sábado, 29 de noviembre de 2008

Sabroso

Hoy Tenemos...

Hoy tenemos: Gamba blanca, gamba roja, chipirones, cañaíllas, quisquillas, boquerones, choco, bocas de la Isla, acedías, panojas, coquinas, mejillón en vinagreta al vapor, tortillita de camarones, nécora... También tenemos: secreto ibérico, lomo de orza, huevos rotos, entrecot, carne en salsa, potaje... Por primera vez en seis años de profesión, quise que fuera infinita la lista de tapas y raciones que ofrecía de memoria. ...Adobo, bienmesabe, chopitos, merluza rebozada, bacalao... Con la única intención de que ella siguiera ofreciéndome sus ojos. ...Revuelto de ajetes, espárragos trigueros, dorada a la sal, lubina al horno... Cuando se me acabaron los recursos y a sabiendas que ese maravilloso instante terminaría sin remedio, bajé la mirada con resignación para tomar nota. Ella respiró hondo y preguntó: “¿En tu cocina o en la mía?”.

Juan Ignacio García 
Relato finalista del concurso "Sabores de Andalucía"


miércoles, 26 de noviembre de 2008

El poder de lo invisible




Me he puesto las gafas de leer lo invisible y allí estaban... dos palabras que me han llenado de alegría. 

Y hasta se me ha pasado el dolor de cabeza.

Y el mal humor.


Ilustración del Codex Seraphinianus

Ambiguo



ambiguo, -a (del lat. «ambigúus»)


1 adj. Se aplica a lo que puede admitir más de una interpretación.



Diccionario de Uso del Español, María Moliner. 

Marvin Gaye
Sexual Healing

martes, 25 de noviembre de 2008

Etimología





Recordar, del bajo latín re- ("de nuevo") cordare (de cor, cordis, "corazón"). 
Volver a pasar por el corazón.

Pint: Maya Kulenovic
Retrato, acuarela

Despacio


Tengo muchísima prisa, he de ir muy despacio.

Fot: Joan Vicent Cantó
Caracol

Kristin Asbjørnsen - Slow Day

lunes, 24 de noviembre de 2008

Dame tu imaginación



(...) porque se diga lo que se diga, los libros dan respuestas. Aunque no sean soluciones, aunque no sean definitivas. Respuestas instantáneas, luces que relampaguean en la oscuridad. Una hermosa frase, un pasaje de una novela, un verso: allí está, de pronto, la verdad. Y todo el sinsentido, y todo el desorden, se convierten, repentinamente, en belleza.

Soledad Puértolas
Recuerdos de otra persona 

Fot: Biblioteca Pública de Nueva York

Después de la circunspección



Vamos a guardar la moderación en una cajita de madera con incrustaciones doradas y jugaremos a perderla con la ayuda de pócimas y deseo. Ven. Dame la mano. Cierra los ojos y sígueme hasta el abismo. Sentirás el vértigo de la caída y se te subirá el estómago cuando despeguemos hacia lo más oscuro. No tengas miedo. Será vivir un sueño durante unas horas. No te arrepientas. Y abre las puertas a lo inquietante.

Pint: Inka Essenhigh

sábado, 22 de noviembre de 2008

Variopinto


Es mentira, dijo mi esposa. ¿Cómo puedes creer una cosa así? Ella está celosa, eso es todo. Giró la cabeza y me miró fijamente. Aún no se había quitado el sombrero ni el abrigo, y estaba ruborizada por la acusación. ¿Me crees a mí, no? ¿Seguramente no creerás aquello?

Me encogí de hombros y le dije: ¿Por qué iba a mentir? ¿Con qué objeto? ¿Qué obtendría con ello? Me sentía incómodo, pero permanecí allí en pantuflas, abriendo y cerrando los puños, con la sensación de estar haciendo el ridículo, exhibiéndome, no obstante las circunstancias. No tengo madera para hacer el papel de inquisidor. En ese momento deseaba que nunca hubiese llegado a mis oídos, que todo pudiera ser como antes. Se supone que es amiga, amiga de los dos, comenté.

¡Una hija de puta, eso es lo que es! ¿Te crees que un amigo, aunque sea lejano, incluso un simple conocido, diría una cosa así, una mentira tan evidente? Simplemente no lo crees. Movió la cabeza ante mi necedad. Desabrochó su sombrero y se sacó los guantes, poniendo todo en la mesa. Luego se quitó el abrigo y lo arrojó sobre el respaldo de una silla.

Ya no sé qué creer, le dije, quisiera creerte a ti.

Entonces créeme, dijo ella. Que me creas, es todo lo que te pido. Te digo la verdad. No iba a mentir en un asunto así. Anda, di que no es cierto cariño, di que no lo crees.

La amo. Deseaba abrazarla, estrecharla en mis brazos, decirle que le creía. Mas la mentira, de ser mentira, se interponía ya entre nosotros. Me acerqué a la ventana.

Debes creerme, dijo. Sabes que eso es una estupidez. Sabes que te digo la verdad.

Permanecí junto a la ventana, observando el tráfico que se movía lento allá abajo. Si levantaba la vista podía distinguir a mi esposa reflejaba en los cristales. Soy un hombre de criterio amplio, pensé. Puedo resolver esto. Comencé a pensar en mi esposa, en nuestra vida, juntos, en la verdad y la ficción, en la honestidad y la impostura, en la ilusión y la realidad. Recordé la película Blow-up, que habíamos visto recién, y recordé también la biografía de León Tolstoi que yacía en la mesita, las cosas que dice sobre la verdad, el escándalo que produjo en la vieja Rusia. Entonces me vino a la memoria un amigo de la secundaria, de hacía mucho. Era un tipo incapaz de decir la verdad, un mentiroso absoluto e incurable y, con todo, una persona agradable y bien intencionada y, sin duda, un auténtico amigo durante los dos o tres años de un período difícil de mi vida. Me alegró mucho el descubrimiento de aquel mentiroso de mi adolescencia, era un precedente al cual podía acogerme en la actual crisis de nuestro –hasta aquel momento– feliz matrimonio. Esa persona, ese consumado mentiroso podía muy bien probar la teoría de mi esposa de que existía esa clase de gente en el mundo. Me puse feliz de nuevo. Me volteé para hablar, sabía lo que quería decir: sí, puede ser verdad, es verdad: hay gente que miente de modo incontrolable, quizás inconscientemente, a veces de modo enfermizo, sin medir las consecuencias. Quien me contó pertenecía a esa categoría, sin duda. Pero justo en ese momento mi esposa se sentó en el sofá, se cubrió la cara con las manos y dijo: Es cierto... Que Dios me perdone. Todo lo que ella te contó es verdad. Mentí cuando dije que no sabía nada.

¿De veras?, pregunté, sentándome en una de las sillas junto a la ventana.

Ella asintió. Aún se cubría la cara con sus manos.

¿Por qué lo negaste entonces?, le dije. Nunca nos habíamos mentido. ¿No nos hemos dicho siempre la verdad?

Estaba avergonzada, me dijo. Me miraba y movía la cabeza. Sentía vergüenza, no te imaginas cuánta, no quería que lo creyeras.

Creo que lo entiendo, dije.

De una sacudida se quitó los zapatos y se recostó de nuevo en el sofá. Pero enseguida se sentó y se quitó el suéter de un tirón y luego se acomodó el cabello. Cogió un cigarrillo de la mesita. Le ofrecí fuego sosteniendo el encendedor y por unos momentos me quedé pasmado ante la visión de sus dedos alargados y pálidos, igual que de sus uñas relucientes. Me pareció que los observaba de modo novedoso y un tanto revelador.

Dio una fumada y, un minuto después, dijo: ¿Y cómo te fue hoy, querido? En general, quiero decir... Tú sabes a qué me refiero. Mantuvo el cigarrillo entre los labios el minuto durante el cual se levantó para deshacerse de su falda. ¡Ah!, dijo.

Más o menos, le respondí. Aunque no lo creas, por la tarde estuvo aquí un policía con una orden judicial, buscaba a una persona que vivió abajo. El mismo gerente del edificio avisó que cortarían el agua por una media hora, entre las tres y las tres y media, en lo que hacían algunas reparaciones. En realidad, ahora que lo pienso mejor, fue sólo durante el tiempo que el policía estuvo aquí cuando tuvieron que cortar el agua.

¿De veras?, dijo ella, poniendo las manos sobre sus caderas. Luego se estiró, cerró los ojos, bostezó y sacudió su larga cabellera.

También leí una buena parte del libro de Tolstoi, le dije.

Magnífico, dijo, y empezó a comer nueces. Con la mano derecha lanzaba una tras otra hasta su boca, mientras que en la izquierda sostenía el cigarrillo entre los dedos. A ratos paraba de comer, el tiempo justo para limpiar sus labios con el dorso de la mano y dar una fumada. Para entonces se había librado ya de su ropa interior. Con las piernas cruzadas bajo su cuerpo se posó en el sofá. ¿Y qué tal? preguntó.

Tenía ideas interesantes, respondí. Era todo un personaje. Los dedos de las manos me hormigueaban y mi sangre empezaba a agitarse. Igual, me sentía débil.

Venga acá mi mujikito, dijo de repente.

Quiero saber la verdad, dije débilmente, postrado a gatas. La frescura y suavidad de la alfombra me excitaron. Había andado a gatas hasta el sofá y puesto mi mejilla sobre uno de los cojines. Ella deslizó su mano entre mi cabello, sonriendo. Unos granitos de sal brillaban en sus labios carnosos hasta que, de momento, observé cómo sus ojos se llenaban de una inexpresable tristeza y, a pesar de ello, continuaba sonriendo y mesándome el cabello.

A ver mi pachá, dijo. Venga aquí mi bollito. ¿En verdad creyó usted a aquella mujer horrorosa esa mentira inmunda? Venga acá, recueste su cabecita en el seno de mami... Así, así, ahora cierre sus ojos. ¡Así! ¿Cómo pudo creer semejante cosa? Usted me decepciona. Usted me conoce mejor que eso. Mentir es nada más un deporte para cierta gente.

Raymond Carver
La mentira

viernes, 21 de noviembre de 2008

La verdad



(...) Conocerse es errar, y el oráculo que dijo "Conócete" propuso un trabajo mayor que los de Hércules y un enigma más oscuro que el de la Esfinge. Desconocerse conscientemente es el camino. (...) Pero hay siempre algo que nos engaña, siempre algún análisis que nos embota, siempre la verdad, aunque sea falsa, está más allá de la otra esquina. Y es esto lo que cansa más que la vida, cuando la vida cansa.

Fernando Pessoa
El libro del desasosiego de Bernardo Soares

Pint. Edward Hopper
Mujer desnuda al sol, 1961

Maduración


AQUÍ EN MI CUERPO...

Aquí en mi cuerpo
acabó de pasar el mediodía
y por mi piel respira un agua
atardecida.
Los labios están secos,
guardo en la lengua
los aromas.
Si acaso pusieras
tu mano
entre mis muslos,
sabrías que estás vivo.
Saborearías mi sal.
Haríamos un pozo
en el tiempo,
y dejaríamos que el sol
nos madurara.

Renata Durán

Cuatro lunas

.


El tiempo pasa lento y el tiempo lo cura todo y el tiempo desgasta y el tiempo esto y el tiempo lo otro y el tiempo lo de más allá y lo de acullá y fulano y mengano y, sobre todo, zutano.

Vacío y silencio.

Sin embargo (siempre hay un "pero") -ventajas de no ser dogmático-

Te deseo, y mira que hace tiempo.
Te echo de menos, y mira que hace tiempo.
Te llevo conmigo, y mira que hace tiempo.
Te quiero, y mira que hace tiempo.
Te pretendo, y mira que hace tiempo.
Aspiro a ti, y mira que hace tiempo.
No me canso -sí, sé que aquí levantarás una ceja, pero me da igual, ya la volverás a bajar-, y mira que hace tiempo.

Mi amor.

M
Q
M

He pasado muchas horas observando cómo crecía el césped. El Sol sale cada día y cada día es el mismo Sol. He caído cien veces y cien veces me he levantado. Pero, de pronto, te sientes más viejo. Y, sin darte cuenta, han pasado diez años que ya no volverás a vivir. Y empieza a ser vital que acabe con lo urgente y me dedique, de una vez y para siempre, a lo importante.

No quiero ir más allá de cuatro lunas con el desespero de la espera.

Te necesito.

Demasiado vacío. Quiero llenarme de ti.


Pint: Vilhelm Hammershøi, 1898

jueves, 20 de noviembre de 2008

La duna 45


Duna 45, Namibia

El principio es un tiempo muy delicado.

Es la última frase del sueño que he tenido esta noche. No me la quito de la cabeza.

viernes, 14 de noviembre de 2008

Proserpine



I will away, and on the highest top
Of snowy Etna, kindle two clear flames.
Night shall not hide her from my anxious search,
No moment will I rest, or sleep, or pause
Till she returns, until I clasp again
My only loved one, my lost Proserpine.

Mary Shelley, Proserpine

Pint: Gabriel Rossetti
Proserpine, 1874


Dido's Lament
Dido et Eneas, Henry Purcell
Rosa Zaragoza


miércoles, 12 de noviembre de 2008

Cuidado con los perturbados


Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.

Luis García Montero


martes, 11 de noviembre de 2008

La estrategia del cocodrilo



Intento poner un poco de orden a las cosas.
Planificar lo planificable.
Adecuar las tácticas a la estrategia.

Me aburre todo lo que no sea tú.
Queda la velita.
Sigue ardiendo.

Y esto me está quedando terriblemente cursi, pero es lo que hay.
Además yo soy un cursi.

Y Heidi.

¿Y qué?

Ilust: Codex Seraphinianus


 

sábado, 8 de noviembre de 2008

Hsü, La Espera


La espera en el lodo ocasiona la llegada del enemigo.

I Ching

Ben Harper, Waiting on an angel

lunes, 3 de noviembre de 2008

Tengo frío




Dame cobijo
Una palabra
Mejor dos
Una señal
Una migaja
Algo
Por favor


BB King - Sheryl Crow
Need your love so bad

Pint: Edward Hopper
Room in New York