miércoles, 27 de mayo de 2015

Llorar sin cuerpo

Llorar sin cuerpo


Nevus de Dino Valls (2013) Óleo / Tabla 73 x 53 cm.
Llorar sin ganas de llorar,
llorar sin hambre,
sin nombre,
sin ojos
o sentimiento abierto,
sin lágrimas
ni coito,
sin gritos,
sin fuerza.
Llorar sin verbo,
sin hacer ruido,
llorar sin cuerpo o adjetivo,
llorar como se tiene que llorar,
hacia adentro,
por los pasillos vacíos de una mente abandonada.
Llorar por el daño
de ese alfiler invisible
que sostiene el aire
y recorre mis párpados viejos cuando camino
y los tiñe, sin pensar, del color vivo de la sangre
y del vicio.
Llorar sin llorar.
Llorar entre sábanas sucias y miles de libros y consejos, llorar cuando no tendría que llorar sino reírme de su boca sin dientes, de su cuerpo de hueso y alambre y esparto húmedo y maloliente,
de sus veinte dedos
que una noche bailaron sin poder seguir el compás de mi sueño
o el gusto por lo lento.
Reírme aunque no tenga labios,
lengua
o garganta,
reírme y hacer ruido
y, en esa ausencia de cuerpo,
reventarme las venas
rosas, anaranjadas
a punto de ver un ocaso
nuevo,
sin ojos ni aliento;
un ocaso que se repite ante una soledad que reconozco
como ese llanto de niño sin forma ni voz
que me persigue con cara de calabaza hueca o de pez muerto
y que no se parece a nadie
y que no es nombre, historia, tacto o quejido.