jueves, 3 de agosto de 2017

El orden natural de las cosas


Al día siguiente, el hotel no logró mantener en secreto la noticia: la señorita más joven, que tenía mi edad, se había ahorcado con la cortina de flores y hojas, en su cuarto. Para no perturbar a los clientes fueron discretos y no se vio el cadáver. La apariencia no violó el orden natural de las cosas. Es cierto que un suicidio no cabe en el orden natural de las cosas. Pero ¿cuál fue la diferencia? Volvieron a colocar la cortina en la habitación. 
Yo pensaba en el invierno en el hotel. En las ramas de los árboles, los carámbanos lagrimeaban, en primavera se derretían. Nunca los vi mientras se derretían.

Fleur Jaeggy
Los hermosos años del castigo
Ed. Tusquets, 2009
Trad. Juana Bignozzi

Fot. Jiji