Los amantes no pueden encontrar nada que decirse el uno al otro que no se haya dicho y callado mil veces. Los besos se inventaron para traducir en heridas estas nadas. (...) Jugaban el uno con el otro fingiendo una pasión que se burlaba de sus propios orígenes y no podía encenderse ni extinguirse.
Lawrence Durrell
El cuarteto de Alejandría, Mountolive
Ed. Edhasa, 2008
Trad. Matilde Horne
