domingo, 3 de mayo de 2020

La desescalada

Bueno... después de una escalada que no ha tenido ningún sentido y más que dudosa eficacia práctica, toca desescalar. Y, por lo que veo, quien va a dirigirla seguirá la pauta del sostenella y no enmendalla.


Van a decirnos de qué hora a qué hora podemos salir, a cuánta distancia de nuestro domicilio podemos alejarnos, con cuántas personas podremos salir, la distancia (en centímetros) que deberemos guardar de separación en la calle con quien convivimos juntos en un domicilio, las prendas que deberemos ponernos y dónde, en fin... la lista de instrucciones es interminable y del todo incompatible con la idea de una sociedad de ciudadanos libres.
La amenaza por incumplimiento reside en multas astronómicas que todo el mundo sabe que no se pagarán. Para eso mejor el modelo israelí, de multas de 20 y 50 euros a tocateja.
Hablando de modelos, les dejo un enlace a un artículo del pasado 28 de abril en el The New York Times acerca de la experiencia sueca. En inglés.

Volviendo a estas tierras, sigue pasmándome la docilidad con la que se acepta el atropello a nuestra libertad que estamos viviendo.

Y los aspectos bizarros que me irritan:

Me molesta profundamente el aplauso de las 20.00. Los sanitarios cumplen con su trabajo como lo hacen los basureros, los encargados del mantenimiento de alcantarillas o los mineros. Todas esas profesiones conllevan aspectos desagradables. No son héroes, son trabajadores a los que se les paga un salario por su trabajo. Respeto, todo el del mundo. Veneración, por mi parte al menos, ninguna.

Me molestan las escenas en hospitales cuando se da a un paciente de alta y aparece todo un pasillo de gente enfundada en trajes estrafalarios aplaudiendo. Que atiendan su trabajo en lugar de mostrar ese infantilismo bobalicón.

Y volviendo al sector sanitario, no hay que olvidar que todo este tinglado del confinamiento se ha montado para no colapsar el sistema sanitario, que parece que es algo que no se tiene en cuenta y que se confunde con la "lucha" (¿qué lucha?) contra el virus. No... el confinamiento no nos protege del virus, protege al sistema sanitario del colapso.
Y ahora resulta que las UCI están al 70%, hay camas vacías en hospitales, se desmonta, fasto mediante, el IFEMA y nada... la cosa va para largo, nos hablan de que nos irán dejando salir por fases, por provincias y todo dirigido desde un mando único ubicado en la ala oeste del Palacio de la Moncloa. Porque claro ¿qué sabrá un alcalde sobre las particularidades de su municipio frente al saber omnímodo de un funcionario de Madrid? Es ese Estado que ya que le resulta imposible igualar por arriba, iguala por abajo. Ese Estado que no se fía de quien quiere actuar diferente, que elogia la "rica diversidad" del país en los discursos para luego pasarnos a todos por el mismo rasero.

Me molesta, hasta el infinito, que esta señora sonría.


Es la ministra responsable de trabajo y empleo en este país. 
El despacho es muy cuqui, y amplio... pero las medidas que ha adoptado para mitigar el suicidio del confinamiento, de momento, son propaganda. Los ertes no se cobran, las ayudas no llegan y todo son solo promesas.

Y lo que más me molesta es que papá estado me trate no como a un menor de edad normal, sino como a un menor de edad especialmente incapaz.
Ya fui menor de edad y ya tuve papá y mamá que me decían lo que podía y no podía hacer y yo ya decía en su momento que sí, sí, sí, y finalmente hacía lo que, dentro de unos límites, me daba la gana y si me pillaban, mala suerte. Y en esas seguimos, a mi provecta edad, haciendo travesuras y saltándome las normas que papá estado, en su delirio, me impone.

Mención aparte merece lo que empieza a verse en China: reconocimiento facial en masa, control de temperatura en masa, sensores por todas partes... Esto pinta muy mal. Pero mucho. Da pánico ver a un par de policías frente a unas pantallas controlando un flujo incesante de personas a la entrada de un aeropuerto. Ver cómo el software de esas pantallas encuadran, uno a uno, los rostros de los que van pasando, apareciendo un número, en ese caso correspondiente a la temperatura, en la parte superior de cada encuadre. No resulta difícil imaginar que ese software puede flexibilizarse para controlar otros aspectos que no sean la temperatura.



No hay que olvidar que, a instancias de la OMS, fue el modelo chino el que se ha seguido para enfrentarse a esta pandemia. Aun me pregunto por qué fue así, supongo que por carencia absoluta de un plan alternativo.

Y, francamente, creo que China no es un modelo a seguir. Que se queden ellos con su partido único, su capitalismo salvaje de estado, su sociedad de esclavos y sus oligarcas millonarios.

En cuanto a la OMS, en un ejercicio de cinismo sin límite, ahora dice que ve "con buenos ojos" el modelo sueco y que nunca impuso el confinamiento como instrumento para combatir la pandemia. Morro no les falta.

Un último dato, para acabar:

Según la Sociedad Española de Epidemiología, el tabaquismo causó en España, en 2.016, más de 56.000 muertes, en su mayoría cáncer de pulmón (unos 20.000 casos) y EPOC -Enfermedad Pulmonar Obstructiva Crónica- (unos 30.000 casos).

El coronavirus lleva 25.000, no es por desmerecer, pero bueno...

Yo he llegado a la conclusión de que el coronavirus, su éxito, reside en que ha sido una enfermedad mediática.
Del mismo modo que existen escritores mediáticos, o sea, escritores mediocres pero que aparecen insistentemente en los medios lo que les proporciona visibilidad y ventas de sus libros, en esta sociedad enferma de selfies y likes, existen enfermedades mediáticas, gripes chungas que consiguen cargarse la economía y el modus vivendi de media humanidad.