miércoles, 30 de agosto de 2017

Ven


¿Las oyes cómo piden realidades, 
ellas, desmelenadas, fieras, 
ellas, las sombras que los dos forjamos 
en este inmenso lecho de distancias? 
Cansadas ya de infinidad, de tiempo 
sin medida, de anónimo, heridas 
por una gran nostalgia de materia, 
piden límites, días, nombres. 
No pueden 
vivir así ya más: están al borde 
del morir de las sombras, que es la nada. 
Acude, ven conmigo. 
Tiende tus manos, tiéndeles tu cuerpo. 
Los dos les buscaremos 
un color, una fecha, un pecho, un sol. 
Que descansen en ti, sé tú su carne. 
Se calmará su enorme ansia errante, 
mientras las estrechamos 
ávidamente entre los cuerpos nuestros 
donde encuentren su pasto y su reposo. 
Se dormirán al fin en nuestro sueño 
abrazado, abrazadas. Y así luego, 
al separamos, al nutrirnos sólo 
de sombras, entre lejos, 
ellas 
tendrán recuerdos ya, tendrán pasado 
de carne y hueso, 
el tiempo que vivieron en nosotros. 
Y su afanoso sueño 
de sombras, otra vez, será el retorno 
a esta corporeidad mortal y rosa 
donde el amor inventa su infinito.

¿Las oyes como piden realidades?