sábado, 10 de diciembre de 2016

Cuando el rayo habla, dice oscuridad


Múltiples mitologías y cosmologías atribuyen valores al relámpago. Las descargas son señales. Presagian y anuncian la inminencia de la tormenta. Sus formas dentadas pero gráficas exigen interpretación, un trazo mudo que a veces sugiere el de las inscripciones islámicas; una taquigrafía a la vez de cegadora claridad y de enigmático silencio (hasta el destello más feroz es mudo). El rayo parece más amenazante cuando no lo sigue un trueno: descargas de calor sobre un mar en sí demasiado calmo.
Pero hay más implicaciones. Tenemos que advertir la diferencia entre «hablar» y «decir». La expresión no garantiza significado. Toda forma y todo código, orgánico o construido, puede comunicar información, producir emoción. Pero esto no necesariamente implica claridad; no necesariamente asegura significado con su potencial y su rendición de paráfrasis y traducibilidad. En este aforismo el relámpago habla con claridad. 
Las propuestas no expresadas no son algo místico. Pensemos en los intervalos que existen en la música; en los espacios en blanco fundamentales para algunos de los poemas o pinturas más decisivos de la modernidad. Poetas y filósofos, como Keats o Wittgenstein, aseguran que la esencia de su significado radica en lo no dicho.
Desde el inicio la filosofía griega lucha con la fértil paradoja de la negación. Asegurar que algo existe es también postular que quizá no exista. Pero la no existencia ¿es algo que se puede expresar o pensar? Magritte expresaría el postulado de una manera cáustica: «Esta no es una pipa». Para Martin Heidegger la nada, das Nicht, es el abismo principal, imprescindible para el desasosiego humano y para lo misterioso en los orígenes del pensamiento. 
El destello del relámpago, su cargado fulgor, manifiesta tanto su presencia como la de la oscuridad que lo circunda; vuelve visible la noche mientras el sonido delinea el silencio. El relámpago no cae en pleno sol, no puede hacerse perceptible en la blanca calidez del mediodía mediterráneo. Su matriz es la negrura de las nubes de tormenta o la oscuridad de la noche. De este modo revela, «habla» oscuridad. Por llamarlo de algún modo, prende fuego a la oposición.
El relámpago pudo haber engendrado la vida en la Tierra. Casi con éxito, en los laboratorios se ha intentado simular este proceso. Pero la existencia es una bendición ambivalente; porque ocasiona un trágico rompimiento con la paz de lo inanimado; porque la historia de la humanidad es de una desolación y un sufrimiento inconmensurables.

George Steiner  Cuando el rayo habla, dice oscuridad
Incluido en Fragmentos 
Ed. Siruela, 2016
Trad. Laura Emilia Pacheco

Fot. Masao Yamamoto