viernes, 16 de octubre de 2015

Sociópatas unidos jamás serán vencidos



Recuerdo a todos y a
cada uno de mis vecinos.
No sé sus nombres
pero sé como pisan.
Sé que tienen miedo,
sé que son unos cabrones
que llevan una vida
miserable, y
que no salen de casa.
Que tienen un trabajo
embrutecedor, y mienten
cuando dicen que
les encanta.
Mis vecinos son
una condena permanente.
Sé que cuchichean a
mis espaldas tratando de
averiguar cómo vivo.
Sé que me vigilan
cuando salgo del portal,
que fisgan por la
mirilla para saber
si vengo acompañada.
Que pegan el oído
a la pared del salón
y me oyen cuando
hablo sola.
¿Cuántas veces habré
mandado a la mierda
a mis vecinos?
Sé que sus vidas
se han acabado
-por completo-
y yo
no voy a hacer nada
para cambiarlas.
-
Roxana Popelka, Mis vecinos.



La mirada ocre agonizando cuando cae una tarde desafortunada
y el sonido de las hojas trituradas por botas embarradas
agoniza en algún inhóspito lugar del desierto de árboles
que sirve de refugio a una bestia humana con ojos azules.
Hay ramas manchadas de sangre seca y cortezas de árbol violadas
por orines rancios de decenas de víctimas enfrentadas al miedo…
… a una afilada hoja de cuchillo de carnicero que roza el cuello
y juguetea con el sabor de la muerte próxima
que resbala entre unos dedos enormes, siniestros, torpemente diseñados…Movimiento violento para que cuchillo arrancavidas reviente en una explosión triunfal contra la frágil muralla de un corazón pletórico de sangre, que estalla hacia dentro como explosión nuclear creando un crepúsculo artificial que sólo disfruta
el atormentado cerebro de una mente enferma,
que obliga a su cuerpo a pasear penosamente por un bosque extraño,
muerto…por un bosque próximo a su casa,
a la de sus padres, a la de su niñez…,
ellos han muerto; padre tardó algo más: era una mala bestia,
pero el alambre de espino trenzado alrededor de la garganta
obra milagros en el pescuezo más resistente…
(crack, crack, crak) y, de nuevo, el sonido de las ramas y las hojas al ser pisadas… …y el sonido de las risas inocentes acercándose
a través de la espesura maliciosa del bosque asesino.

 José Manuel Vara, La espesura maliciosa del bosque asesino.


Joan Manuel Serrat