miércoles, 28 de mayo de 2008

viernes, 16 de mayo de 2008

Hoy, especialmente

Échale a él la culpa

Hoy te has ido de fiesta con amigas,
y sin que tú lo sepas me regalas
un tiempo de estar solo que ya empieza
a ser raro en mi vida, un tiempo útil
para intentar pensar en ti como si fueras
lo que siempre debiste seguir siendo
cuando pensaba en ti: aquella persona,
en todo semejante a cualquier otra,
que una noche lejana tuvo el gesto
generoso y extraño de entregarme su amor.
Pero el amor nos cambia, nos convierte en espías
ridículos del otro, en implacables jueces
que condenan sin pruebas y comparten
sus estúpidas penas con el reo.
El amor nos confunde y trata ahora
de que vea en tu fiesta una traición.

Por huir de esa trampa me amenazo
con los nombres que cuadran al que cae en su vacío:
egoísta, ridículo, inseguro, celoso...
Y como un ejercicio de humildad pienso en ti
divirtiéndote sola: te imagino bailando
y mirando a otros hombres;
al calor del alcohol
confiesas a una amiga algunas cosas
que te irritan de mi sin que yo lo sospeche,
y por unos instantes saboreas
una vida distinta que esta noche te tienta
porque eres humana, aunque no me haga gracia.

Ahora caigo en la cuenta de que dudas
como yo dudo a veces, y que también te aburres,
y que incluso algún día habrás soñado
follar como una loca con el tipo que anuncia
la colonia de moda.
Para calmarme un poco
tras la última idea, yo me digo
que el amor es un juego donde cuentan
mucho más los faroles que las cartas,
y procuro ponerme razonable,
pensar que es más hermoso que me quieras
porque existen las fiestas, y las dudas,
y los cuerpos de anuncio de colonia.

Lo que quiero que sepas es que entiendo
mejor de lo que piensas ciertas cosas,
que soy tu semejante, que he pensado besarte
cuando llegues a casa; y que es el amor
-ese tipo grotesco y marrullero-
el que va a hacerte daño con palabras
absurdas de reproche cuando vuelvas,
porque ya estás tardando, mala puta.

Vicente Gallego
La plata de los días

No fueron palabras absurdas lo que te llevaste cuando llegaste.

Estaba furioso. Todo el día entitistada y por la noche sales de cena.

Así que no me pienso mucho. Te fusilo con el desdén nada más entrar. Apestas a tabaco y muchedumbre. Has bebido más de la cuenta. Me miras, acercándote, burlona. Yo tengo clavada la mirada en la pantalla del portátil. “El señor está trabajando, no se puede molestar al señ..”. Aquí te quedas porque he tardado lo que tú en pronunciar la frase de marras en levantarme y cruzarte la cara. Sin preaviso y por si acaso.

Y ahora tráeme un whisky que la noche es larga y quiero lerele.

Y, como si no hubiera pasado nada, pongo al cursi de Chopin, bajo la pantalla del ordenador y te desnudo observando como, anonadada, te diriges a la cocina. Mi cabeza ya va por el segundo acto.


jueves, 15 de mayo de 2008

Sabiduría femenina



El tercer voto decide:

Cuando la cabeza quiere una cosa y el corazón otra, la única alternativa es preguntarle a la entrepierna.


Una hija de puta con clase

martes, 13 de mayo de 2008

Ensuciar tu alma



No es tu sexo lo que en tu sexo busco
sino ensuciar tu alma:
                                    desflorar
con todo el barro de la vida
lo que aún no ha vivido.

Leopoldo María Panero
Diario de un seductor

Fot: Calvato

lunes, 5 de mayo de 2008

Una cena



-Come como una niña pequeña.

Levantas los ojos hasta encontrarte los míos. Y allí ves el Capítulo Uno del Manual de Instrucciones: Es una sugerencia más vale que sí.

Imperceptiblemente se va transformando tu manera de masticar hasta convertirse en una mueca obscena. A eso se le llamaba comer con la boca abierta. Y el ruido era la propina.

Quiero confesar que cuando sentí que varias miradas de mesas vecinas se dirigían a la nuestra sentí el escalofrío de la vergüenza, pero sólo un momento.

El camarero respondió de inmediato a mi gesto preguntándome qué deseaba.

-¿Tiene un babero?

Y, más bajito, en tono cómplice, añadí: “Para la nena….”

Mis dedos, disimulados, ya nadaban en tu coño, Pero en aquel momento sintieron una nueva subida de la marea. Literalmente chorreabas.

Cogí el pañuelo que siempre llevo, de hilo blanco y limpio, y taponé esa fuente en la que se había convertido tu sexo.

Cuando llegó el camarero con el encargo, me levanté, me puse a tu espalada y, mientras hacía el lazo para sujetarte el babero, te susurré al oído: “Regálame tu vergüenza”

Volví a mi silla, a tu derecha, recuperé el pañuelo y ya no hice otra cosa que olerlo, dar algún sorbo de vino, y observar, casi divertido, como me regalabas tu ridículo.

Te amaba.

A la salida, ya mujer, ya objeto (me gusta que los otros hombres te tasen con su mirada), volví a dirigirme a tu oído.

-Lo has hecho muy bien, niña buena. ¿Querrás que te parta el culo como premio?

Pusiste la cara 86

Y yo era feliz.

Después vino el futuro.

Fot: DrSmo

viernes, 2 de mayo de 2008

Obsesiones y recomendaciones.

Hoy me siento especialmente obsesivo.
Los pensamientos se repiten.
Las imágenes se repiten.
Los olores se repiten.
Las músicas se repiten.
Los deseos, anhelos, necesidades, se repiten.

Una y otra vez.
Sin principio ni fin.

Eres tú todo el rato.

Veo tráiler de películas.
Es casi un subgénero, el de los tráiler.
Sin tiempo para desarrollar nada, son pura invitación a la imaginación.

Y veo cortos.

(Diríase que la tendencia va hacia lo comprimido, lo concentrado)

Iván Sáinz Pardo, El sueño del caracol. Recomiendo una visita a su(s) página(s). He disfrutado recorriéndolas.




Me encanta la mirada de ella, en las primeras escenas, removiendo el cafe.
Me gusta la música, también.

Me encantaria que fuera en francés.

Estoy esperando a que el Yen empiece a comerle terreno al Euro frente al Dólar.

Y pienso en ti.

En el monedero

Por ahí un papelito
que solamente dice...

DNA o ADN, poco importa
si en castellano o inglés: el caso
es que me muero por tus proteínas,
por tus aminoácidos, por todo
lo que fuiste una vez, cuando tus padres
vinieron de cenar algo achispados
y, después de tirar de la cadena,
hicieron una nueva con tu nombre,
con tus curvas y con tus fantasías.
Dame una foto de tu DNA
tamaño DNI, que me retuerzo
de ganas de mirarla a todas horas.

Luis Alberto de Cuenca
Por fuertes y fronteras, 1996



jueves, 1 de mayo de 2008

Al abrigo de las letras

El escritor esforzado se escondía tras la bella retórica de las palabras. Así, en lugar de decir "ese día el sol brillaba como nunca", optaba por "los rayos esplendorosos bañaban el ínclito día como si fuera la primera vez". Estaba convencido de embellecer con ello la realidad. De igual modo, creía que cuanto más adornados aparecieran sus escritos, mayores éxitos literarios obtendrían.

Por su parte, el lector cursi era un gran admirador del escritor mencionado. En esencia, no sólo se refugiaba en los textos de su autor preferido como una forma de hallar consuelo, sino que además los creía capaces de mejorar el mundo circundante, de perfeccionar al mismo ser humano. Acaso no sea preciso decir que amaba la oratoria, la dialéctica y los versos esdrújulos.

Un buen día el azar quiso que los pasos del animoso escritor se encontraran con los del lector trasnochado. No lograron reconocerse sin embargo. La coincidencia de pasear por la misma calle, a la misma hora, les pareció un dato demasiado vulgar para ser tenido en cuenta. Por otro lado, que pudiera existir una correspondencia perfecta como la que les unía iba a servirles de bien poco. Cuando tuvo lugar el tropiezo, y antes de seguir su camino como si tal cosa, ambos intercambiaron unas breves palabras:
-Imbécil, le dijo el poeta.
-Desgraciado, le contestó su lector más fiel.

Gemma Pellicer

Mamá, quiero ser normal.

Hoy es festivo.
La gente normal no hará una serie de cosas.
Hará otra serie de cosas.
Y a mí es cuando me entran las ganas de ir a pagar ese recibo que hace semanas que se pasea por mi mesa. Y aprovechar y pasarme por la FNAC ¿o el FNAC? y comprarme esos DVD que tengo en la lista y que veré contigo.

El futuro no da una segunda oportunidad.


Leer, leer, leer, vivir la vida
que otros soñaron.
Leer, leer, leer, el alma olvida
las cosas que pasaron.

Se quedan las que se quedan, las ficciones,
las flores de la pluma,
las olas, las humanas emociones,
el poso de la espuma.

Leer, leer, leer, ¿seré lectura
mañana también yo?
¿Seré mi creador, mi criatura,
seré lo que pasó?

Miguel de Unamuno