Estoy cansado de esa cháchara de que los designios del Señor son inescrutables. Dios debería ser transparente y límpido como cristal en lugar de este continuo pavor, de este continuo miedo. En fin, Dios no nos ama.
Qué diablo de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín.
Qué diablo de Dios es éste que, para enaltecer a Abel, desprecia a Caín.