¿Cómo eras tú, Alicia soñada, a los ojos de tu padre adoptivo? ¿Cómo te describiría él? En primer lugar, cariñosa; cariñosa como un perro (perdona lo prosaico de este símil, pero no conozco un amor terrenal más puro y más perfecto), y amable como un cervatillo; después deferente con todos, con el más grande y con el más humilde, con el ilustre y con el grotesco, con el Rey y con la Oruga, como si fuese está incluso la hija de un rey, y su vestido estuviese labrado en oro; en tercer lugar, confiada, dispuesta a aceptar los más disparatados imposibles con esa total credulidad que sólo los soñadores conocen; y por último, curiosa: tremendamente curiosa, y con esa ávida fruición de la Vida que sólo se da en las horas felices de la niñez, cuando todo es nuevo y hermoso, y cuando el Dolor y el Pecado no son más que nombres, palabras vacías que no significan nada.
Lewis Carroll
Alicia en el país de las maravillas
Ed. Alianza, 2006
Trad. Jaime de Ojeda Eiseley
Fot. Lewis Carroll
Alice Pleasance Liddell, la niña en la que Carroll se inspiró para dar vida a Alicia.