaori O'Connor

Fot. Joseph Mallord William Turner

Mirar


Ann Deverià la miró -pero con una mirada para la que mirar es ya una palabra demasiado fuerte- mirada maravillosa que ve sin preguntarse nada, ver y basta, algo así como dos cosas que se tocan: los ojos y la imagen; una mirada que no toma sino que recibe, en el silencio más absoluto de la mente, la única mirada que de verdad podría salvarnos, virgen de cualquier pregunta, aún no desfigurada por el vicio del saber, única inocencia que podría prevenir las heridas de las cosas cuando desde fuera penetran en el círculo de nuestro sentir; ver, sentir, porque no sería más que un maravilloso estar delante, nosotros y las cosas, y en los ojos recibir el mundo entero; recibir, sin preguntas, incluso sin asombro, recibir, sólo, recibir, en los ojos, el mundo.

Ed. Anagrama
Trad. Xavier González

Fot. Hidden Velvet

Error y fracaso


Una persona se puede equivocar muchas veces, pero no se convierte en un fracaso hasta que empiece a culpar a un tercero por sus propios errores.


Naval

domingo, 17 de junio de 2018

Olvido


Tan pronto como sacaron el cadáver, Rebeca cerró las puertas de su casa y se enterró en vida, cubierta con una gruesa costra de desdén que ninguna tentación terrenal consiguió romper. Salió a la calle en una ocasión, ya muy vieja, con unos zapatos color de plata antigua y un sombrero de flores minúsculas, por la época en que pasó por el pueblo el Judío Errante y provocó un calor tan intenso que los pájaros rompían las alambreras de las ventanas para morir en los dormitorios. La última vez que alguien la vio con vida fue cuando mató de un tiro certero a un ladrón que trató de forzar la puerta de su casa. Salvo Argénida, su criada y confidente, nadie volvió a tener contacto con ella desde entonces. En un tiempo se supo que escribía cartas al obispo, a quien consideraba como su primo hermano, pero nunca se dijo que hubiera recibido respuesta. El pueblo la olvidó.

Gabriel García Márquez
Cien años de soledad
Ed. Debolsillo, 2012

Fot. Michelle Brea

La invención del tallo


(...)
lo que yo amaba por encima de todo
claridad de hierbas de frágil felicidad
era en suma la invención del tallo
brotado temerario, vulnerable
ocupado solamente en crecer.

de "El jardín de Piedras"
Trad. Víctor Bermúdez

viernes, 15 de junio de 2018

Habla también tú


HABLA TAMBIÉN TÚ

Habla también tú
sé el útimo en hablar,
di tu decir.

Habla-
Pero no separes el No del Sí.
Y da a tu decir sentido:
dale sombra.

Dale sombra bastante,
dale tanta
cuanta en torno de ti tú sabes extendida entre
medianoche y mediodía y medianoche.

Mira en torno:
ve cómo alrededor todo se hace viviente
¡En la muerte! ¡Viviente!
Dice la verdad quien dice sombra.

Pero se estrecha ahora el lugar donde estás:
¿Adónde ahora, despojado de sombra, adónde?
Asciende. Tanteante, asciende.
Te haces más sutil, más irreconocible, más fino.

Más fino: un hilo
por el que quiere descender la estrella
para abajo nadar, al fondo,
donde se ve brillar: sobre móviles dunas
de palabras errantes.

De umbral en umbral, 1955
Traducción de José Ángel Valente

jueves, 14 de junio de 2018

Ni siquiera la lluvia


Ni siquiera la lluvia

En algún lugar al que nunca he viajado,
felizmente más allá de toda experiencia,
tus ojos tienen su silencio:
En tu gesto más frágil hay cosas que me rodean
o que no puedo tocar porque están demasiado cerca.

Con solo mirarme, me liberas.
Aunque yo me haya cerrado como un puño,
siempre abres, pétalo tras pétalo, mi ser
como la primavera abre con un toque diestro
y misterioso su primera rosa.

O si deseas cerrarme, yo y
mi vida nos cerraremos muy bella, súbitamente,
como cuando el corazón de esta flor imagina
la nieve cayendo cuidadosa por doquier.

Nada que hayamos de percibir en este mundo iguala
la fuerza de tu intensa fragilidad, cuya textura
me somete con el color de sus campos,
retornando a la muerte y la eternidad con cada respiro.

Ignoro tu destreza para cerrar y abrir
pero cierto es que algo me dice
que la voz de tus ojos es más profunda que todas las rosas...

Nadie, ni siquiera la lluvia tiene unas manos tan pequeñas.


Fot. ResaRot

Menoscabo


Es divertido observar que Deleuze y Debord, dos respetados intelectuales de fin de siglo, se suicidaron sin motivos concretos, sólo porque no soportaban la perspectiva de su propia decadencia física. Estos suicidios no despertaron ningún asombro, no provocaron ningún comentario; en general, los suicidios de la gente mayor, que son los más frecuentes, nos parecen hoy en día perfectamente lógicos. Como rasgo sintomático, también podemos señalar la reacción del público frente a la perspectiva de un atentado terrorista: en la casi totalidad de los casos la gente preferiría morir en el acto antes que verse mutilada, o incluso desfigurada. En parte, claro, porque todos están un poco hartos de la vida; pero sobre todo porque nada, ni siquiera la muerte, les parece tan terrible como vivir en un cuerpo menoscabado.

Michel Houellebecq
Las partículas elementales
Ed Anagrama, 2002
Trad. Encarna Gómez Castejón

Fot. ResaRot

Leyendo



El mundo de ayer


Nuestros maestros tampoco tenían la culpa del desolador ambiente que reinaba en aquella casa. No eran ni buenos ni malos, ni tiranos ni compañeros solícitos, sino unos pobres diablos que, esclavizados por el sistema y sometidos a un plan de estudios impuesto por las autoridades, estaban obligados a impartir su "lección" -igual que nosotros a aprenderla- y que, eso sí que se veía claro, se sentían tan felices como nosotros cuando, al mediodía, sonaba la campana que nos liberaba a todos. No nos querían ni nos odiaban, aunque tampoco había motivos para ninguno de estos sentimientos, pues no sabían nada de nosotros; aun al cabo de varios años, con excepción de unos pocos, seguían sin conocernos por el nombre: según el método pedagógico al uso en aquel entonces, lo único de lo que se tenían que preocupar era del número de errores que había cometido "el alumno" en el último ejercicio. Ellos se sentaban arriba, en la tarima, y nosotros, abajo; ellos estaban allí para preguntar y nosotros, para contestar; aparte de ésta, no existía entre los dos colectivos relación alguna. Y es que entre el maestro y el alumno, entre la tarima y los bancos, entre el Alto visible y el Bajo igual de visible se levantaba la invisible barrera de la "Autoridad" que impedía cualquier contacto. Que un maestro considerase al alumno como un individuo que exigía un trato específico, acorde con sus características personales, o que redactase, como se hace hoy en día, unos informes detallados sobre él, habría supuesto un trabajo muy superior a las atribuciones y capacidades de nuestros pedagogos; por otro lado, una conversación privada habría socavado su autoridad, pues con tal cosa habría colocado a los alumnos a su mismo nivel, que no en vano era "superior". A mi juicio, nada resulta más característico de la total falta de relación que, tanto en el terreno intelectual como en el anímico, existía entre nosotros y los maestros, como el hecho de que me he olvidado de los nombres y los rostros de todos ellos. Mi recuerdo guarda todavía, con una nitidez fotográfica, la imagen de la tarima y del diario de clase, al que siempre intentábamos echar una mirada con el rabillo del ojo porque en él constaban las notas; todavía veo aquel pequeño cuaderno rojo en que se inscribían nuestras calificaciones y el gastado lápiz negro que registraba las cifras; veo mis propios cuadernos, plagados de correcciones del maestro hechas con tinta roja, pero no veo ninguno de aquellos rostros... a lo mejor porque siempre permanecimos ante ellos con los ojos bajos o cerrados.

Stefan Zweig
El mundo de ayer
Ed. Acantilado
Trad. Joan Fontcuberta y Ágata Orzeszek

Ataraxia


Es difícil discernir entre la ataraxia y la petrificación. Es la tranquila pax, la placida pax, la summa pax de los divinos. De allí el extraño fin que Lucrecio le asigna al arte: “darle por un momento el reposo del sabio a quien no tiene sabiduría”. Es la apoteosis (la teomorfosis): revestirse del cuerpo de los dioses. Unirse a los Ataráxicos. Aquellos cuya alegría es inconmovible, exentos de dolor, exentos de piedad, exentos de ira, exentos de la benevolencia, exentos de la codicia, exentos del deseo, exentos del temor a la muerte, exentos del sentimiento del amor, exentos de la fatiga ligada al trabajo, ellos no gobiernan el mundo. Miran.

Pascal Quignard
El sexo y el espanto
Ed. Minúscula, 2005
Trad. Ana Becciú

Fot. Martina Brandstetter

miércoles, 13 de junio de 2018

Tras de un amoroso lance


Tras de un amoroso lance
y no de esperanza falto
volé tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

Para que yo alcance diese
a aqueste lance divino
tanto volar me convino
que de vista me perdiese
y con todo en este trance
en el vuelo quedé falto
mas el amor fue tan alto
que le di a la caza alcance.

Cuanto más alto llegaba
de este lance tan subido
tanto más bajo y rendido
y abatido me hallaba
dije: "No habrá quien alcance".
Abatíme tanto tanto
que fui tan alto tan alto
que le di a la caza alcance.

Por una extraña manera
mil vuelos pasé de un vuelo
porque esperanza del cielo
tanto alcanza cuanto espera
esperé solo este lance
y en esperar no fui falto
pues fui tan alto tan alto,
que le di a la caza alcance.

"La noche oscura del alma"


martes, 12 de junio de 2018

Soy un discurrir de arena que resbala


SOY UN DISCURRIR DE ARENA QUE RESBALA...

Soy un discurrir de arena que resbala
entre la duna y los guijarros
la lluvia del verano llueve sobre mi vida
sobre mí vida mía que me persigue y huye
y tendrá fin el día del comienzo

caro instante te veo
en el retroceder de este telón de bruma
donde ya no deberé pisar estos largos umbrales movedizos
y viviré lo mismo que una puerta
que se abre y se vuelve a cerrar.


Leyendo



lunes, 11 de junio de 2018

Sólo una rosa como apoyo


Sólo una rosa como apoyo

Me preparo una habitación en el aire,
entre los acróbatas y los pájaros:
mi cama sobre el trapecio del sentimiento
como un nido en el aire
en la punta más alta de la rama.

Compro una manta de lana finísima,
de ovejas delicadamente peinadas
que caminan sobre tierra firme
como radiantes nubes
a la luz de la Luna.

Cierro los ojos y me abrigo
con el vellón de animales fiables.
Quiero sentir la arena bajo las pezuñitas
y oír cómo suena el cerrojo
que cierra la puerta del establo por la noche.

Pero yazgo en plumas de pájaros en lo alto,
arrullada en el vacío.

Me da vértigo. No puedo dormir.

Mi mano
busca un soporte y encuentra
sólo una rosa como apoyo.

En "Canciones para dar aliento"
Ed. Llantén
Trad. Geraldine Gutiérrez Wierken.

La vida transcurre


La vida transcurre con la dulce ficción de que lo vivido ha sido cosa nuestra.

Miguel Cobo Rosa
Pensamientos emergentes de una mente sumergida
Ed. Libros al Albur, 2018

Fot. Victoria Yarlikova

Estupor y temblores


Tienes la obligación de tener hijos, a los que tratarás como a dioses hasta los tres años, edad en la que, de repente, los expulsarás del paraíso para alistarlos al servicio militar, que durará desde los tres hasta los dieciocho años y, más tarde, desde los veinticinco años hasta el día de su muerte. Estás obligada a traer al mundo a seres que serán todavía más infelices en la medida en que en los tres primeros años de su vida les habrán inculcado la noción de felicidad. ¿Te parece horrible? No eres la única en opinar así. Tus semejantes piensan del mismo modo desde 1960. y ya ves de qué les ha servido. Muchas de ellas se rebelaron, y quizás tú también te rebeles durante el único periodo libre de tu vida, entre los dieciocho y los veinticinco años. Pero, a los veinticinco años, de repente de darás cuenta de que todavía no te has casado y te sentirás avergonzada. Cambiarás tu ropa excéntrica por un aseado vestido, medias blancas y grotescos zapatos de tacón, someterás tu espléndida y lisa cabellera a un lamentable peinado y te sentirás aliviada si alguien -marido o jefe- manifiesta algún deseo hacia ti. En el caso más que improbable de que te cases por amor, todavía serás más desgraciada, ya que verás sufrir a tu marido. Será mejor que no le ames: eso te permitirá asistir con indiferencia al naufragio de sus ideales, porque tu marido todavía los tendrá. Por ejemplo, le habrán hecho creer que sería amado por una mujer. No obstante, pronto se dará cuenta de que no le amas. ¿Cómo podrías amar a alguien si tienes un molde de yeso en lugar de corazón? Te han inculcado un espíritu demasiado calculador para poder amar. Si amas a alguien, significa que no te han educado bien. Los primeros días de matrimonio, fingirás toda clase de cosas. Hay que admitir que ninguna mujer finge con tanto talento como tú. Tu obligación es sacrificarte por los demás. No obstante, no se te ocurra pensar que tu sacrificio hará felices a aquellos por quienes te sacrificas. Eso sólo les permitirá no avergonzarse de ti. No tienes ninguna posibilidad ni de ser feliz ni de hacer feliz a nadie. Y si, extraordinariamente, tu destino se librara de estas prescripciones, sobre todo no deduzcas que has triunfado: deduce que algo has hecho mal. En realidad, muy pronto caerás en la cuenta de tu error, ya que el espejismo de tu victoria sólo puede ser provisional. Y no disfrutes del momento: deja ese error de cálculo para los occidentales. El momento no vale nada, tu vida no vale nada. Nada que dure menos de diez mil años tiene valor alguno. Si te sirve de consuelo, debes saber que nadie te considera menos inteligente que un hombre. Eres brillante, eso salta a la vista, incluso a la vista de los que tan mal te tratan. Aunque, pensándolo bien, ¿de verdad te sirve de consuelo?

Amélie Nothomb
Estupor y temblores
Ed. Anagrama, 2000
Trad. Sergi Pàmies

Fot. Anónima de Arlayne Brown, St. Louis, 1929

Peligrosa María


Peligrosa María

Callaré nuevamente. En la cintura
me guardo el largo discurrir del tiempo,
el hueco de la mano, los pliegues de mis dedos,
esa esquina del hombro ante su boca.
Mi yugular al borde de otros dientes.
Todo cierto,
y todo incomprensible. Voy buscando
la mano de la boca de un ombligo;
me enveneno de besos y de rostros
que no recordaré, pues no me importan.
Sólo el amor rescata y, con el tiempo,
el amor da pereza.

Por los que siempre te amarán, disparas,
y el aullido de un lobo te despierta.
Chasquido de mechero en el silencio,
pequeña brasa al borde de los labios,
misterio en los pulmones.
Supones que la luna está asustada:
ha visto largas noches de tu alma
y sabe
que más lejos, tan dentro de tus ojos,
un herrero perfecto está fraguando
la gris bala de plata
—voluta de humo azul de dientes verdes—
que algún día sabrá alcanzarte en sueños.


Collage 166, 1942

domingo, 10 de junio de 2018

Maleficio de taciturnidad


Y atended que estas impías padecen maleficio de taciturnidad y así salen de noche de sus casas sin ser sentidas -que en esto el diablo las ayuda- y por ello de día se hayan cansadas y descuidan las tareas propias de hogar cristiano y no parece sino que la luz las daña y tienen sombra en debajo de los ojos que en ellas es signo de haber estado largo tiempo mirando la luna. Y escandalizan al marido con posturas contranatura y le preguntan por qué han ellas de yacer siempre debajo si son la misma carne. Y cuando conciben no sé están quietas ni callan como dicta la Iglesia sino que se retuercen como serpientes y es claro que disfrutan. Su atrevimiento es enorme. Una de ellas a la que pregunté si no reconocía que el poder divino era superior al demoníaco me respondió sonriendo que el único poder que le envidiaba a Nuestro Señor Jesucristo era el de convertir el agua en vino.

De "Cómo hayar y castigar bruxas"
Anónimo castellano, s. XIII

Recogido en Culturamas
Entretenimientos culpables
Francisco de Paula Pestaña