viernes, 11 de enero de 2008

martes, 8 de enero de 2008

Tu me obligas, Señor, en hora extraña.



(...)
No soy aún experto en el dolor;
así, me empequeñece esta enorme tiniebla;
pero si ella eres Tú, hazte pesado, irrumpe:
que se realice en mí toda tu mano
y yo también en ti con todo mi gritar.

R. M. Rilke
El Libro de la Pobreza y de la Muerte

Fot: Matteo Bosi

sábado, 5 de enero de 2008

E-Dreams


Cuando un vuelo tiene nombre y apellidos
parece menos remoto.

Como tu pie una vez descubierto.

Ya todo se convierte en un puzzle
donde las piezas son horas
que van cayendo y encajando.

Donde en el dibujo se ve
a dos personas jugando al uno.

Porque, diga lo que diga el refranero,
es posible tocar y repicar.
Y, diga lo que diga la razón,
uno más uno no siempre dan dos.

Ábrete.
Quiero disfrutar de ti.

Y apaga esa maldita tele.

viernes, 4 de enero de 2008

Geografías



Qué más da Finlandia que Finisterre,
con tal de que más allá no haya nada.
Una tierra donde lo más razonable
sea estar loco, te quiten puntos
por respetar señales
y tomar descafeinado con leche descremada
sea castigado con pena capital.
Donde el exceso sea la justa dosis.
Allí, al borde, un poquito más allá, sí,
ya medio cuerpo en el vacío, allí,
allí 

te quiero

"...Y ya estás tardando, mala puta."

Fot: Alice Lemarin

Una nit especial.

Jaume Sisa
Qualsevol nit pot sortir el sol

Abundando en el tema

Joaquín Sabina
Contigo

jueves, 3 de enero de 2008

Conchabanza

Quentin Tarantino
Pulp Fiction, Escena inicial

LA CÓMPLICE DEL CRIMEN

En el Libro de Oro de la escuela
donde estudiaba Carlos Baudelaire
figuraba esta frase lapidaria:
"El amor es un crimen en que tienes
que contar por lo menos con un cómplice."
Pues claro que lo es. Sin duda alguna,
el amor es un crimen. Otras cosas
lo son también y pueblan las leyendas
doradas y las actas de los mártires,
de manera que no resulta raro
tildar de crimen al amor. Lo grande
es lo segundo, lo que atañe al cómplice.
Desde pequeño supe que la vida
no tenía otro objeto que la búsqueda
de un ser que completara lo que falta
y que perfeccionase lo imperfecto;
de un ser con el que urdir estratagemas
para olvidar la muerte y el vacío
que nos agobian, y para engañar
la sed, el hambre, el frío, la fatiga
que cercan nuestra mísera existencia
con espejismos como la ternura,
con fuegos fatuos como el del deseo.
Desde pequeño supe que el amor
nos conduce hacia arriba, como Gretchen
a Faust, y que ese cómplice divino
al que se refería Baudelaire
te ayuda a separar la paja inane
del valioso grano, a distinguir
el bien del mal, lo hermoso de lo feo,
a superar los múltiples obstáculos
del vivir cotidiano y a triunfar,
aun a costa de pérdidas muy serias,
sobre enemigos tan cualificados
como los celos, la deslealtad.
el silencio, la duda, la mentira,
la intransigencia y el aburrimiento.

Te amé desde el principio. Siempre supe
que te amaría, reina de mis sueños.
Te amaré hasta el cartel que ponga Fin.
Y aquí estás, a mi lado, con los ojos
entornados y el alma a flor de labio,
cómplice hasta el final de nuestro crimen.

Luis Alberto de Cuenca