No era cuestión de acostarse con su cuerpo. No era cuestión de juntar sus sexos y explotar de placer puro. Era algo que iba más allá. La cuestión era un encuentro cósmico; era como estar juntos en el lugar preciso, en el instante justo para al fin poder unirse, así fuese tan solo una noche. Ellos sin alcanzarlo a comprender completamente, vivirían esa luna, y podrían darse cuenta de la delgada pero profunda línea, entre tener sexo y hacer el amor…
Aquí, pensó el médico, desagua la última miseria, la soledad absoluta, lo que no podemos soportar en nosotros mismos, los más escondidos y vergonzosos de nuestros sentimientos, lo que en los demás llamamos locura que es al final la nuestra y de la cual nos protegernos etiquetándola, comprimiéndola con rejas, alimentándola con pastillas y gotas para que siga existiendo, concediéndole permiso de salida el fin de semana y encaminándola rumbo a una «normalidad» que probablemente consiste solo en disecarse en vida.
…No lo creerás pero en los días que siguieron pensé poco en ti, tu ausencia se volvía cada vez más tangible y casi no era necesario verte (…) : no necesitaba pensar en ti , las cosas eran tú, no te habías ido…
“I dreamt we walked together along the shore. We made satisfying small talk and laughed. This morning I found sand in my shoe and a seashell in my pocket. Was I only dreaming?”
No te enamores nunca de una mujer a la que le guste leer, una mujer capaz de sentir intensamente, una mujer que escriba... No te enamores de una mujer educada, culta, hechicera, delirante, histérica, un poco loca... No te enamores de una mujer que sepa pensar (son, con diferencia, las más peligrosas), que sepa cómo preguntar y que, a la vez, sea capaz de volar... una mujer con autoestima. No te enamores de una mujer que grite o ría cuando haga el amor, llena de pasión, que sepa convertir su espíritu en carne y su carne en espíritu, que le guste la poesía, o de una mujer que medite, que pueda quedarse media hora frente a una imagen, contemplándola ensimismada, o que no pueda vivir sin música. No te enamores de una mujer adicta a la intensidad, que le guste jugar, brillante, rebelde, irreverente... Ni se te ocurra enamorarte de una mujer así. Porque si te enamoras de esa mujer, tanto da si está contigo como si no, tanto da que te guste o no, tanto da que quieras o no... nunca podrás dar ya marcha atrás. Nunca.
Texto viral de autoría desconocida y atribuido a diversos autores
Life is so full of unpredictable beauty and strange surprises. Sometimes that beauty is too much for me to handle. Do you know that feeling? When something is just too beautiful? When someone says something or writes something or plays something that moves you to the point of tears, maybe even changes you.”
—Entonces hay que mentir—adujo Martín con amargura.
—Digo que no siempre se puede decir la verdad. En rigor, casi nunca.
—¿Mentiras por omisión?
—Algo de eso —replicó Bruno, observándolo de costado, temeroso de herirlo.
—Así que no cree la verdad.
—Creo que la verdad está bien en las matemáticas, en la química, en la filosofía. No en la vida. En la vida es más importante la ilusión, la imaginación, el deseo, la esperanza. Además ¿sabemos acaso lo que es la verdad? Si yo le digo que aquel trozo de ventana es azul, digo una verdad. Pero es una verdad parcial, y por lo tanto una especie de mentira. Porque ese trozo de ventana no está solo, está en una casa, en una ciudad, en un paisaje. Está rodeado del gris de ese muro de cemento, del azul claro de este cielo, de aquellas nubes alargadas, de infinitas cosas más. Y si no digo todo, absolutamente todo, estoy mintiendo. Pero decir todo es imposible, aun en este caso de la ventana, de un simple trozo de la realidad física, de la simple realidad física. La realidad es infinita y además infinitamente matizada, y si me olvido de un solo matiz ya estoy mintiendo. Ahora, imagínese lo que es la realidad de los seres humanos, con sus complicaciones y recovecos, contradicciones y además cambiantes. Porque cambia a cada instante que pasa, y lo que éramos hace un momento no lo somos más. ¿Somos, acaso, siempre la misma persona? ¿Tenemos, acaso, siempre los mismos sentimientos? Se puede querer a alguien y de pronto desestimarlo y hasta detestarlo. Y si cuando lo desestimamos cometemos el error de decírselo, eso es una verdad, pero una verdad momentánea, que no será más verdad dentro de una hora o al otro día, o en otras circunstancias. Y en cambio el ser a quien se la decimos creerá que ésa es la verdad, la verdad para siempre y desde siempre. Y se hundirá en la desesperación.
Me he topado con una imagen que me ha llamado la atención, con un nombre:
Pietro Annigoni, (1910-1988) - 1946 Self-Portrait
Para mí era un completo desconocido (cosa poco significativa), pero si se autorretrataba así, algo tenía que tener su obra que me llamara la atención, así que he hecho una pequeña búsqueda y he descubierto a un magnífico retratista. Unas muestras:
Esta sensación la conoces bien. Te ha acompañado tantos años como los que tienes, ¿no?
Siempre está ahí, nunca desaparece del todo, busca el momento preciso para reaparecer y hacerte recordar que sí, que es verdad, que no eres igual al resto. Eres peor. Aunque, si hicieran una encuesta, probablemente el resultado sería el contrario. Tú mismo dirías que estás sobre la media, pero quizás sea ése, justamente, el problema. Eres peor, pero nadie lo sabe: ése es tu secreto. Es una cuestión de desigualdad, de no saber amoldarse, de ser distinto, nada más. ¿Quién sabe?
Pero da lo mismo: igual duele, igual incomoda, igual te aleja de todos, igual alejas a todos.
“… Y he llegado a la conclusión de que si las cicatrices enseñan: las caricias también.”
Mario Benedetti
“.... De ella se pueden enumerar cualidades y defectos; explicarla, jamás. Hace lo que ama, se niega a lo que no le agrada. No quiero explicarla. Para mí, basta con verla, saber que existe.”
Y dijo ella.... : Sólo el que es contradictorio no se miente ni a sí mismo ni a los demás.
Él no pudo hacer otra cosa que asentir. Pensó en la trascendencia práctica de tal aseveración. No la encontró, pero sonaba bien. Tenía un pensamiento estéticamente cercano a la perfección. Y, bien pensado, aunque intrascendente, era la puta verdad.
Arthur Hughes se caracterizó, entre otras cosas, por reflejar momentos problemáticos en la vida de pareja. En sus pinturas más conocidas (April Love y The Long Engagement) ya aparecen parejas con problemas que contemplan la fugacidad del amor y la belleza. Fueron inspiradas por anteriores pinturas de "parejas" como las de John Everett Millais, pero poniendo mayor énfasis en el pathos de la incapacidad humana para mantener la frescura del sentimiento de la juventud, en comparación con el poder regenerativo de la naturaleza.
Pero en este caso concreto la problemática es material. El joven matrimonio ha acudido a casa del padre de ella. (Son ellos los que se han desplazado: guantes de ella en el sillón, sombrero en la mano del joven, de pie, mientras el anciano sentado está leyendo lo que le está mostrando el joven). Ella está alejada de la escena, por pura convención social, es cosa de hombres, si bien aquella no deja de ser lo que fue su casa, lo cual le provoca una mezcla de sentimientos al recordar una vida pasada, cómoda y sin problemas, frente a la actual, llena de problemas por la mala cabeza de su ambicioso marido. El hermoso perro la mira con familiaridad, recordando largos paseos y un trato siempre cariñoso, pero ella siente angustia y se siente escindida entre el deber derivado del compromiso hacia su marido, que la acabará arrastrando a una vida desdichada y el amor hacia su padre, viudo desde que ella nació (su madre murió de parto) y que siempre hizo de padre y de madre. La adora, y sabe que cederá a las pretensiones de su marido. Y ella... siente una incertidumbre muy grande. De buena gana se quedaría en su casa, con su padre y su perro y sus cosas y mandaría a hacer nada, bien lejos, al canchanchán de su marido. Pero sabe que es imposible. Pobrecita...
Este señor es un belga cuya obra es bastante turbadora, también. Y con esta selección acabo ya mi dosis de turbamiento y me pondré a mirar flores con arrobo.
Keyboard Sonata in B Minor, K.197/L.147/P.124: Andante
Me fastidia especialmente la idea de pensar que esto se verá en orden inverso al que ha estado escrito, pero bueno... es así...
Terminaré esta pequeña incursión en lo más superficial de lo femenino, con el testimonio de quien, para mi, resume la esencia de mujer fatal 2.0. Me refiero a la gran Kaya Scodelario.