domingo, 11 de junio de 2017

Regreso


Volvíamos a casa en tren después del largo fin de semana. Ibas desgranando las imágenes de los momentos más felices, momentos que dentro de algunos años ya no tendrán importancia, o que odiarás por lo que ahora representan. 
Me abrazabas cada poco. Y si nadie miraba, acercabas tus labios a los míos un instante, como si fuéramos todavía adolescentes. 
Vestías de gris y habías estrenado tus zapatos nuevos. Hiciste un mohín cuando tu hermana dijo: Son muy clásicos, negros. Tú dijiste: No son negros, míralos bien. Y eso hizo, hasta que se convenció de que eran de color ciruela. O guinda, no sé bien. No distingo los colores. Has procurado enseñarme estos últimos meses, como a uno de tus niños del parvulario. Al principio no creíste lo que te dije: Soy daltónico. 
El caso es que tú proyectabas las imágenes en la ventanilla: la recogida de setas, los paseos hasta el Mirador de la Montaña, la carne sonrosada de las truchas del vivero. Llegó un momento en el que dejé de oír tu voz y me puse a pensar en cuánto faltaba para que todo terminara, como si yo fuera ingeniero y buscara grietas en un muro de contención. 

Julián Rodríguez
Antecedentes
Ed, Mondadori, 2010

Fot. Rachel Minshull
Still standing