Es, en suma, eso el amor. El amor no es otra cosa que el localizar en un ser, en un nombre, en una vida, dentro de los límites de un rostro y un cuerpo todo un mundo de abstracciones y anhelos, de espacios infinitos e irrealidades sin medida.
Todo toma cuerpo y carne. Ese vasto complejo de deseos, de ilusiones, de afanes que flotaba, indeciso, sin saber dónde posarse se encierra en un ser, se concreta, se encarna.
Ya tiene dónde vivir. Y empieza el conflicto. ¿Será ese ser, ese cuerpo lo bastante grande para contenerle, para recibirle en su enorme infinitud?
Ése es el terrible papel del que ama y es amado. Tener que ser a la vez un individuo, radicalmente único, incomparable, y todo el mundo.
Ser limitado e ilimitado. Estar en un lugar y en todas partes.
Pero el principio del amar es siempre un localizar, un escoger el lugar humano, el ser, donde va a intentar alojarse el inmenso volumen de nuestro amor.
(carta 74)⠀
Pedro Salinas⠀
Cartas a Katherine Whitore, 1932, 1947
Fot: Pi Erre