sábado, 30 de septiembre de 2017

Un encuentro de dos salivas


El amor, un encuentro de dos salivas… Todos los sentimientos extraen su absoluto de la miseria de las glándulas. No hay nobleza sino en la negación de la existencia, en una sonrisa que domina paisajes aniquilados…

Emil Cioran

Fot. Dora Maar
Nush Eluard couchée à plat ventre sur la plage, 1936/37

La casa de la mirada


La casa de la mirada

A Matta

Caminas adentro de ti mismo y el tenue reflejo serpeante que te conduce
no es la última mirada de tus ojos al cerrarse ni es el sol tímido golpeando tus párpados:
es un arroyo secreto, no de agua sino de latidos: llamadas, respuestas, llamadas,
hilo de claridades entre las altas yerbas y las bestias agazapadas de la conciencia a obscuras.
Sigues el rumor de tu sangre por el país desconocido que inventan tus ojos
y subes por una escalera de vidrio y agua hasta una terraza.
Hecha de la misma materia impalpable de los ecos y los tintineos,
la terraza, suspendida en el aire, es un cuadrilátero de luz, un ring magnético
que se enrolla en sí mismo, se levanta, anda y se planta en el circo del ojo,
géiser lunar, tallo de vapor, follaje de chispas, gran árbol que se enciende y apaga y enciende:
estás en el interior de los reflejos, estás en la casa de la mirada,
has cerrado los ojos y entras y sales de ti mismo a ti mismo por un puente de latidos:
EL CORAZÓN ES UN OJO.

Estás en la casa de la mirada, los espejos han escondido todos sus espectros,
no hay nadie ni hay nada que ver, las cosas han abandonado sus cuerpos,
no son cosas, no son ideas: son disparos verdes, rojos, amarillos, azules,
enjambres que giran y giran, espirales de legiones desencarnadas,
torbellino de las formas que todavía no alcanzan su forma,
tu mirada es la hélice que impulsa y revuelve las muchedumbres incorpóreas,
tu mirada es la idea fija que taladra el tiempo, la estatua inmóvil en la plaza del insomnio,
tu mirada teje y desteje los hilos de la trama del espacio,
tu mirada frota una idea contra otra y enciende una lámpara en la iglesia de tu cráneo,
pasaje de la enunciación a la anunciación, de la concepción a la asunción,
el ojo es una mano, la mano tiene cinco ojos, la mirada tiene dos manos,
estamos en la casa de la mirada y no hay nada que ver, hay que poblar otra vez la casa del ojo,
hay que poblar el mundo con ojos, hay que ser fieles a la vista, hay que
CREAR PARA VER.

La idea fija taladra cada minuto, el pensamiento teje y desteje la trama,
vas y vienes entre el infinito de afuera y tu propio infinito,
eres un hilo de la trama y un latido del minuto, el ojo que taladra y el ojo tejedor,
al entrar en ti mismo no sales del mundo, hay ríos y volcanes en tu cuerpo, planetas y hormigas,
en tu sangre navegan imperios, turbinas, bibliotecas, jardines,
también hay animales, plantas, seres de otros mundos, las galaxias circulan en tus neuronas,
al entrar en ti mismo entras en este mundo y en los otros mundos,
entras en lo que vio el astrónomo en su telescopio, el matemático en sus ecuaciones:
el desorden y la simetría, el accidente y las rimas, las duplicaciones y las mutaciones,
 el mal de San Vito del átomo y sus partículas, las células reincidentes, las inscripciones estelares.

Afuera es adentro, caminamos por donde nunca hemos estado,
el lugar del encuentro entre esto y aquello está aquí mismo y ahora,
somos la intersección, la X, el aspa maravillosa que nos multiplica y nos interroga,
el aspa que al girar dibuja el cero, ideograma del mundo y de cada uno de nosotros.
Como el cuerpo astral de Bruno y Cornelio Agripa, como las granes transparentes de André Breton,
vehículos de materia sutil, cables entre éste y aquel lado,
los hombres somos la bisagra entre el aquí el allá, el signo doble y uno, V y ^ ,
pirámides superpuestas unidas en un ángulo para formar la X de la Cruz,
cielo y tierra, aire y agua, llanura y monte, lago y volcán, hombre y mujer,
el mapa del cielo se refleja en el espejo de la música,
donde el ojo se anula nacen mundos:
LA PINTURA TIENE UN PIE EN LA ARQUITECTURA Y OTRO EN EL SUEÑO.

La tierra es un hombre, dijiste, pero el hombre no es la tierra,
el hombre no es este mundo ni los otros mundos que hay en este mundo y en los otros,
el hombre es la boca que empaña el espejo de las semejanzas y dice sí,
el equilibrista vendado que baila sobre la cuerda floja de una sonrisa,
el espejo universal que refleja otro mundo al repetir a éste, el que transfigura lo que copia,
el hombre no es el que es, célula o dios, sino el que está sienpre más allá.
Nuestras pasiones no son los ayuntamientos de las substancias ciegas pero los combate y los abrazos de los elementos riman con nuestros deseos y apetitos,
pintar es buscar la rima secreta, dibujar al eco, pintar el eslabón:
El Vértigo de Eros es el vahído de la rosa al mecerse sobre el osario,
la aparición de la aleta del pez al caer la noche en el mar es el centelleo de la idea,
tú has pintado al amor tras una cortina de agua llameante
PARA CUBRIR LA TIERRA CON UN NUEVO ROCÍO.

En el espejo de la música las constelaciones se miran antes de disiparse,
el espejo se abisma en sí mismo anegado de claridad hasta anularse en un reflejo,
los espacios fluyen y se despeñan bajo la mirada del tiempo petrificado,
las presencias son llamas, las llamas son tigres, los tigres se han vuelto olas,
cascada de transfiguraciones, cascada de repeticiones, trampas del tiempo:
hay que darle su ración de lumbre a la naturaleza hambrienta,
hay que agitar la sonaja de las rimas para engañar al tiempo y despertar al alma,
hay que plantar ojos en la plaza, hay que regar los parques con risa solar y lunar,
hay que aprender la tonada de Adán, el solo de la flauta del fémur,
hay que construir sobre este espacio inestable la casa de la mirada,
la casa de aire y de agua donde la música duerme, el fuego vela y pinta el poeta.


Kentucky 1964

jueves, 28 de septiembre de 2017

Leyendo


Prevalece lo raro


Prevalece el misterio:
que haya amor,
que haya odio,
que existan cuerpos.

Prevalece lo raro:
las relaciones,
los Cantos Gregorianos,
el arte, el corno francés.

Prevalece el incendio de nuestras pasiones,
la rara faz de uno que no se ha ido
sino que se queda
e insiste
por amor y odio.

Prevalecen las extrañas miradas
y los cuerpos que no pueden tocarse
por miedo,
por extrañeza,
por temor.

Prevalece la distancia entre los amigos:
la palabra no dicha,
el gesto guardado,
los silencios
en medio de la ebriedad.

Prevalece que haya los otros y lo otro,
la “otredad”
el más allá de mí
y el más allá de ti,
la extrañeza
de lo que nunca puede alcanzarse.

Prevalece este raro plenilunio.

Prevalece lo raro
A Rainer y Paula Ossott
Junio, 1991

miércoles, 27 de septiembre de 2017

Abrir y cerrar


En el mundo todo se cierra y se abre, se abre y se cierra. La noche cierra al día y el día cierra a la noche. Los hijos cierran a sus padres y los padres a sus abuelos. Y cuando la mariposa cierra sus alas, un niño abre su mano.


Carlos Edmundo de Ory
Los aerolitos
Ed. Calambur, 2015

El crepúsculo de amatista


El crepúsculo, de amatista, se torna
Azul más y más intenso,
El farol llena de un tenue fulgor verde
Los árboles de la avenida.

El viejo piano interpreta una melodía
Serena y lenta y jovial;
Ella se encorva sobre las teclas amarillentas,
E inclina así su cabeza.

Tímidos pensamientos, ojos serios y abiertos
Y manos que vagan mientras escuchan...
El crepúsculo Se torna azul aún más oscuro
Con reflejos de amatista.

El crepúsculo de amatista.
De "Música de cámara"
Poesía completa Visor Libros 2007
Versión de José Antonio Álvarez Amorós

Fot. anónima del autor

Pecado original


(...) Una vez llegados a Sciolze no queda más que bajar aún un poco y se está ya en la llanura, la vuelta a la Colina se ha acabado.
Por ahora no ha hecho más que empezar y estamos por la puerta de Madonna della Scala. Entre vaquerías derruidas, altos chopos que susurran como pájaros por las tarde, arces, acacias e híspidos hierbajos, una vieja villa reitera con su nombre la triste observación de Baruffi: Villa Passatempo. En ese armonioso cuadrisílabo resuena un ansia profunda, mortal. Esa tupida sombra y esos altos árboles absortos tendrían que estar ahí para impedirle al tiempo que pasara o al menos para hacerle fluir más lentamente, resina dorada que se desliza a lo largo del tronco y no cascada que se precipita. Y en cambio el nombre dice que en esa villa neoclásica, con su escalera doble en la fachada y el frontón triangular estilo imperio, las dos damiselas de Verrua que la habitaban deseaban que el tiempo pasase rápido, que hubiese ya pasado, llegado ya cerca de su término.
Tal vez sea eso el pecado original, ser incapaces de amar y de ser felices, de vivir a fondo el tiempo, el instante, sin la manía de quemarlo, de hacer que acabe pronto. Incapacidad de persuasión, decía Michelstaedter. El pecado original introduce la muerte, que toma posesión de la vida, la hace sentir insoportable en cada una de las horas que acarrea en su transcurso, y obliga a destruir el tiempo de la vida, a hacerlo que pase pronto, como una enfermedad; matar el tiempo, una forma educada de suicidio.

Claudio Magris
Colina
incluido en Microcosmos
Anagrama
Trad. J. A. González Sainz

Pola


POLA

Como ese aleteo fuerte
que hacen las gaviotas
para después planear
sin resistencia por el aire
así le gustaría a Pola
hendir su mundo privado

Héroes


Uno puede empezar una historia por la mitad y luego avanzar y retroceder audazmente hasta embarullarlo todo. Puede también dárselas uno de moderno, borrar las épocas y las distancias y acabar proclamando, o haciendo proclamar, que se ha resuelto por fin a última hora el problema del tiempo y del espacio. Puede también sostenerse desde el principio que hoy en día es imposible escribir una novela, para luego, y como quien dice disimuladamente, salirse con un sólido mamotreto y quedar como el último de los novelistas posibles. Se me ha asegurado asimismo que resulta bueno y conveniente empezar aseverando: Hoy en día ya no se dan héroes de novela, porque ya no hay individualistas, porque la individualidad se ha perdido, porque el hombre es un solitario y todos los hombres son igualmente solitarios, sin derecho a la soledad individual, y forman una masa solitaria, sin hombres y sin héroes. Es posible que en todo eso haya algo de verdad. Pero en cuanto a mí, Óscar, y en cuanto a mi enfermero Bruno, quiero hacerlo constar claramente: los dos somos héroes, héroes muy distintos sin duda, él detrás de la mirilla y yo delante; y cuando él abre la puerta, pese a toda la amistad y a toda la soledad, no por eso nos convertimos, ni él ni yo, en masa anónima y sin héroes.

Günter Grass
El tambor de hojalata
Ed. Anagrama
Trad. Miguel Sáenz

martes, 26 de septiembre de 2017

De la mirada y la seducción


La mirada cristaliza discursos, símbolos, concepciones e ideas; por esta causa existe la certeza de que ella nunca es absolutamente transparente ni refleja de manera objetiva lo que sucede ante los ojos del espectador. El observante siempre porta lentes que lo obligan a decir que el mundo es de tal o cual manera: la objetividad frente al otro es un sueño nunca alcanzado.

Carolina Serrano y otros
De la mirada y la seducción
UAE México, 2011

Fot. Philippe Halsman
Silvana Mangano 1951


Ella duerme


Ella duerme. 
Profundamente la escucho callar.
Ésta es ella presente en mis brazos, 
y, sin embargo, más ausente de estar en ellos 
y más solitaria de estar cerca de su misterio,

como un jugador que lee en los dados
el punto que le hace perder.


right panel detail

Que se las arregle


Las viejas señoras solas eran la clientela básica del hotel; además de la condesa, profesores jubilados, viudas de altos oficiales,en especial de aviación, una mujer entrada en años de ojos endemoniados, siempre vestida de verde, con zapatos descangallados, que escribía febrilmente llenando hojas y más hojas y de cuando en cuando preguntaba al primero que pasara, si en su opinión el presidente de los Estados Unidos y el comandante de las fuerzas de la OTAN en Verona - que se telefoneaban cada tarde, decía, a las siete, hora italiana- habrían recibido su manuscrito que resolvía de una vez para siempre los problemas del mundo y de todos. Era fundamental que lo leyeran, añadía, por el bien y la salvación universal, pero cuando alguien le preguntó en qué lengua escribía al presidente de los Estados Unidos, le había respondido que, naturalmente, ella le escribía en italiano, pues en la Casa Blanca no sería por traductores y además, "a esas alturas, le diré, que se las arregle."
Que se las arregle - quizá era la respuesta adecuada a todas las descaradas pretensiones con las que el mundo atrapa y tritura a un pobre diablo,si tiene la torpeza de mostrarse un poco dispuesto. Subir a la habitación y dejar que el mundo se las arregle, mientras las tardes y los años se confunden y caen en el negro vano del ascensor, antesala del sueño, geometría de las cosas que se hacen cada vez más iguales y regulares bajo los párpados, hasta que toda diferencia se apaga. Parece cosa de nada, quedarse dormido, pero cuando no se es ya capaz, uno se da cuenta de lo que quiere decir.

Claudio Magris
Colina
incluido en Microcosmos
Anagrama
Trad. J. A. González Sainz

Foto: Brooke DiDonato

Dibujar el mundo


Un hombre se propone la tarea de dibujar el mundo. A lo largo de los años, puebla un espacio con imágenes de provincias, de reinos, de montañas, de bahías, de naves, de islas, de peces, de habitaciones, de instrumentos, de astros, de caballos y de personas. Poco antes de morir, descubre que ese paciente laberinto de líneas traza la imagen de su cara.

Jorge Luis Borges

Foto: Hiroshi Sugimoto

El arte de la poda


El trabajo humano había interesado siempre a Cosimo, pero hasta entonces su vida en los árboles, sus desplazamientos y sus cazas habían respondido siempre a inspiraciones aisladas e injustificadas, como si fuera un pajarillo. Ahora, en cambio, lo asaltó la necesidad de hacer algo útil para su prójimo. Y también esto, bien mirado, era algo que había aprendido en su trato con el bandido; el placer de hacerse útil, de desplegar un servicio indispensable para los demás.

Aprendió el arte de podar los árboles, y ofrecía su trabajo a los cultivadores de huertos, en invierno, cuando los árboles extienden irregulares laberintos de palitos y parece que no desean sino ser reducidos a formas más ordenadas para cubrirse de flores y hojas y frutos. Cosimo podaba bien y pedía poco, de modo que no había pequeño propietario o arrendatario que no le pidiese que pasara por sus tierras, y se le veía, en el aire cristalino de esas mañanas, erguido, esparrancado en los bajos árboles desnudos, el cuello envuelto en una bufanda hasta las orejas, levantar unas grandes tijeras y, ¡chac!, ¡chac!, hacer volar con tijeretazos seguros ramitas secundarias y puntas. El mismo arte desplegaba en los jardines, con los árboles de sombra y de adorno, armado con una corta sierra, y en los bosques, donde intentó sustituir el hacha del leñador, sólo adecuada para asestar golpes al pie de un tronco secular para derribarlo entero, por su ligera hacheta, que trabajaba sólo en horcaduras y copas.

En suma, supo convertir su amor por este elemento arbóreo, como ocurre con todos los amores verdaderos, en algo despiadado y doloroso, que hiere y saja para hacer crecer y dar forma. Es cierto que procuraba siempre, al podar y talar, servir no sólo al interés del propietario del árbol, sino también al suyo, de viandante que necesita hacer más practicables sus caminos; por eso se las arreglaba para que las ramas que le servían de puente entre un árbol y otro se salvaran siempre, y recibieran fuerza de la supresión de las demás. Así, esta naturaleza de Ombrosa que había encontrado ya muy benigna, contribuía con su arte a hacerla mucho más favorable para él, amigo al mismo tiempo del prójimo, de la naturaleza y de sí mismo. Y de las ventajas de este prudente obrar se benefició sobre todo en edad más tardía, cuando la forma de los árboles suplía cada vez más su pérdida de fuerzas. Después, bastó con la llegada de generaciones con menor criterio, de imprevisora avidez, gente no amiga de nada, ni siquiera de sí misma, y ya todo ha cambiado, ningún Cosimo podrá ya avanzar por los árboles.

Italo Calvino
El barón rampante
Siruela.
Trad. Esther Benítez

O lo uno o lo otro


En el cristianismo la sensualidad es puesta por primera vez bajo la determinación del espíritu. Es totalmente natural que así sea, pues el cristianismo es espíritu, y el espíritu es el principio positivo que aquél introdujo en el mundo. Pero, puesto que la sensualidad se ve bajo la determinación del espíritu, se entiende que su sentido está en que debe ser excluida; pero justamente por que debe ser excluida está determinada como principio, como poder; pues aquello que el espíritu, que es el mismo un principio, debe excluir, debe ser algo que se muestre como principio, por más que sólo se muestre como principio en el momento en que es excluido.

Søren Kierkegaard
O lo uno o lo otro
Trotta, 2006
Trad. B. Sáez Tajafuerce y D. González

Foto: Anne de Gelas

lunes, 25 de septiembre de 2017

Dormí en tu memoria


Dormí en tu memoria
y me olvidaste en un susurro.
O era la historia inversa
y yo estaba donde no estabas.


Las iglesias abandonadas


Mirarte como se miran
las iglesias abandonadas
y las exposiciones
de vagones antiguos.
Temerte como se teme a un vampiro
inmune al sol
o a los amantes que ya no nos aman,
ni nos esperan,
ni nos temen.
Quererte como al primer amor,
o al último.
Quererte siempre.
Para siempre
Y no quererte nunca.

Nuria Otero

Fot. Anna Mazur

domingo, 24 de septiembre de 2017

Leyendo


Cathy O'Donnell leyendo, 1945

La muerte de Ibsen


Acaba de salir la noticia en la prensa: que a día de hoy, esto es, 23 de mayo de 1906, y a la edad de setenta y nueve años, Henrik Ibsen, nacido en Skien, de estirpe vikinga, precursor de su oficio, guerrero de coraza negra, se ha ido al mismo lugar de donde vino; que todo lo que habíamos agrupado bajo su nombre, glóbulos rojos, esqueleto, nervios, ánimo, vigor, todo ello ya forma parte del pasado, de la eternidad.
Un germano puntual. Ya antes de morir había puesto el punto final. "Epílogo", así subtituló su último drama. Es difícil morir de forma bella (sobre todo para los nórdicos). Pero morir de forma ordenada, ésa es su belleza. Sombart considera que el orden es el principal rasgo de los pueblos germanos: ¿no tiene razón, incluso en la muerte? Goethe muere cuando pone el punto final al "Fausto". Richard Wagner muere cuando retoma en "Parsifal" el motivo de "Lohengrin", cerrando así este segundo anillo. El noruego Ibsen nos ofrece en su última obra el canto a la tierra de un moribundo. No escribió una palabra más. Su última obra es una brillante y melancólica alabanza de un plazo ya vencido. Una despedida que es a su vez un profundo grito existencial. Un ajuste de cuentas: cuando despertamos los muertos. Luego se mete en la cama y en el ataúd. ¡Morir con puntualidad!
Las últimas palabras de esta última obra son: "Pax vobiscum". La última figura que creó: Irene. Traducido: paz, paz, paz.
Se ha cumplido el programa. Ahora viene el "gran silencio"*. Morir en orden.

*Último acto de " El pequeño Eyolf" (1894): "Hacia arriba, a la cumbre. A las estrellas. Y al gran silencio"

Alfred Kerr
La muerte de Ibsen
De "La eternidad de un día. Clásicos del periodismo literario alemán (1823-1934)"
Edit. Acantilado
Trad. Francisco Uzcanga Meinecke

En la foto el señor Henrik Ibsen, circunspecto y grave

Él abre los ojos


Él abre los ojos,
siente,
se abandona.
Sabe ya que nada, nada
le pertenece,
salvo su dependencia,
y acata
el extraño señorío.

de Amante, 1983

Fot. Efthimis Ntelis

Cima


Cima del canto.
El ruiseñor y tú 
ya sois lo mismo.

Antología poética.
Selección e introducción
de Tomás Sánchez Santiago.
Alianza Editorial, 2014.

Ese haiku, fechado el 25 de mayo de 2000, menos de dos meses antes de la muerte de José Ángel Valente, es el último poema de "Fragmentos de un libro futuro", el volumen póstumo que cierra la trayectoria poética de este escritor total.

Sentado en la terraza



Sentado en la terraza
oyes hablar al sauce
y te salen raíces.

De: Y tu poema empieza, 1987
Tusquets. Barcelona, 2011

Fot. Dora Maar
Sans Titre, 1934

Si


Si las cosas hablaran –
pero si hablaran, también podrían mentir.
Sobre todo las más corrientes y poco apreciadas,
para llamar finalmente la atención.

Da pánico pensar
qué me diría tu botón descosido,
y a ti, la llave de mi puerta,
esa vieja mitómana.

Pensé que era Harry


Disculpe.
Pensé por un momento 
que usted era alguien que conozco.
Me suele suceder. 
Una vez en el teatro de la plaza 
cuando aún se encontraba allí, 
volví la cabeza mientas las luces se encendían 
y me vi allí con una joven y otra pareja. 
Fuera en el vestíbulo miré al hombre 
y él miró hacia otra parte. 
No le resultaba conocido.
Bueno, como dicen, es cosa de dos, 
y de todas formas no sé qué caso hubiera tenido. 
¿Sabemos quiénes somos, piensa usted? 
Los niños parecen saberlo.
Una vez pregunté a una niña pequeña. 
Dijo que había estado enferma.
Dijo que se veía diferente y se sentía diferente. 
Yo dije, "Tal vez no eras tú". "¿Cómo lo sabes?"
"Sí, yo era yo", dijo ella, "sé que lo era".
En parte ya no me preocupa o no como antes.
No soy nadie más y nadie al fin y al cabo. 
Todo el resto lo ignoro. 
No sé nada.
Me golpeó. 
Pensé que era Harry cuando lo vi 
y pensé: "le preguntaré a Harry". 
Sin embargo no creo que él sepa. 
No es que me confunda. 
No quiero decir eso. 
Si alguien apareciera y dijese, "Pregúnteme", 
no sabría ni por dónde empezar.
Ni siquiera tengo preguntas. 
Es la forma en que me desvanezco 
como si yo fuera la persona 
de una foto instantánea puesta a la luz.
Y el entorno se borra 
como si despertáramos en el crepúsculo equivocado 
y las cosas se volvieran oscuras y grises 
cuando las esperábamos más nítidas. 
De lo real cada vez menos. 
No hay punto fijo.
Las preguntas fijan un punto, 
como las respuestas.
Las cosas se mueven otra vez 
y sólo queda apartarse. 
Estaba equivocado: deberíamos prescindir 
de preguntas y respuestas 
y todo lo que aprendemos 
es cuán sonora resulta nuestra ignorancia.
Eso es lo que quería decirle a Harry.
Usted se le parece. 
Gracias de todos modos.

Pensé que era Harry

Fot. Roy DeCarava
Subway Stairs Two Men, New York, 1954

sábado, 23 de septiembre de 2017

The falling man


Suenan disparos.
Ante el televisor
duerme un anciano.


Certeza y duda


Durante un tiempo no estuvo segura de si su marido era su marido, de manera parecida a como no se sabe, en la duermevela, si se está pensando o soñando, si uno aún conduce su mente o la ha extraviado por agotamiento. A veces creía que sí, a veces creía que no, y a veces decidía no creer nada y seguir viviendo su vida con él, o con aquel hombre semejante a él, mayor que él. 
Estos eran los mejores periodos, los más tranquilos y satisfactorios y mansos, pero nunca duraban mucho, no es fácil desentenderse de una cuestión así, de una duda así.
Lograba (..) sumergirse en la impremeditada cotidianidad, de la que gozan sin ningún problema la mayoría de los habitantes de la tierra, los cuales se limitan a ver empezar los días, y cómo trazan un arco para transcurrir y acabarse. Entonces se figuran que hay una clausura, una pausa, una división o una frontera, la que marca el adormecimiento, pero en realidad no la hay: el tiempo sigue avanzando y obrando, no sólo sobre nuestro cuerpo sino también sobre nuestra conciencia, al tiempo le trae sin cuidado que durmamos profundamente o estemos despiertos y alerta.
Cuando creía que su marido era su marido no estaba tan sosegada ni se levantaba de la cama con demasiadas ganas de iniciar la jornada, se sentía prisionera de lo largamente aguardado y ya cumplido y no más aguardado, quien se acostumbra a vivir en la espera nunca consiente del todo su término, es como si le quitaran la mitad del aire. Y cuando creía que no lo era pasaba la noche agitada y culpable, y deseaba no despertarse, para no hacer frente a los recelos hacia el ser querido ni a los reproches con que se castigaba a sí misma. Le desagradaba verse endurecida como una miserable. En esos periodos en que decidía o lograba no creer nada, sentía en cambio el aliciente de la duda escondida, de la incertidumbre aplazada, porque antes o después ésta volvería. Había descubierto que vivir en la certeza absoluta es aburrido y condena a llevar una sola existencia.

Ed. Alfaguara, 2017

Anouk Aimée et Jean-Louis Trintignant 

Soledad


La tragedia no es que estemos solos, sino que no podamos estarlo. A veces yo daría cualquier cosa para no estar conectado por nada a este universo humano.

Albert Camus

Fot. Pierre Dubreuil, 1932

El secreto más próximo


Cada corazón palpitante es un secreto para el corazón más próximo, el que dormita y late a su lado.

Charles Dickens

Pensamiento


... el pensamiento, ese miserable seudónimo de la soledad.

Edit. Impedimenta
Trad. Marian Ochoa

Efímero y eterno


Lo efímero no es lo opuesto a lo eterno. Lo opuesto a lo eterno es lo olvidado. Hay quienes viven pensando que lo olvidado y lo eterno son la misma cosa. Se equivocan. Otros dicen que lo eterno nos necesita: y ésos están en lo cierto. Lo eterno te necesita a ti, en tu celda, y a mí aquí, escribiéndote y enviándote pistachos y chocolate.

John Berger
De A para X
Edit. Alfaguara
Trad. Pilar Vázquez

Ceguera


He intentado no pensar
demasiado. He intentado ser 
natural.
He intentado ser ciega en el amor,
como las otras mujeres,
ciega en la cama, con mi amante ciego,
sin buscar, en la densa oscuridad,
un rostro ajeno.

Ed. Nórdica
Trad. María Ramos López

viernes, 22 de septiembre de 2017

Seguridad y duda


Uno de los grandes problemas de las sociedades modernas es que los estúpidos se muestran arrogantemente seguros, mientras que los inteligentes están llenos de dudas.

Bertrand Russell
Ensayos filosóficos
Ed. Alianza
Trad. y Selecc. Juan Ramón Capella

Fot. Suzuki Shonen
Fishing beneath cherry blossoms, ca. 1900

Inmortalidad de la nada



Todo lo consumado en el amor
no será nunca gesta de gusanos.

Los despojos del mar roen apenas
los ojos que jamás
─porque te vieron─
jamás
se comerá la tierra al fin del todo.

Yo he devorado tú
me has devorado
en un único incendio.

Abandona cuidados:
lo que ha ardido
ya nada tiene que temer del tiempo.

Inmortalidad de la nada

Futuro, silencio, nada


Cuando pronuncio la palabra Futuro,
la primera sílaba pertenece ya al pasado.
Cuando pronuncio la palabra Silencio,
lo destruyo.
Cuando pronuncio la palabra Nada,
creo algo 
que no cabe en ninguna no-existencia.


Fot. Dmitry Provotorov

La lección de música


Una voz resuena en el tiempo; luego se desprende de las condiciones prácticas, dialogadas o cantadas y sociales de la palabra humana. Juega con su propio fantasma o juega con su propia imagen, o juega con su recuerdo. A todas estas posibilidades se les ha dado, recientemente, el nombre de "literatura". La palabra es muy sonora. Se hablaba de amor a las letras y los libros. El amor a las letras y los libros, o la literatura, tienen que ver con la voz desaparecida, son mudados de mudados. Quienes escriben libros y tienen en alguna estima la belleza, atraen hacia sí un fantasma de voz sin que puedan pronunciarla; es su única guía. Se engañan sobre su propio silencio; intentan llamar a veces hasta en el silencio de su libro a una voz que precede a una voz, lo más a menudo muerta y siempre demasiado significante. Igual que los músicos que llaman a gritos a una voz siempre más viva, es decir, más insignificante, más infantil, más orgánica; una voz que es anterior a la muda y que los ha hecho decidirse por la música instrumental o la composición musical. Antes incluso de la escritura, la voz silenciosa precedió a la voz enmudecida que la escritura permitió. Las obras artísticas orales tenían que ver con la voz silenciosa, de la misma forma que tenían que ver con el canto, con la lira, con la flauta, con la danza.

Pascal Quignard
La lección de música
Edit. Funambulista
Trad. Ascensión Cuesta

Desolado


Desolado

De tanto imaginarte, sonreírte, esperarte, me canso. Te veo y pregunto ¿eres tú?
Respiro tu llegada; ya sin creer.

No me pidas explicaciones.
No me quites la idea que tengo, tan vaga.
No me pruebes, por favor, en terreno firme (me harías a un lado).

Algunas veces de ti no queda nada, una pequeña lámina.
Si llegas, te aproximas, te parece bien, sencillamente será otra cosa, otra cosa, cosa de delirio.
Tendrás magnitud y calor.

Eres el otro lado del botín.
¿Comprendes?

de "Los cuadernos del destierro" 1960

Leyendo


jueves, 21 de septiembre de 2017

You


8. You

Tú apareces,
tú te desnudas,
tú entras en la luz,
tú despiertas los colores,
tú coronas las aguas,
tú comienzas a recorrer el tiempo como un licor,
tú rematas la más cegadora de las orillas,
tú predices si el mundo seguirá o va a caer,
tú conjuras la tierra para que acompase su ritmo a tu lentitud de lava,
tú reinas en el centro de esta conflagración
y del primero 
al séptimo día 
tu cuerpo es un arrogante 
palacio
donde vive
el
temblor.

de "Una Isla" 1958

martes, 19 de septiembre de 2017

Una llama


Señor, danos un largo invierno
y música tranquila, y labios pacientes.
Y un poco de orgullo antes
de que se acabe nuestro siglo.
Danos el asombro
y una llama alta, clara.

Una llama

Fot. Atribuida a Christopher Broadbent

lunes, 18 de septiembre de 2017

Leyendo



Tristemente naturales


Me están mirando en tus ojos
los ángeles del instante,
los ángeles que han perdido
la memoria al contemplarse.

Me estoy reuniendo en tus brazos;
te siento casi quemándome;
arden el tronco y las ramas
pero las hojas no arden.

Estamos juntos, sin vernos,
repetidos y distantes,
juntos pero no vividos,
tristemente naturales.

Tristemente naturales

domingo, 17 de septiembre de 2017

El árbol que da luz


Sé que todos los árboles
habitan más allá,
pero su voz es clara,
cuando la alcanzo a oír.

Tú eres el viento, el viento,
y eres también la nube,
sin forma y sin destino.
Eres también el árbol
que te habla.
El árbol que da luz
cuando tú estás en sombra.

De: Un pez que va por el jardín, 2007
Ed. Tusquets, 2011

Salgo, cuando me place


Salgo, cuando me place,
a dar un paseo solo,
y es un deleite inefable.

Llego hasta donde termina el arroyo.
Sentado, miro las nubes que nacen.


Wang Wei, siglo VIII
Ed. Cátedra, 2016
Trad. Guojian Chen

Sombras blancas


Sombras frágiles, blancas, dormidas en la playa,
dormidas en su amor, en su flor de universo,
el ardiente color de la vida ignorando
sobre un lecho de arena y de azar abolido.

Libremente los besos desde sus labios caen
en el mar indomable como perlas inútiles;
perlas grises o acaso cenicientas estrellas
ascendiendo hacia el cielo con luz desvanecida.

Bajo la noche el mundo silencioso naufraga;
bajo la noche rostros fijos, muertos, se pierden.
Sólo esas sombras blancas, oh blancas, sí, tan blancas.
La luz también da sombras, pero sombras azules.

Sombras blancas

sábado, 16 de septiembre de 2017

Mujer


Pienso en ti sin nombre ni apellido.
Como el mar es mar y la nube, nube.
Tú, mujer, eres mujer.

Fot. Peter Martin

Lo normal


Cada vez que alguien dice: “es normal”, un fruto se seca y se arroja desde lo alto de un árbol, un niño se adormece sin desearlo y una conversación queda interrumpida para siempre.

Carlos Skliar
Hablar con desconocidos
Ed. Candaya, 2014

Como en una película francesa


Solía dormir con su marido y con otro hombre en el transcurso de un mismo día y luego, durante el resto del día, durante lo que le quedaba para sí misma del día, se regodeaba repitiendo en voz alta de forma embriagadora: "oh, como en una película francesa, como en una película francesa".

Amy Hempel
Ama de casa
Cuentos completos
Ed. Seix Barral, 2009

Fotograma de Jules et JimFrançois Truffaut (dir) 1962
Jeanne Moreau como Catherine, Oskar Werner y Henri Serre como Jules y Jim

Reflexiones de una piedra


No sé por qué estoy aquí.
Simplemente, me di cuenta.
Y era así, un ser inmóvil y pensante.
Entiendo que es raro pensar.
Más raro aún es pensar que estoy pensando.
Porque pienso en las cosas que pasan.
No sé qué son.
Sólo sé que pasan.
Ahora son caricias.
Que yo llamo viento.
Y ahora son lágrimas.
Que yo llamo lluvia.
Cuando es de día hay calor.
Y cuando es de noche hay silencio.
Soy un ser inmóvil y pensante.
Lo que siento sólo yo lo sé.
No necesita verdades.
Así es el mundo.
Seco, húmedo, caliente y frío.
Una parte es tierra y la otra está vacía.
No había nada más allá del cielo hasta esa mirada.
Después de eso todo cambió.
Así pues, todo pasa.
Todo cambia.
Estaba en medio del camino cuando me notaron.
Y toda mi singularidad se ha manifestado.
Yo también tengo una historia.

Marcos de Abraão
Reflexiones de una piedra

Fot. Jeanloup Sieff
Lanzarote, 1960s