martes, 12 de enero de 2016

Try it again

Parece que este año ha decidido darle un poco de tregua al frío. Y recuerdo como hace dos años, en una noche como la de hoy, deseaba helarme en el invierno mientras fumaba cigarrillos sin parar entre las calles de la ciudad. Y así, sin causa aparente, me encendía y desaparecía en llamas.

Estaba tan acostumbrada a vivir en el desastre, que ya no concebía otra cosa. Y el hecho de perpetuarlo me hacia cobarde y cómplice, porque siempre es más fácil persistir en la ruina.

Y de repente, este diciembre, ella me da de la mano y me enseña que el mundo puede ser distinto. Que existen otras verdades y otros caminos, que se puede des-aprender toda la toxicidad ingerida. Y casi sin darme cuenta, dentro de mí se encienden bombillas nuevas que hacen girar todo un mecanismo de engranajes y me abren los ojos.

Como un árbol de navidad de interior, van apareciendo luces nuevas a cada paso. Me dice, me descubre, que hay otra forma de vivir todo esto. Y, por si fuera poco, resulta ser extraordinaria.

Reconstruyendo