lunes, 31 de diciembre de 2018

Paseo


PASEO

Desde los pies azules con su traje de lámpara,
Desde los cabellos que caen de los árboles en un sonido de olas,
Nada más que en el punto donde debo reconocerte despierta o dormida.
A veces como una copa de angustia donde se ahoga el aire que te guarda.
Si mi memoria sumergida en su horno de sueño se despertara
Sin turbar los ritos que la rodean, los ritos de verdes temblores.
Desde el humo que levantan los deseos en su casa.
Desde los sonidos que vienen desde el obscuro oído de la tierra.
En verdad, no siempre es tu paso lo que flota sobre el césped,
Ni tu pensamiento lo que tiembla con cierta dificultad en el aire.

Rosamel del Valle
De "Poesía", 1939

Cumpleaños


Cumpleaños

Oh!, todo estaba encendido.
La música impelía torpemente
hacia adelante y hacia atrás.
Entraban y salían gentes desconocidas.
Y había muchas voces y lenguas diversas.
Pero la que más recuerdo es la tuya,
la que no se oía.

César Antonio Molina

Cumpleaños


CUMPLEAÑOS

Mi corazón es como un pájaro que canta
cuyo nido asemeja el brío de las olas;
mi corazón es como un árbol de manzano
cuyas ramas se doblan bajo los densos frutos;
mi corazón es como un estuche de arcoiris
cuyas ondas se agitan sobre la mar serena;
mi corazón se turba, más alegre que todo,
porque mi amor se muestra cercano, junto a mí.

Levantadme un estrado de seda y de festones
que descienda en esmaltes y colores morados;
y tallad con palomas, con jugosas granadas
y con pavos reales -aquellos de cien ojos-,
uvas en la cenefa, racimos de oro y plata,
pétalos argentinos y búcaros heráldicos;
porque mi cumpleaños, de mi vida el auténtico,
ha llegado, amor mío, ha venido hasta mí.

Christina Rossetti (Londres, 1830-1894)

Buenos deseos


Me da más pena de los que sueñan lo probable, lo legítimo y lo próximo, que de los que devanean sobre lo lejano y lo extraño. Los que sueñan en grande, o están locos y creen en lo que sueñan y son felices, o son devaneadores sencillos, para quienes el devaneo es una música del alma que los arrulla sin decirles nada. Pero el que sueña lo posible tiene la posibilidad real de la verdadera desilusión.

Ed. Seix Barral, 2010
Edición y traducción de Ángel Crespo

domingo, 30 de diciembre de 2018

A los neuróticos


Vedme: tengo ajustadas las mandíbulas,
y recta la nariz entre los ojos
de acero azul. Me llamo Creso Livio;
mi padre fue pretor de Tarragona
y era romana la robusta virgen
que le dió el mediodía de su vientre
y a mí la sangre blanca de sus pechos.
Superviviente soy de la patricia
raza de los felices; de la muerte
sé nada más que es, y sólo pido,
a su llegada, un buen telón de fondo.
Hay suficientes parras en mis párpados
para dormir al sol, si me parece.
Y no falta al afán de mi colmillo
- de mujer, de caballo o de ternera -
un pedazo de carne cada día.

A los neuróticos

Lo que perdí


LO QUE PERDÍ.

Canto lo que perdí y me aterra lo ganado,
camino combatiendo eternamente,
mi rey, un rey perdido y también mis soldados;
y aunque corran mis pies desde el alba al ocaso
suenen siempre en la misma piedra breve.

William Butler Yeats
Versión de Jaime Ferrán

sábado, 29 de diciembre de 2018

Éxtasis


A pesar de su edad, disfrutaba aún de instantes como éste en que quería correr en vez de caminar, bailar dando saltitos arriba y abajo en la acera, lanzar un aro, tirar algo al aire y volver a tomarlo o quedarse quieta y reírse de… nada, sencillamente de nada.

Katherine Mansfield
Éxtasis

Fot. Gianni Berengo Gardin
Varese, 1987

viernes, 28 de diciembre de 2018

Optimsmo


Casi siempre lo mejor de la vida consistía en no hacer nada en absoluto, en pasar el rato reflexionando, rumiando sobre ello. Quiero decir que pongamos que uno comprende que todo es absurdo, entonces no puede ser tan absurdo porque uno es consciente de que es absurdo y la conciencia de ello es lo que le otorga sentido. ¿Me entienden? Es un pesimismo optimista.

Charles Bukowski
Pulp
Ed. Anagrama, 2006
Trad. Cecilia Ceriani

Fot. Léonard Misonne
Sortie de la gare, Namur, 1938

Envuelto en sombras la luz proclama


Envuelto en sombras la luz proclama

Viudo y padre. Paciente y recto Como una rama.
Por las noches se avergüenza en la cama.
Al otro lado duerme una mujer que ama.

El sueño se resiste. Ella está al otro lado
sola y desnuda de costado,
Hija mía. Esposa. Tesoro hallado.

La luz de la mesilla tiene que encender.
En la foto de la cómoda, su hijo. Su mujer.
Se arrastra hacia la cocina. Quiere beber.

Vuelve a su habitación. Se sienta. Bebe un vino embriagador.
Se ensimisma frente a la pantalla del ordenador.
Teclea: un verano agotador.

Desde el jardín oscuro un pájaro le reclama,
envuelto en sombras la luz proclama.
Narimi Narimi. ¿Recuerdas? Te llama.
Se levanta. Desea ir a taparla, huir de su soledad,
extender sobre su sueño un ala de padre de avanzada edad.
Vuelve a la cama. Domina su piedad.
Se olvida de su cuerpo. Se atormenta. Se mueve.
Vuelve a dar la luz. Casi las cinco de la madrugada. Llueve.
En el Tibet las cinco son ya las nueve.

Amos Oz
De "El mismo mar"
Ediciones Siruela 1999
Versión de Raquel García

Fot: An illustration of the constellations Monoceros and Canis Minor from The beauty of the heavens: a pictorial display of the astronomical phenomena of the universe by Charles Blunt.

jueves, 27 de diciembre de 2018

No llegó


Rebeca esperaba el amor a las cuatro de la tarde bordando junto a la ventana. Sabía que la mula del correo no llegaba sino cada quince días, pero ella la esperaba siempre, convencida de que iba a llegar un día cualquiera por equivocación. Sucedió todo lo contrario: una vez la mula no llegó en la fecha prevista. Loca de desesperación, Rebeca se levantó a medianoche y comió puñados de tierra en el jardín, con una avidez suicida, llorando de dolor y de furia, masticando lombrices tiernas y astillándose las muelas con huesos de caracoles. Vomitó hasta el amanecer. Se hundió en un estado de postración febril, perdió la conciencia, y su corazón se abrió en un delirio sin pudor. Úrsula, escandalizada, forzó la cerradura del baúl, y encontró en el fondo, atadas con cintas color de rosa, las dieciséis cartas perfumadas y los esqueletos de hojas y pétalos conservados en libros antiguos y las mariposas disecadas que al tocarlas se convirtieron en polvo. 

Gabriel García Márquez
Cien años de soledad

Fot. Rafael Navarro
El despertar, 1989

Visitas



La gente desea atravesar puertas y tarde o temprano lo hará, ¿para qué oponerse a esta fuerza indomable? Nadie se encuentra a salvo de los visitantes. ¿Quién ha podido librarse de ellos? Lo más prudente, suponía Domingo, era no ponerles más obstáculos: “Que pasen de una vez y tomen las decisiones que deban tomarse."

Guillermo Fadanelli
Mis mujeres muertas
Grijalbo

Fot. Marcello Mastroianni
Otto e mezzo, 1963

miércoles, 26 de diciembre de 2018

No hay salida


Esa tendencia a traicionar, a mentir y a ser perfectamente franca. A esconderte o a mostrarte mucho. Ese cuidado de cuidarte tanto para acabar narrando tu historia, tu verdad con pelos y señales a un desconocido. Esas ganas de huir, de salir corriendo cuando alguien muestra que empieza a conocerte, aunque no te reveles. Ese vértigo de quedarte. Esa indomable sed de alguien y de no estar con nadie. De envolver las caricias en palabras. Esas ganas de cambiar sin renunciar a nada. Esa hambre de imposibles. ¿Cómo pensar en esta confusión contradictoria? Es verdad y mentira, está bien y está mal, y no hay salida.

Héctor Abad Faciolince
Tratado de culinaria para mujeres tristes
Ed. Alfaguara, 2018

Fot. Nannimensch

Dos que se miran


Enamorarse a solas es enamorarse del silencio, un silencio con humo y espejos. El amor, si es algo, es dos que se miran.

Alejandra Pizarnik
Diarios

Fot. Interiors by Jean Royère 1950s


Michaux


Michaux escribió, viajó, dibujó, pintó. Escribió como se odia, con la fuerza del "contra" para sobrevivir y, después, para vivir más intensamente, para vibrar más alto. Pero halló la escritura demasiado convencional, henchida la palabra con demasiada cultura, demasiado lastre, así que empezó a pintar. Pintó como se grita, para gritar mejor, y para expresar aquellas vibraciones del espíritu que no tienen correspondencia adecuada con el lenguaje. Los infinitos lugares demasiado intensos para la palabra.

Chantal Maillard

No es una herida, es un hueco


No es una herida, es un hueco. Cuando pienso en él lo toco; al palparme, lo palpo. Ajeno siempre y siempre presente, nunca me deja, presencia sin cuerpo, mudo, invisible, perpetuo testigo de mi vida. No me habla, pero yo, a veces, oigo lo que su silencio me dice: esa tarde comenzaste a ser tú mismo al descubrirme, descubriste tu ausencia, tu hueco: te descubriste. Ya lo sabes: eres carencia y búsqueda.

Octavio Paz
En Egohistorias. El amor a Clío.
Varios autores coordinados por Jean Meyer
Ed.  Centro de estudios mexicanos y centroamericanos, 1993


martes, 25 de diciembre de 2018

El baile


¿Quién detiene el baile?

... Cansada. 
¿Quién derramó la vida sobre este prado? 
¿Quién detuvo el baile?
¿Quién destruyó el sueño? 
¿Quién pisoteó la primavera?. 
El destino. 
Mañana debes obedecer. 
Sí, quiero hacerte pedazos, 
falda blanca, falda blanca, 
cuando el cansancio y la ansiedad 
me dejan
con el corazón extenuado.

Hsiung Hung

De "Barco de Orquídeas, Poetisas chinas"
Recopilación de Kenneth Rexroth

Fot. Benoit Courti

Navidad


El Señor Jordà y su becaria la Señorita Siyusun os desean una feliz [Na]Vida[d] repleta de buenas lecturas y silenciosos escondites, si ese es vuestro deseo.

lunes, 24 de diciembre de 2018

Refugio


El futuro de la tecnología amenaza destruir todo lo que es humano en el hombre, pero la tecnología no alcanza a la locura, y en ella es donde lo humano del hombre se refugia.

Clarice Lispector

sábado, 22 de diciembre de 2018

Usted


-Si no tiene inconveniente, prefiero el tratamiento de usted.
-Creía que éramos amigas.
-Precisamente por eso. Dejemos el tuteo para los que no nos quieren.

Ed. Anagrama, 2007
Trad. Sergi Pàmies

France, Cannes. 1975

Descartes


"No evoluciono: viajo", escribió Pessoa.
De algún modo esto me recuerda que en ocasiones se puede conocer mejor a un hombre por todo lo que desdeña que por lo que aprecia, y me recuerda también que, como creo que dice Piglia, en la literatura no existe lo que llamamos 'progreso', del mismo modo que uno no sueña mejor a lo largo del tiempo: tal vez lo que más se aprende a medida que se escribe es lo que se prefiere no hacer; seguramente avanzamos por descartes.

Enrique Vila-Matas
Mac y su contratiempo

Fot. Yulia Kazban

viernes, 21 de diciembre de 2018

La vida corriente


La vida corriente no me interesa. Solo busco los momentos fuertes. Estoy de acuerdo con los surrealistas, busco lo maravilloso.
Quiero ser una escritora que recuerde a los demás que esos momentos existen; quiero demostrar que hay espacios infinitos, dimensiones infinitas.
Pero no siempre me encuentro en lo que yo llamo estado de gracia. Tengo días de iluminaciones y enfebrecimiento. Días en que la música de mi mente se interrumpe. Entonces remiendo calcetines, podo árboles, recojo fruta, saco brillo a los muebles. Pero mientras estoy haciendo estas cosas siento que no vivo.

Ed. Siruela, 2014
Trad. José Luis Fernández-Villanueva

Fot. Jacques-Henri Lartigue
Coco, Hendaye, 1934

Beso


El beso que no te di
se me ha vuelto estrella dentro.
¡Quién lo pudiera tornar
-y en tu boca- otra vez beso!


A white flower on a black table

La prudencia y lo imprevisto


Lo más increíble de los milagros es que acontezcan. A veces se juntan las nubes del cielo para figurar el extraño contorno de un ojo humano; a veces, en el fondo de un paisaje equívoco, un árbol asume la elaborada figura de un signo de interrogación. Yo mismo he visto estas cosas hace pocos días. Nelson muere en el instante de la victoria; y un hombre llamado Williams da la casualidad de que asesina un día a otro llamado Williamson; ¡una especie de infanticidio! En suma, la vida posee cierto elemento de coincidencia fantástica, que la gente acostumbrada a contar solo con lo prosaico nunca percibe. Como lo expresa muy bien la paradoja de Poe, la prudencia debiera contar siempre con lo imprevisto.

G K Chesterton
La cruz azul
en El candor del padre Brown

jueves, 20 de diciembre de 2018

La zona intermedia


Prefería no hablar en el trabajo de las cosas que le gustaban de verdad. Había construido una zona intermedia, un falso techo de melodías, novelas, paisajes que le agradaban sin trastornarla. Los otros libros, la otra música, los lugares donde se refugiaba, no se los dijo a nadie.

Belén Gopegui
Acceso no autorizado
Ed. Random House, 2011


Paisaje cambiante



Paisaje cambiante

Uno tiene que saber irse
y sin embargo, ser igual que un árbol:
como si se quedasen las raíces en el suelo,
como si se moviese el paisaje
y nosotros nos quedásemos parados.
Aguantar la respiración
hasta que cese el viento
y el aire ajeno empiece al rodearnos,
hasta que el juego de luz y sombra,
de azul y verde,
muestre los viejos patrones
y estemos como en casa
donde sea,
y podamos sentarnos y recostarnos
como si fuera la tumba
de nuestra madre.

Hilde Domin
de Sólo una rosa como apoyo, 1959
En Canciones para dar aliento (2018)
editorial Llantén
Traducción Geraldine Gutiérrez Wienken

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Preguntas



Preguntas

¿Puedes contar el color de la lluvia,
los grados de la ausencia por su peso de sombra?

¿Aceptas, cuando bajan del cielo
los anillos del tiempo,
cómo estrechan tu infancia, tu piel o tus herbarios?

¿Puedes ver deshacerse la escalera de polvo
por donde tu alegría había crecido en nubes,
sin estupor volver al mismo sueño,
sin soñarlo volver al mismo sitio,
y no gritar y no gritar?

Una vuelta de vida, un giro bajo el sol,
y un mundo de fantasmas ha perdido sentido.

¿Puedes vivir y olvidarte que es juego,
olvidar su secreta razón estar muriendo?

Ida Vitale

Romualdas Rakauskas, 1977


El hijo del hombre


Una vez que se ha padecido, la experiencia del mal ya no se olvida. Quien ha visto derrumbarse las casas sabe demasiado bien de qué está hecha una casa. Una casa está hecha de ladrillos y cal, y puede derrumbarse. Una casa no es muy sólida. Puede derrumbarse de un momento a otro. Detrás de los serenos jarrones con flores, detrás de las teteras, las alfombras, los suelos lustrados con cera, está el otro aspecto verdadero de la casa, el aspecto atroz de la casa derrumbada.


El hijo del hombre, incluido en
Las pequeñas virtudes
Ed. Acantilado, 2002
Trad. Celia Filipetto

Fotograma de Carta de una mujer desconocida, 1948

Homenaje Vertical


HOMENAJE VERTICAL

A Roberto Juarroz

I

Echamos fuego al agua
y apagamos la transparencia.
Así quema el hombre la claridad del mundo
y la prende de silencio.
El temblor humano del fuego,
el estrépito de una voz abriéndose,
enmudece cualquier palabra.
Al fuego le basta con arder.

II

No hay palabra más cierta que otra.
Se aprende a callar con los años,
aunque parezca que hablemos.

Se nace sin palabras
y con todas las palabras rotas nos vamos.

Y sin embargo,
aunque vivir sea enmudecer,
existe un placer original en el silencio
que justifica todos los silencios.



La Casa



La Casa, soy la Casa.
Más que piedra y vallado,
más que sombra y que tierra,
más que techo y que muro,
porque soy todo eso, y soy con alma.
Es necesario que alguien venga
a recoger los mangos que se caen
en el patio y se pierden
sin que nadie les tiente la dulzura.
Es necesario que alguien venga
a cerrar la ventana
del comedor, que se ha quedado abierta
y anoche entraron los murciélagos…
Es necesario que alguien venga
a ordenar, a gritar, a cualquier cosa.



martes, 18 de diciembre de 2018

El muérdago se enrolla en mis tobillos


El muérdago se enreda en mis tobillos,
helechos y agavanzas me ciñen las caderas
y un nenúfar
se deshoja en el valle dócil
de mis nalgas.
Sobre la tierra húmeda me acuesto 
como un ojo que se cierra
(tienen mis muslos el sabor del humus en otoño)
y me hago raíz,
vegetal, crisálida,
aguardando la aurora.
Sobre mis labios quietos
lentamente
desova una culebra.

Chantal Maillard
Ed. Tusquets, 2009

In the Moonligh

Ángeles sobre Roma


Ángeles sobre Roma

I
Abra tu luz mi niebla a sus engaños,
pues no he nacido para compartir el odio,
sino el amor. He ahí las huellas de la nieve, el mar
donde todo concluye,
briznas de azul al pie de las colinas.
La ola en la que fui, mi duración, el muro
es una sombra informe que se aleja
camino de otras playas.
De un cuerpo a otro hay el tiempo de una vida,
de su soledad a mis ojos hay la distancia de la muerte.
Juntos en un paisaje aterido de sed
vemos el sol de julio que se descompone,
cómo cae gota a gota
desvistiéndote incluso
del color que oscurece mis palabras,
un viola emborronado por el muslo del día.
Vienes desde el sonido de una vieja ciudad
(agua oculta que llora entre arrayanes),
para darle otro nombre a la aventura:
un mar sin mar y al fondo los cipreses,
ese silencio que me hace diferente de ti.

II
Recorrerte sin pausa, como quien
se despereza al sol; ser el sendero
donde inscribir tus huellas. Heme aquí,
acurrucado junto al estallido
que amaga el roce de tu piel.
Cobijo mi pasión a la intemperie
bajo el árbol frondoso de tus sensaciones,
esa implosión de un cuerpo
en el que busco anclarme. Vieja luz
que alumbra, sin embargo, todavía.

III
Piensa si todo esto terminase.
La floración del día y de la noche,
de este día preciso, de esta noche precisa,
lo fortuito de un azar que surge
inevitablemente. Piensa si
fuese sólo el principio
de otro final que ya no espero, que
vuelve a decirme que si todo esto
terminase, por qué. Piensa. No, toca
la luz de nuevo, sin pensar, el borde
de una quietud donde se desmorona
cuanto nos hizo islas. Si acabase
todo, el fulgor, la sed, la opacidad
de un territorio que no es cuerpo, que
nos vuelve cuerpo, sin limitaciones,
piensa, tanto estupor
¿cabría en un poema?

IV
Daré tu nombre a cuanto vea,
me aferraré a la imagen de tu cuerpo
como la yedra al sol de mediodía.
Igual que el mirlo al recorrer las hojas
busca en la nervadura
los gusanos, iré
a trabajar los surcos,
a sembrar la memoria
si es cierto que para morir,
como dijo el anciano,
basta sólo un ruidillo:
el de otro corazón
(¿mío, tuyo?) al callarse.

V
Pero, a decir verdad, no sabemos morir.
En el fluir del día que no acaba
oigo un murmullo circular, el labio
que bebo sorbo a sorbo. Tócame.
He atravesado océanos de tiempo
para llegar a ti, la noche sin raíces.
La tierra fue el principio,
la tierra devastada que repite sus sueños.
Me hicieron renacer como quien siembra
entre los intersticios de una roca
y espera sin dudar hasta que crezca el fruto.
Luego vino la lluvia
desde un cielo cansado
de oscurecerse sin razón. ¿Comprendes
ahora? No fui yo.

VI
Lo que sucede, al cabo, son colores.
El rojo sangre de quien nada olvida,
el amarillo de la indecisión,
o el verdiazul que surge como un soplo
desde una noche que no fue derrota
sino confín. El blanco de reconocerte
entre las huellas menos personales
de un alba compartida: sólo tú,
las variaciones de la luz y el peso
de una certeza incomprensible.
VII
Suspende el año en ti sus estaciones.
En esta antigua selva donde estoy
el tiempo se abre paso con dificultad.
Discurre a solas sin tu nombre
y no envejece ni se instaura, sólo
finge avanzar a tientas por un túnel
hecho de azar y de pasión, de todo
cuanto nos hace vagamente humanos.
La vasta tierra que recorro me
descubre en el trazado de tu piel,
y ese hueco dormido que llaman corazón
es un chorro de agua brotando en el desierto
del último verano que perdura.



Lo oímos


Lo que se dice de verdad no se dice nunca con palabras. 
Y sin embargo lo oímos. 
Perfectamente.

La femme à venir

En la foto la pianista Morfydd Llwyn Owen

lunes, 17 de diciembre de 2018

Entonces


Entonces correré como antaño corría 
por la hierba, el bosque y el campo.
Entonces tú estarás de pie como una vez estuviste,
a modo de intimísimo saludo del mundo.

Entonces habrán quedado contados los pasos
que recorrieron la lejanía y la proximidad. 
Entonces habrá quedado narrada esta vida
como sueño soñado desde tiempos inmemoriales.

de Poemas
Editorial Herder
Trad: Alberto Ciria 



domingo, 16 de diciembre de 2018

La vara en flor


LA VARA EN FLOR

Voy donde amo y soy amada
hacia la nieve;

Voy hacia aquello que amo
sin ningún pensamiento de deber o piedad;

Voy hacia donde pertenezco, inexorable,
como la lluvia que no ha cesado de caer

hacia los surcos; he dado
o podría haber dado

vida al grano;
pero si éste no crece o madura

con la lluvia de la hermosura,
la lluvia retornará a la nube,

quien cosecha afila su acero sobre piedra;
pero éste no es nuestro campo,

no lo hemos sembrado;
impiadosos, impiadosos, dejemos

el sitio de la calavera
para aquellos que lo compusieron.
...

Satisfechos, insatisfechos,
saciados o entumecidos de hambre,

he aquí la urgencia eterna,
la desesperación, el deseo de equilibrar

la variante eterna;
tú percibes este llamado insistente,

esta demanda de un cierto instante,
la vocación de gozar, de vivir,

no el mero afán de perdurar,
la vocación de vuelo, de consecución,

la vocación de reposo tras un largo vuelo;
pero ¿quién conoce la desesperada urgencia

de esos otros –verdaderos tal vez ahora
míticos pájaros—que buscan, infructuosos, reposo

hasta que se desploman desde el punto más alto de
la espiral
o caen del centro mismo de un círculo cada vez más estrecho?

pues ellos recuerdan, recuerdan, al mecerse y revolotear
lo que existió una vez –recuerdan, recuerdan—

ellos no se desviarán –han conocido la bienaventuranza
el fruto que satisface –han retornado—

¿y si las islas se perdiesen? ¿si las aguas
cubrieran las Hespérides? Mejor es que recuerden—

recuerden las manzanas doradas del árbol;
Oh, no los compadezcas, mientras los ves caer uno por uno,

pues caen exhaustos, adormecidos, ciegos,
pero en un cierto éxtasis,

pues de ellos es el hambre
del Paraíso.

De Trilogía, 1944-1946
Traducción: María Negroni y Sophie Black

Mi poema


Te doy la espalda y nervioso muevo los dedos. No, ahora mis manos están en perfecta inmovilidad. Con exactitud abro un espacio en la librería y en él inserto el Don Juan. Ahí. Prefiero ser amado, prefiero ser famoso a seguir el camino de la perfección a través de las arenas. Pero ¿estoy condenado a producir asco? ¿Soy poeta? Tómalo. El deseo que llevo tras los labios, frío como el plomo, pesado como la bala, aquello con lo que apunto a las dependientas de comercio, a las mujeres, a las ficciones y a la vulgaridad de la vida (porque la amo), sale disparado hacia ti, cuando te arrojo – tómalo – mi poema.

Virginia Woolf
Las olas
Ed. Lumen, 2013
Trad, M. L. Purificación Méndez Gómez

sábado, 15 de diciembre de 2018

Instrumental


Por eso es tan difícil tener paciencia con personas como yo. En mi fachada hay dos puertas. En una se lee claramente: BUENA VIDA; en la otra, INFIERNO. Y no solo crucé la puerta oscura, sino que lo hice silbando, con toda la despreocupación del mundo, remangándome y con gran decisión. Me metí tranquilamente, como si fuera el mayor gilipollas del mundo, en el puto apocalipsis.
Antes, sentía esa vergüenza, asco o desprecio por mí mismo, y al notar aquellas emociones me las iba narrando mentalmente, les ponía imágenes y palabras, exploraba los motivos que había tras ellas, me permitía alimentarlas, juzgarlas, multiplicarlas. Entonces aprendí, lentamente, a quedarme quieto y fijarme en ellas con curiosidad, sin etiquetas, narraciones ni juicios. Advertía en qué parte del cuerpo se alojaban (siempre en el corazón o en el estómago), las observaba, experimentaba el dolor, me quedaba a su lado. Y os prometo que cuando haces eso, todo empieza a curarse. De forma lenta pero segura, empieza a curarse, disminuir, mitigarse.
Es espantoso e irónico saber que he pasado casi toda la vida huyendo de las cosas que me acabaron salvando (la sinceridad, la verdad, la realidad, el amor, la aceptación de quien soy) porque creía que me matarían.

Ed. Blackie Books, 2015
Trad. Ismael Attrache


Vértigo


Vértigo

Duermes al borde siempre
del mismo precipicio.

De pronto a veces saltas hacia atrás.

Y aunque por el momento te libras de caer,
no te libras del vértigo.

Puntos de fuga 1996-2000

Serie Movimenti, 1967

viernes, 14 de diciembre de 2018

Postal


A poco de vivir juntos él decide hacerle un retrato, y busca una nueva técnica para preparar el fondo, un poco cansado de la decalcomanía…– Él está habitado por los rasgos de este rostro que lleva en la piel. Al ver el retrato, ella reconoce el rostro de su infancia, sí, toda la leyenda de su vida. Y las plantas que emergen espontáneamente del papel frotado, forman el viejo jardín de Grunewald bajo una ardiente puesta de sol. El nacimiento de este cuadro suscita en ella el deseo de aprender la técnica de la pintura a óleo. Hans le organiza una exposición en la rue Mouffetard para que ella muestre sus dibujos y cuadros. Estos preparativos, la selección de obras y de invitados así como el colgado de las mismas le procuran un gran placer. La galería es pequeña e íntima. A la inauguración asisten los filósofos Jean Wahl y Gaston Bachelard, André Breton acompañado de la joven Joyce Mansour, el pintor Victor Brauner, Man Ray y su mujer Julie. La exposición dura algunas semanas y ella vende algunas obras… Eso la motiva para próximos emprendimientos. ¿Quién le aconsejó crear postales animadas? Probablemente Hans. Una nueva pasión va a nacer. La primera carta postal que ella crea representa un cuerpo de mujer sin cabeza, con caderas voluptuosas, cuyo vientre es el centro de su vida interior, está montado sobre una placa rodante, representando varias imágenes a color, que aparecen una por vez cuando se mueve la placa. Hans y ella compran una pequeña botella de barniz y barnizan ligeramente la postal, lo que le confiere un aspecto precioso y reaviva los colores. Después, ella decide hacer un pequeño atlas anatómico desplegable: debajo de cada órgano se encuentra escondido otro. Ella trabaja con destreza y precisión, inspirada por la minuciosidad que aporta Hans a sus cuadros. Para otra carta postal que ella comienza a elaborar, él le aconseja insertar un pequeño hilo blanco pegado en el ornamento del dibujo. Ella lo consigue. Después ella recorta, por debajo, una pequeña ventana y pinta este recuadro de negro, sobre el mismo coloca una hoja roja de otoño. Esta carta será para Jean Arp; el atlas anatómico para Victor Brauner, quién responde enseguida con un pequeño dibujo a color, y la mujer cuyo imaginario se desarrolla en su vientre, será para Ernst Schroder. Naturalmente para Hans, ella fabrica una carta postal erótica. Sobre un fondo negro, se ve moverse, cuando se tira de una lengüeta, una pareja, disimulada por una puntilla negra. Ella dibuja las estampillas para cada una de estas cartas e inventa para algunas, direcciones de fantasía. Todas serán presentadas más tarde, en una exposición sobre surrealismo, organizada en la librería del editor Eric Losfeld.

Unica Zürn
Vacances à Maison Blanche. Derniers écrits et autres inédits.

Fot. anónima de la autora


La sed hospitalaria


Yvonne

La sed hospitalaria

¿Quién la oyó nunca quejarse?

Nadie más que ella hubiera podido beber 
las cuarenta fatigas sin morir,
Esperar, muy adelantada, a quienes venían después;
Desde el alba hasta el crepúsculo era su esfuerzo viril.

Quien ha excavado el pozo y sube el agua yacente
arriesga el corazón en la separación de sus manos.


Versión de Jorge Riechmann

Una tregua


En general la soledad no me aterra. Y en pequeñas dosis hasta me distiende: las presencias que me son caras me fatigan el corazón. Me inquieto por un gesto, por un bostezo. Y para no ser inoportuna -o ridícula- debo callar mis aprensiones, reprimir mis impulsos. Pensar en ellos, de lejos, constituye una tregua que descansa.

Simone de Beauvoir
La mujer rota
Ed. Edhasa, 2001
Trad. Dolores Sierra

Fot. Laura Makabresku

jueves, 13 de diciembre de 2018

Sin cesar


Una sombra tristísima, indefinible y vaga
como lo incierto, siempre ante mis ojos va
tras de otra vaga sombra que sin cesar la huye,
corriendo sin cesar.
Ignoro su destino... mas no sé por qué temo
al ver su ansia mortal,
que ni han de parar nunca, ni encontrarse jamás.

En las orillas del Sar
Edición de Mauro Armiño
Ediciones Libertarias. Colección Clásicos, nº 2. 
Primera edición de mayo de 1998.

Fot. anónima de la autora

Una franja de luz


El amante volvió 
a ser sólo un tú,
una franja de luz
entre franjas de yo.

Ed. Pre-Textos, 2017


Tarde


Una de las misteriosas leyes de la vida es que descubrimos siempre tarde sus auténticos y más esenciales valores: la juventud, cuando desaparece; la salud, tan pronto como nos abandona, y la libertad, esa esencia preciosísima de nuestra alma, sólo cuando está a punto de sernos arrebatada o ya nos ha sido arrebatada.

Stefan Zweig
Montaigne
Ed. Acantilado, 2010
Trad. Joan Fontcuberta

Pint. Michael Sowa 
Cochon dans la soupe

Humildad


HUMILDAD

Casi anónimos
trazos apenas
insinuaciones en un fondo con lluvia

¿Quién atiende lo desapercibido?

Tal vez el aguacero sólo

Distancia
y lluvia
para restar dolor al mundo 

Este será
el comienzo de una muerte sin ti 

Ed. Pre-Textos, 2015