(…) se considera un melancólico al que la soledad le parece el único estado humano apropiado: la soledad en la gran metrópoli o la ocupación del paseador ocioso, libre para soñar despierto. Se considera un melancólico, pues vino al mundo bajo el signo de Saturno, que es la estrella de revolución más lenta, el planeta de los desvíos y las dilaciones. Y bajo ese signo se pierde, como buen paseante ocioso, en el laberinto de odradeks donde lentamente se rompe el hielo del Moldava.