Si tuviera que definirme a mí misma por una virtud, no sabría cuál escoger. Ninguna de mis virtudes, muchas o pocas, podrá competir jamás en intensidad con mi defecto, mi pecado principal, al que no dudaría ni un instante en recurrir para definirme a mí misma. Porque si yo soy es porque soy soberbia. Tan sobremanera, tan extremadamente soberbia, que a esa debilidad le debo gran parte de mi fortaleza. La soberbia está en el origen de mi ambición y de mi tenacidad, la soberbia me libera de pasiones tan literarias como la vanidad o la envidia -que sólo pueden experimentarse cuando se considera que los demás están a la altura de uno mismo…
Almudena Grandes
Las edades de Lulú
Ed. Tusquets, 2010
Fot. Svetlana Melik-Nubarova