Los amaneceres son ciegos como gatitos.
Las uñas crecen confiadamente,
aún saben qué tocarán.
Suaves son los sueños
y la ternura
como niebla suspendida sobre nosotros,
igual que la campana de Segismundo
antes que el frío la abrazase.
Oda a la suavidad
Fot. Laenoir
Fragile