viernes, 9 de octubre de 2020

Misceláneo


Entrada a uno de los refugios en Fortitude Ranch, en las estribaciones de las montañas Shenandoah, que se comercializan para aquellos que quieran protegerse ante la eventualidad de un cataclismo natural o manufacturado.

Un "si no lo digo, reviento".

Una vez más, el detonante es el tema del coronavirus, pero después me iré por las ramas con el Rey, Trump, Puigdemont, el Emérito, China, la industria farmacéutica, la OMS y no sé si se me ocurrirá alguna cosa más.

Algunas reflexiones al respecto:
-El coronavirus es un tema que ocupa diariamente una buena parte de los informativos de masas: noticiarios de televisión y tertulias radiofónicas o televisivas, que es el lugar (exclusivo) donde la mayoría de la población de este país (España) obtiene la información que maneja a nivel social y con la que toma las decisiones que tenga que tomar.
Se ha convertido en una sección más de la escaleta de los informativos.

-El sesgo unánime en esos informativos es el del pánico a la enfermedad y la propagación de un miedo difuso a algo que no controlamos, que desconocemos cómo funciona y que mata. Hay que protegerse, es la consigna. Pero si se hurga un poco en los datos sí se podrían tener pistas de cómo funciona y con ello tranquilizar a una buena parte de la sociedad, concretamente a los menores de 75 años sin patologías importantes. Resulta que esta parte de la población es la que trabaja y mantiene al resto. Todas las vidas merecen respeto y protección y blablabla, pero la realidad es que este virus se ceba en mayores de 75 años y con patologías previas. Según datos publicados el 10 de Septiembre de este año (los últimos que he podido localizar) la edad media de los fallecidos por coronavirus (aquí se comete el error de decir "por" coronavirus en lugar de "con" coronavirus, pero bueno, los damos por buenos) es de 86 años. Repito: 86 años. Es una edad en la que el ser humano, que es animal de costumbres, tiende a morirse. Y todas las luces de alarma se encienden con el siguiente dato: la mayor tasa de contagios se produce en la franja de edad de 20 a 39 años. Y ahí se acaba la alarma, porque lo siguiente que debería decirse y todo el mundo se calla es que a esos (los de 20 a 39) no les pasa nada. O muy poco. Dan positivo si se les mete el bastoncito por la nariz. 

-Para llegar a esa anhelada protección se utiliza la nada sofisticada técnica del cerrarse en casa. Los problemas empiezan cuando resulta que la utilización de tan rudimentaria técnica viene impuesta por la autoridad competente, no por la voluntad libre e individual del sujeto encerrado. Lo que a mí me desconcierta es la unanimidad (va abriéndose alguna grieta) que tal medida suscita en la comunidad científica. Y la derivada de esta medida son unos efectos económicos devastadores, sobre todo para las clases sociales menos favorecidas. Los billonarios han aumentado sus fortunas alrededor de un 24% desde que ha estallado el tema, según la revista Forbes que es el Hola de los millonarios de verdad.

-El resultado de todo ello es que vivimos en una sociedad atemorizada que ve en las medidas restrictivas de la libertad la única solución a ese problema. Y cuanto más contundente sea la medida, mejor.

-De ligar una cosa con otra (la protección frente a ese peligro difuso y la restricción de la libertad individual) ya se encargan los poderes del estado. El gobierno progresista concretamente, en nuestro caso. 

-Se da la paradoja que la ultraderecha americana, con Trump al frente, es una especie de oasis libertario frente al estatalismo de la progresía española o de la culta Europa en general. El lema del ultraderechista americano es "yo en mi casa hago lo que me da la gana y el estado que no se meta". La verdad es que frente al micronormativismo de estos lares, me caen bien los fachas americanos. Que le digan a un tejano que en su casa no se pueden reunir más de 6 personas.

-Se habla de Trump como de un fascista, pero si recordamos cómo resumió Mussolini su credo, “todo dentro del estado, nada fuera del estado, nada contra el estado”, difícilmente cabe identificarlo con el ideario de Trump. Es un ultranacionalista, eso sí. Y se enorgullece de ello. No lo niega. Me hace gracia cuando los de VOX hablan de que todos los males los tiene el nacionalismo catalán. ¿Y ellos qué son? Nacionalista españoles. Ultranacionalistas, mejor dicho. Como ultranacionalista es el separatismo catalán o vasco.

-Trump es un mal gobernante, pero no por exceso de gobierno sino por defecto. Su mandato ha sido un caos, dimisiones constantes en sus equipos, peleas con todos los estamentos y poderes fácticos del estado: con la justicia, con el FBI, con las élites de Congreso y Senado, con los militares... Es un perfecto egoísta ácrata. O si se quiere un narcisista patológico. ¿Y qué ácrata no es un narcisista?. En Corea del Norte o Rusia, por citar un par de ejemplos de democracias avanzadas, no cabe ese desgobierno, sería el fin del sistema.

-El Rey. Debería seguir el consejo de su padre dado a Chávez y decirse cada mañana al levantarse ¿Por qué no te callas? y ser el florero de Limoges o la porcelana de Lladró en todos los actos a los que debe acudir y por lo que la sociedad española le sostiene, generosamente, creo. En eso hace mejor papel Letizia que él. Ella luce sus modelos, exhibe su vigoréxica figura y sonríe. No se le pide nada más y nada más debe darnos. A él se le escapan muecas de disgusto y fastidio cuando un paracaidista se estampa contra una farola en un desfile organizado en su honor. O mira mal a Torra cuando lo tiene enfrente en una cena. O aparece por televisión para dar un mensaje a todos los españoles diciendo que hay dos tipos de catalanes: los buenos y los malos. Son cosas que no se debería permitir y que no le deberíamos permitir. Es humano y tiene opinión, claro está, pero se la tiene que guardar. Va con el cargo. A la reina de Inglaterra, después de mucho insistirle en la pregunta acerca del referéndum de independencia de Escocia, lo más que llegó a decir fue "a mí me gustaría que se quedaran". Dando por supuesto que asumiría cualquier resultado.

-Torra, Puigdemont y seguidores: ya lo he dicho antes, son unos ultranacionalistas, como los de VOX, pero bajo otra bandera. El paralelismo más cercano que se me ocurre es el del choque entre hooligans del Barça y del Madrid. Son igual de fanáticos, pero de diferente equipo. Todos estos grupos tienen en común la búsqueda se su cohesión por diferencia a lo que sea "el otro". Ellos son los buenos y los otros los malos. Este esquema vale para Trump, Puigdemont, Torra, Abascal y compañía.

-Monarquía (parlamentaria) o República. Pues me da lo mismo siempre que quien esté al frente desempeñe su papel de acuerdo a las leyes que haya votado la sociedad. Aquí resulta que tenemos una Monarquía. Por mí que se quede, calladito, que está más guapo, ya lo he dicho antes. Francamente, yo prefiero un Rey como Juan Carlos (mucho mejor en su papel que Felipe, desde mi punto de vista) putero y juerguista, que un Presidente de la República como Aznar.

-El Emérito: Me da pena. Al fin y al cabo hizo lo que todo buen padre de familia: velar por los suyos y que no les faltara nada. Dudo mucho que presionara a nadie para que le hiciera donativos, ya se los hacían motu proprio con tal de aparecer a su lado en la foto. Rentabilizó de manera magistral su prestigio porque poder de decisión no tenía, pero prestigio le sobraba. Otra cosa es si era fundado en algo sólido o solo era humo. Por lo visto había más humo que solidez. El prestigio se ha fundido tan rápido como se formó. Quien conoce la historia de primera mano, Manuel Prado y Colón de Carvajal, explicó en su momento el origen de la fortuna de Juan Carlos: 1 dólar por barril de petróleo importado. Teniendo en cuenta que España importaba sobre 250 millones de barriles al año en los años 70 y algo más de 450 millones de barriles al año esta última década, no está mal el sueldo, pero es una manera democrática de sangrar a la sociedad, no se cebaba en una clase o grupo social en concreto, aquí todos contribuíamos, grandes consumidores, multinacionales y pequeño consumidor, todo el mundo pagaba el peaje. Lo que no debía ver con buenos ojos es cuando empezó a florecer la industria de energías alternativas, pero bueno, para ese entonces ya tenía el trabajo hecho. 

-Cierro con una vuelta al origen: la pandemia, pero observado bajo el prisma de operación de marketing digna de estudio. Tuvo su origen conocido en una provincia china, causando unos centenares ¿miles? de muertos. China aplicó una medida inimaginable por aquel entonces en occidente: el confinamiento forzoso. Segunda parte: el virus es altamente contagioso y empezó a viajar por todo el mundo antes de que se empezaran a aplicar esas medidas. El primer foco importante fuera de China fue en Italia, en una zona donde hay una importante colonia china que había recibido a residentes chinos o se habían desplazado a ese país con ocasión de las celebraciones del nuevo año chino. El siguiente eslabón es la celebración de unas competiciones deportivas en Turín, ya infectado, aunque por aquel entonces se desconocía la magnitud, a la que concurren aficionados y deportistas españoles. España es la siguiente etapa. Y España, país hospitalario y turístico por excelencia se encarga de propagar silenciosamente la enfermedad a través de visitantes que vienen, se infectan (hay que recordar el importante porcentaje de positivos asintomáticos) y vuelven a su país con el regalito incorporado. Y bueno, la cosa ya no tiene control posible. Y, una vez descontrolado, se aplica una medida que fue eficaz en un momento en que aún era controlable, el confinamiento. A la toma de esa medida contribuye un estudio del prestigioso Royal College que anunciaba poco menos que el fin del mundo y que se ha revelado completamente erróneo. O sea, el prestigio a nivel del de Juan Carlos. Si un gobernante teme algo es comerse marrones y más ahora que se gobierna a toque de estudio demoscópico. Así que todos los gobernantes se pusieron el mono de trabajo y a grandes males, grandes remedios. Nada de medias tintas no sea que la gente piense que son unos blandos y que van a remolque de los acontecimientos: cerrojazo. Boris intentó en un principio no seguir esa corriente, pero se le echó todo el mundo encima así que se unió al grupo de los cerrajeros, e incluso cogió la enfermedad para que no quedara ninguna duda. Los suecos se desmarcaron y siguieron un camino distinto que después se ha comprobado exitoso, pero bueno, el daño ya estaba hecho: millones de parados, millones de personas que pasaron a depender de subsidios, empresas a la quiebra, autónomos arruinados, etc. 
Beneficiados de todo este desastre: China ahora está produciendo a destajo otra vez. Y las farmacéuticas. No hay que olvidar que el negocio farmacéutico y sanitario es el que mueve más dinero en el mundo, más que el de la energía o el de armamento, por el alto valor añadido de sus productos. Se invierte mucho en investigación, pero no por amor al arte, a la ciencia o al ser humano, se investiga para sacar un producto que tendrá un precio y reportará beneficios. Nótese que los esfuerzos de la industria farmacéutica van dirigidos a cronificar las enfermedades, no a curarlas o resolverlas, de esta manera crean mercados cautivos. Para qué solucionar un problema si tomando una pastilla cada día es como si no lo tuviéramos. 

Y un último apunte dedicado a la banda de inútiles de la OMS. Primero destacar los tradicionales vínculos que mantiene esa organización con China. Aparte de ser el país exportador número uno de enfermedades víricas nuevas, asunto de capital interés para la Organización, la Director General anterior al actual era una china (versión Hong Kong) responsable del fiasco de la gripe aviar. No sé cuántos millones de dosis de la vacuna están almacenadas en perdidos almacenes estatales de todo el mundo para una enfermedad que de la misma manera que vino (oh... de China) se fue. Pero el negocio para la industria farmacéutica salió redondo, todos los países compraron millones y millones de dosis de la vacuna. Con lo actual vamos por el mismo camino. Bueno, la OMS fue la que alertó de la peligrosidad de la actual pandemia, estimando una mortalidad del 3.4 % y no sé cuantas cosas más que hacían del todo pertinente medidas tan drásticas como el confinamiento obligatorio y todo lo demás, con contradicciones incluidas, ahora máscara si, ahora no, ahora con guantes, ahora sin guantes etc.
Bueno, en la última rueda de prensa de los mandamases dieron los últimos datos, siempre en tono apocalíptico: estimaban que se había infectado ya el 10% de la población mundial, poniendo de relieve que el 90% era vulnerable a contraer la enfermedad. Bien. quedémonos con este dato: el 10% de la población mundial ha sido infectada. La población mundial es de unos 7.800 millones de personas, un 10% son 780 millones de infectados. ¿Cuántos muertos? 1.061.539 (de momento, pero a efectos de proporción con los infectados da igual y la muestra es suficientemente significativa). Eso da una tasa de mortalidad del 0.14%, 24 veces menos que la estimación inicial del 3.4% dada en Marzo. Pero eso se les escapa, lo importante es transmitir que hay 7.000 millones, nada menos, de potenciales receptores de una vacuna. Ahí está el negocio. Eli Lilly ya ha anunciado el desarrollo de una vacuna para covid-19, todavía en fase de estudios clínicos, "barata" y pensada para países pobres. Hay que tener....  

Y respecto al origen de todo, la viróloga Li-Meng Yan, china y disidente, por supuesto, y especializada en el estudio del virus covid-19, ha publicado un estudio detallado (33 páginas) que pueden ser de interés para quién quiera saber más sobre el tema. La tesis es que es un virus creado por humanos, no de generación espontánea y lo argumenta científicamente.

Y bueno... ya me he cansado de escribir. Y suponiendo que haya alguien que haya leído hasta aquí supongo que también estará fatigado, así que... que tengamos un buen día y que la fuerza y la salud nos acompañe.