domingo, 23 de julio de 2017

Olor


Ayer, un nuevo amigo que acababa de conocer y con el que quedé para ir al cine, se inclinó hacia mí para susurrarme que le gustaba el olor de mi perfume. El que tú escogiste para mí hace años. Sentía que quería besarme; su aliento pesado y lento en mi cuello. Mi rostro, azul, teñido por el color que reflejaba la pantalla. No dije nada, la mirada fija al frente. Pero al final de la noche, cedí a su deseo: veintisiete besos en mi cuello y nuca, veintisiete pequeños asesinatos de ti. Y los conté con precisión. Tu rastro en mí era lavado con cada uno de sus besos. El último lo sentí tan frío... como un estilete envuelto en niebla. Casi podía distinguir el olor de tu sangre en mis manos.

Aimee Nezhukumatathil

Fot. Emmet Gowin