más alto que todos los demás,
colgaban de él
frutos inalcanzables;
he visto una gran iglesia:
sus puertas estaban abiertas
y todos salían de ella
pálidos y fuertes
y dispuestos a morir;
he visto a una mujer
sonriente y pintada:
jugaba a los dados de su dicha,
perdiéndola.
Había en torno a estas cosas
un círculo que nadie cruza.