jueves, 14 de junio de 2018

Ataraxia


Es difícil discernir entre la ataraxia y la petrificación. Es la tranquila pax, la placida pax, la summa pax de los divinos. De allí el extraño fin que Lucrecio le asigna al arte: “darle por un momento el reposo del sabio a quien no tiene sabiduría”. Es la apoteosis (la teomorfosis): revestirse del cuerpo de los dioses. Unirse a los Ataráxicos. Aquellos cuya alegría es inconmovible, exentos de dolor, exentos de piedad, exentos de ira, exentos de la benevolencia, exentos de la codicia, exentos del deseo, exentos del temor a la muerte, exentos del sentimiento del amor, exentos de la fatiga ligada al trabajo, ellos no gobiernan el mundo. Miran.

Pascal Quignard
El sexo y el espanto
Ed. Minúscula, 2005
Trad. Ana Becciú

Fot. Martina Brandstetter