Edward Weston, 1923
Y se quedó mirando la nada segundos, minutos, horas… perdió la cuenta. No pensaba en nada y, al mismo tiempo, en todo. Su mente creaba más hipótesis y teorías que, en vez de tener respuestas, la colmaban de interrogantes y dudas. Y se quedó mirando la nada por mucho tiempo hasta que una sonrisa brotó de la nada, se encogió de hombros y dijo “todo está bien y va a estar mejor, yo he decidido confiar en él; pero antes, confío en mí y sé que vamos a poder".
Diario de una comunicadora
Handel