martes, 30 de junio de 2015

Agua


Una pareja joven caminaba media manzana delante de mí. El sol había asomado, radiante, después de un chaparrón y los árboles estaban lustrosos y empapados. De improviso, por pura exuberancia, supongo, el chico dio un salto y agarró una rama; una cortina de agua luminosa cayó, torrencial, sobre ellos y los dos rompieron a reír y salieron corriendo. La muchacha se sacudía el agua del pelo y del vestido como si estuviera algo disgustada, pero no era así. Fue algo hermoso de ver, como salido de una leyenda. No sé por qué he pensado en eso ahora si no es, quizá, porque en momentos así es fácil creer que el agua se creó principalmente para bendecir y sólo secundariamente para cultivar verduras o para hacer la colada.

Marilynne Robinson
Gilead

lunes, 29 de junio de 2015

La grieta

Los pájaros cantaron
al hacerse de día.
“Empieza de nuevo”,
oí que decían.
No pierdas el tiempo
pensando en lo que ya pasó
o en lo que aún no ha pasado.
Tañe las campanas que aún pueden repicar,
olvídate de tu ofrecimiento perfecto.
Todo tiene una grieta:
Así es como entra la luz.

Leonard Cohen

Grieta en el hielo del lago Baikal

Omni Phantasmic

Serie de fotografías de Neil Craver.
Los efectos de luz y color de las fotografías de cuerpos sumergidos en agua, sus reflejos, nos llevan, en alguna medida, al otro lado de nuestra consciencia. Cuerpos vivos, vegetación, organismos... Fotografías que pueden sentirse.







El jardín abandonado

Me irrita la felicidad de todos estos hombres que no saben que son desgraciados. Su vida humana está llena de todo cuanto constituiría una serie de angustias para una sensibilidad verdadera. Pero, como su verdadera vida es vegetativa, lo que sufren pasa por ellos sin tocarles el alma, y viven una vida que se puede comparar únicamente con la de un hombre con dolor de muelas que hubiese recibido una fortuna -la fortuna auténtica de estar viviendo sin darse cuenta, el mayor don que los dioses conceden, porque es el don de ser semejante a ellos, superior como ellos (aunque de otro modo) a la alegría y al dolor.

Por eso, a pesar de todo, los amo a todos. ¡Mis queridos vegetales!

Fernando Pessoa
El Libro del Desasosiego

Santiago Rusiñol
El jardín abandonado

domingo, 28 de junio de 2015

Una librería espectacular

Las librerías siempre han tenido un encanto especial.
Esta se sale.
En Maastricht, Holanda, la Selexyz Dominicanen, en el marco de una iglesia gótica del Siglo XIII, con cafetería, wifi, y todos los servicios propios del Siglo XXI.







Missa assumpta est Maria, 
Marc-Antoine Charpentier

La siesta


Me he despertado de ella, demasiado larga, agresivo, violento y chulo.
Bueno... my way...

¡Peligro!

Gente pensando...


Versión en castellano: Un buen relato, Conversaciones sobre la verdad, la ficción y la terapia psicoanalítica, Ed. Literatura Random House

Escarpias

Un pasaje muy concreto, a partir del minuto 04:20, especialmente a partir del 04:45, hasta el final, tiene el poder de, invariablemente, ponerme los pelos como escarpias.

Cristóbal de Morales
Missa Pro Defunctis

Y, para volver a un tono un poco más dark, un fotograma de Thriller - A cruel picture, de Christina Lindberg


Los idiomas desconocidos

Su mirada de pueblo, capaz de distinguir a primera vista árboles de arbustos, se ponía vidriosa ante la señalización del camino, las letras sin sentido del alfabeto latino arremolinándose unas con otras y las desgarradas vallas publicitarias mostrando rostros americanos con la piel a tiras, rostros sin ojos, sin boca, o sin nada aparte de la nariz. Cuando reconoció la franja diagonal de Gratiot, se levantó y, con voz resonante, gritó en inglés:
-¡Hijoputa!
No tenía idea de lo que significaba aquella palabra. Se la había oído a Surmelina, que la empleaba cuando el conductor se pasaba de la parada. Como de costumbre, surtió el efecto deseado. El conductor frenó rápidamente y los pasajeros se echaron presurosos a un lado para dejarla salir. Parecieron sorprendidos cuando les dio las gracias, sonriente.

Jeffrey Eugenides‎
Middlesex

Fot: Yuval Yairi

sábado, 27 de junio de 2015

Y ya me callo

Por un rato...


Bocazas

NUNCA ME ABRAS LA PUERTA

Pero no importa, dale, 
llévate mi alegría en tus labios, 
haz papel de fumar mis poemarios, 
cambia la cerradura, vive el cielo.
Haz el favor de ser feliz, 
y nunca, nunca 
abras a ese mamarracho enfebrecido
que llamará a tu puerta
las próximas semanas.

Se hará pasar por mí
-ya te lo advierto-
y te traerá la peste.

Pedro Andreu


Fot: Jone Reed´

Deje / dejo

Cuando los gusanos
hagan una cena fría con mi cuerpo
encontrarán un dejo de ti

Gabriel Ferrater


Fot: Arthur Tress

Cuba

Después de bastante B&W, un poco de color...










Fotografias de Desiree Dolron
dedicada a Cuba


Buena Vista Social Club

Lencería fina

Fot: Hermann Försterling

De espaldas al mundo

No hay nada tan alentador como saber que en alguna parte, una mujer que te gusta está pensando en ti y sólo en ti. Pero no hay nada tan hiriente como que ninguna mujer piense en ti. O peor todavía, que una mujer haya dejado de pensar en ti por culpa de tu estupidez. Es como mirar por la ventanilla de un avión y descubrir que la tierra ha desaparecido. No hay otra soledad que se le pueda comparar.

Richard Ford
El periodista deportivo



Zakinthos

A veces ocurre que algo que no se había visto nunca aparece por todos lados...

Isla de Zakinthos, Grecia

Seda

Permanece así, te quiero mirar, yo te he mirado tanto pero no eras para mí, ahora eres para mí, no te acerques, te lo ruego, quédate como estás, tenemos una noche para nosotros, y quiero mirarte, nunca te había visto así, tu cuerpo para mí, tu piel, cierra los ojos y acaríciate, te lo ruego, no abras los ojos si puedes, y acaríciate, son tan bellas tus manos, las he soñado tanto que ahora las quiero ver, me gusta verlas sobre tu piel, así, sigue, te lo ruego, no abras los ojos, yo estoy aquí, nadie nos puede ver y yo estoy cerca de ti, acaríciate señor amado mío, acaricia tu sexo, te lo ruego despacio, es bella tu mano sobre tu sexo, no te detengas, me gusta mirarla y mirarte, señor amado mío, no abras los ojos, no todavía, no debes tener miedo estoy cerca de ti, ¿me oyes?, estoy aquí, puedo rozarte, y esta seda, ¿la sientes?, es la seda de mi vestido, no abras los ojos y tendrás mi piel, tendrás mis labios, cuando te toque por primera vez será con mis labios, tú no sabrás dónde, en cierto momento sentirás el calor de mis labios, encima, no puedes saber dónde si no abres los ojos, no los abras, sentirás mi boca donde no sabes, de improviso, tal vez sea en tus ojos, apoyaré mi boca sobre los párpados y las cejas, sentirás el calor entrar en tu cabeza, y mis labios en tus ojos, dentro, o tal vez sea sobre tu sexo, apoyaré mis labios allí y los abriré bajando poco a poco, dejaré que tu sexo cierre a medias mi boca, entrando entre mis labios, y empujando mi lengua, mi saliva bajará por tu piel hasta tu mano, mi beso y tu mano, uno dentro de la otra, sobre tu sexo, hasta que al final te bese en el corazón, porque te quiero, morderé la piel que late sobre tu corazón, porque te quiero, y con el corazón entre mis labios tú serás mío, de verdad, con mi boca en tu corazón tú serás mío, para siempre, y si no me crees abre los ojos señor amado mío y mírame, soy yo, quién podrá borrar jamás este instante que pasa, y este mi cuerpo sin más seda, tus manos que lo tocan, tus ojos que lo miran, tus dedos en mi sexo, tu lengua sobre mis labios, tú que resbalas debajo de mí, tomas mis flancos, me levantas, me dejas deslizar sobre tu sexo, despacio, quién podrá borrar esto, tú dentro de mí moviéndote con lentitud, tus manos sobre mi rostro, tus dedos en mi boca, el placer en tus ojos, tu voz, te mueves con lentitud, pero hasta hacerme daño, mi placer, mi voz, mi cuerpo sobre el tuyo, tu espalda que me levanta, tus brazos que no me dejan ir, los golpes dentro de mí, es dulce violencia, veo tus ojos buscar en los míos, quieren saber hasta dónde hacerme daño, hasta donde tú quieras, señor amado mío, no hay fin, no finalizará, ¿lo ves?, nadie podrá cancelar este instante que pasa, para siempre echarás la cabeza hacia atrás, gritando, para siempre cerraré los ojos soltando las lágrimas de mis ojos, mi voz dentro de la tuya, tu violencia teniéndome apretada, ya no hay tiempo para huir ni fuerza para resistir, tenía que ser este instante, y este instante es, créeme, señor amado mío, este instante será, de ahora en adelante, será, hasta el fin.

Alessandro Baricco
Seda


viernes, 26 de junio de 2015

Sin


sé que voy a quererte sin preguntas

sé que vas a quererme sin respuestas.


Mario Benedetti

La tormenta. El tormento.

-¿Listo? Imagínate una tempestad de arena terrible, terrible de verdad-dice-. Y olvida cualquier otra cosa.
Tal como me ha dicho, imagino una tempestad de arena terrible, terrible de verdad. Y olvido cualquier otra cosa. Incluso quién soy. Me quedo en blanco.
Las cosas van aflorando enseguida. Y él y yo las compartimos en el viejo sofá de cuero del estudio de mi padre, como siempre.
-A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar-me comenta el joven llamado Cuervo.
A veces, el destino se parece a una pequeña tempestad de arena que cambia de dirección sin cesar. Tú cambias de rumbo intentando evitarla. Y entonces la tormenta también cambia de dirección, siguiéndote a ti. Tú vuelves a cambiar de rumbo. Y la tormenta vuelve a cambiar de dirección, como antes. Y esto se repite una y otra vez. Como una danza macabra con la Muerte antes del amanecer.
Y la razón es que la tormenta no es algo que venga de lejos y que no guarde relación contigo. Esta tormenta, en definitiva, eres tú. Es algo que se encuentra en tu interior. Lo único que puedes hacer es resignarte, meterte en ella de cabeza, taparte con fuerza los ojos y las orejas para que no se te llenen de arena e ir atravesándola paso a paso. Y en su interior no hay sol, ni luna, ni dirección, a veces ni siquiera existe el tiempo. Allí sólo hay una arena blanca y fina, como polvo de huesos, danzando en lo alto del cielo.
Imagínate una tormenta como ésta.

Haruki Murakami
Kafka en la orilla



Philip Glass

jueves, 25 de junio de 2015

Primera hora

Hoy me gustaría prepararte el desayuno.
Abrir el pan con semillas de alegría.
Sacar del naranja del amanecer
el zumo de un limón.
Servirte el café en tu taza preferida.
Disponer, ordenadamente,
un poco de optimismo,
una buena ración de fuerza,
una pizca de confianza,
(no es bueno abusar si no se está acostumbrado),
Sintonizar la radio
en el canal de buenas noticias.
Doblar, cuidadosamente,
la servilleta en forma de corazón.
Esperar a que te presentes.
Y disfrutar del espectáculo
de verte contenta.

Buenos días.

Fot: Idadora

miércoles, 24 de junio de 2015

El momento de las caricias

El momento de las caricias volvió a entrar en el dormitorio, pidió disculpas por haberse demorado tanto ahí fuera, no encontraba el camino, se justificó, y, de repente, como les sucede algunas veces a los momentos, se hizo eterno.

José Saramago
La Caverna

Fot: Rudo Prekop

¿A quién dar las gracias?

Te veía
llegar,
cruzar la puerta,
darme un besazo en el morro,
mirarme a los ojos
de esa manera única,
como solo tú miras
a los ojos: rompiendo el calendario.

Te veía
hacer esas cosas sencillas
que tú haces
para que el mundo
entre en razón;

y no sabía
a quién
darle las gracias.

Karmelo Iribarren

Fotografía de Larry Fink

martes, 23 de junio de 2015

En el metro, de vuelta a casa.

Ven, siéntate aquí, junto a mí, quiero mostrarte mis engranajes. Me gustaría hablarte de ellos con calma y prudencia; con toda la calma, la prudencia y la demora que poseen algunos hombres con los huevos repletos de melancolía. Quiero hacer de mi cuerpo tu recreo. De mi lengua una palanca sobre la que brinques y que acabe con tu vida una y otra vez, una y otra vez. Quiero abonar el jardín y que crezcan los árboles hasta que entren las ramas por la ventana y poder ahorcar en ellas todos los momentos feos y las rutinas del conocerse demasiado. Aunque estas últimas, por inevitables, mejor dejarlas pasar, no hacerles demasiado caso y tomarlas como la marea que igual que sube tendrá que bajar.
Ven, siéntate aquí, junto a mí, te mostraré mis engranajes, te lo contaré todo. Cuando ya no te acuerdes de nada.

Fotografía de Wacław Nowak

Desorientación

Fotografía de Eric Bénier-Bürckel

Me iré y no sabré volver
Alejandra Pizarnik

lunes, 22 de junio de 2015

Naufragio

En la maravillosa playa de la fotografía de la entrada anterior, si se mira bien, o se amplía la fotografía, podemos distinguir lo que son los restos de un naufragio. Eso me ha llevado a recordar un poema de Cristina Peri Rossi:

Escoriación

Herida que queda, luego del amor, al costado del cuerpo.
Tajo profundo, lleno de peces y bocas rojas,
donde la sal duele, y arde el yodo,
que corre todo a lo largo del buque,
que deja pasar la espuma,
que tiene un ojo triste en el centro.
En la actividad de navegar,
como en el ejercicio del amor,
ningún marino, ningún capitán,
ningún armador, ningún amante,
han podido evitar esa suerte de heridas,
escoriaciones profundas, que tienen el largo del cuerpo
y la profundidad del mar,
cuya cicatriz no desaparece nunca,
y llevamos como estigmas de pasadas navegaciones,
de otras travesías. Por el número de escoriaciones
del buque, conocemos la cantidad de sus viajes;
por las escoriaciones de nuestra piel,
cuántas veces hemos amado.

Cristina Peri Rossi
 Descripción de un naufragio

sábado, 20 de junio de 2015

El enigma de la luz

Vermeer, Lección de música interrumpida
[…]

Mientras me hallo (todavía) frente a la muchacha cuya lección de música ha sido interrumpida, una voz de muchacha holandesa perturba mi contemplación del cuadro. Yo vuelvo la cabeza, claro está. La muchacha, una belleza, está hablando con alguien que al parecer es su madre. En realidad, la joven guarda un cierto parecido con la muchacha de Vermeer, lo cual complica todavía más las cosas. Entonces sucede algo curioso. Las voces neerlandesas que rodean el cuadro hacen que éste se sienta un poco más en casa. ¿Es posible que un cuadro alimente sentimientos de nostalgia? La muchacha y el hombre del cuadro hablaban en su día -si es que hablaron alguna vez- en neerlandés. Ese neerlandés no se escribía como ahora, pero sí se hablaba más o menos igual.

La muchacha que está frente al cuadro le dice algo a su madre acerca de la muchacha del cuadro. Si Vermeer no la hubiera pintado tan bien, jamás se me habría ocurrido esa idea tan absurda que me ha asaltado ahora: que la muchacha del cuadro es al fin capaz de entender lo que se dice en la sala. Lo que no sabe la muchacha de enfrente del cuadro es que yo también lo entiendo. Tiene una voz bella y oscura y habla sobre Vermeer con bastante conocimiento de causa. Y además mantiene una buena postura erguida, algo bastante inusual en las mujeres nórdicas. Será que ha practicado ballet o hípica, quién sabe. Quisiera decir algo pero me vence la timidez. Las dos mujeres se alejan, la joven precediendo a la madre. Lleva la joven una blusa azul celeste y un pantalón beige, unas prendas que a la muchacha del cuadro deben de resultarle bastante incomprensibles. Ésta lleva una casaquilla de color rojo encendido sobre una amplia falda en la que domina el azul grisáceo, y en la cabeza, un ancho pañuelo o capucha de color más claro que le oculta el cabello dejando su hermoso rostro ovalado de mujer joven expuesto a la luz. Pero ¿qué luz? El resto de la luz que ilumina este cuarto interior holandés tiene una fuente visible: una vidriera situada en el ángulo superior izquierdo del cuadro. El rostro de la joven, vuelto hacia el pintor, queda por esta razón apartado de la fuente de luz. Pero no hay ninguna sombra. La luz que le ilumina el rostro procede del lugar donde está el pintor (y el espectador). Ahora sí que se complican las cosas, lo mismo que sucede con Hopper. También el pintor americano pinta desde una óptica en la que de hecho no puede situarse. En el cuadro Morning Sun se ve muy bien por qué: en el sitio que ocupa el pintor estaría una de las paredes de la habitación. Es pues físicamente imposible que el artista esté pintando en ese lugar, y eso es lo que confiere al cuadro ese toque de misterio. Hopper ha sorprendido (y por consiguiente nosotros también) a una persona con su sola presencia en una habitación de hotel; el pintor es un voyeur (y me convierte a mí en lo mismo), y en este aspecto sigue el gran ejemplo de Vermeer. Esa intimidad tan especial que emana de los interiores de Vermeer queda reforzada por el hecho de que vemos a las personas representadas cuando en realidad eso es imposible, salvo que hubiera una cámara oculta en esos interiores, una cámara dentro de una cámara. Pero no hay ninguna cámara y un pintor es una figura demasiado grande para poder esconderlo. El cuadro frente al que me encuentro ahora mismo es más misterioso aún si cabe, puesto que la muchacha está mirando al pintor (a mí), mientras que el resto de lo que acontece en el cuadro indica que eso es imposible. La intimidad o lo que sea que ésta signifique, no ha sido capaz de soportar de ninguna manera a una tercera persona. Pero, ¿adónde dirige su mirada la muchacha¿ ¿Acaso fija sus ojos en el espacio en el vacío? ¿Una mirada “casualmente” atrapada por nosotros? ¿Se ha “inventado” el pintor un transeúnte anónimo que, de nuevo por casualidad, habría pasado por delante de una ventana abierta detrás de la cual estaba esa muchacha con su amante, profesor de música o esposo? El amor está sugerido en el cuadro por un Cupido apenas visible, colgado en la pared del fondo. De ser así, la escena se convierte en un asunto de ficción; lo que aún sería comprensible.

[…]

Cees Noteboom. El enigma de la luz. Un viaje en el arte. Ediciones Siruela, 2011.

Hopper, Morning Sun

A los vivos, o casi muertos

(..) En aquella ocasión la investigación determinó que en el viaje pudo haber estado sometido a temperaturas inferiores a los 60 grados bajo cero durante 12 horas, y se cree que pudo morir o casi morir antes de golpear el suelo.

Información publicada en El País


En las horas oscuras...

En las horas oscuras
que van creciendo en nuestras vidas
al igual que la noche se alarga en el invierno,
en esas horas, a menudo,
una imagen tenaz y hermosa me consuela.
Regreso hasta una playa de otro tiempo,
todavía cercano. Es un día precioso
de final de septiembre, brilla el mar
con su estructura lenta, sugestivo y exacto
como un cuchillo. Quedan
unos cuantos bañistas a esa hora
dudosa de la tarde, y no estoy solo,
un grupo de muchachas me acompaña,
el sol dora sus cuerpos de diecisiete años,
y es ya fresca la brisa, y en sus nucas
la humedad reaviva el aroma a colonia.
Y la tarde transcurre dulcemente,
mas sin gloria especial, y las muchachas ríen,
y me dan su alegría, aunque no amo a ninguna,
y hay un aire de adiós en cada cosa:
en el mes avanzado, en los bañistas,
en el estío lento, en aquellas muchachas
que desconozco hoy, y en la luz de la playa.

Apuré aquel momento agradecido,
al igual que se goza un hermoso regalo,
en su dicha sereno, destinado a perderse
tras la felicidad frecuente de esos años.
Y ahora comprendo que en aquella tarde
algo más que belleza se ocultaba,
porque su luz me salva, muchas veces,
en las horas oscuras, y se empeña,
con una obstinación absurda que me asombra,
en volver a mis ojos y a mis días.
En las horas oscuras
una imagen tenaz y hermosa me consuela,
y me lleva al verano y a una tarde.
y yo aún me pregunto por qué vuelve,
y qué es lo que perdí en aquella playa.

Vicente Gallego


Deuter

miércoles, 17 de junio de 2015

martes, 16 de junio de 2015

Equilibrio inestable



Momentos en que todas las inestables piezas del puzzle parecen encajar, de hecho, encajan. Pero es fugaz. Y se dice, incluso, que es una ilusión, que no es real. Con todo, es maravilloso.

El reloj no se detiene.

Salvo en los parajes de tu cuerpo.

No tengo tiempo para olvidarte.


You Go to My Head - Take 1
Billie Holiday