lunes, 8 de abril de 2019

Dioses


Dioses

Cayeron. O más bien se posaron. Se despojaron de sus alas. Seres de ambigua naturaleza que espantaban a las bestias. Tan pálidos como resplandecientes parecían durante la contienda. Duró días con sus noches; la luna cambió de lugar varias veces mientras cruzaban los cielos, redondos como soles, los carros voladores. Algunos pasaban rozando en llamas la copa de los árboles. Otros se posaron. Los seres pálidos caminaban sobre dos extremidades. Caminaron con frío buscando abrigo por un mundo que no les pertenecía. Buscaron refugio. Se aparearon con aquellas de entre las bestias que más se les parecían. Al animal que nació de su simiente le llamaron hombre.

Y uno de ellos dijo: «¡Seguidme!
Heredaréis la Tierra
y los mansos serán vuestro alimento».

Así podría haberse contado. Así tal vez podría haber sucedido. O tal vez no.

*

No cayó uno tan sólo. Cayeron legiones. O al menos los suficientes como para poblar el mundo con una nueva raza.

Animales desprovistos de cornamenta. Indefensos. Desgraciados.

*

¿Quiénes fueron, de entre todos los dioses, los vencidos que, junto con su simiente, ofrecieron al animal que fuimos un poco de su luz y la incierta fortuna de un juicio malogrado? ¿Quiénes fueron aquellos que, por error o maldad, nos engendraron híbridos de inmortal y de bestia, conciencia delirada sedienta de vida, animal perdido de sí y despojado de su inocencia?

*

Extraña criatura, defectuosa hasta en sus más tristes pliegues. Huérfana del dios que inventó el gran criadero. Extraña criatura que aún siente en la espalda el cosquilleo de las alas amputadas.

*

En la fachada trasera de la iglesia de Theotokos Gorgoepikoos, en el centro de Atenas, una dovela esculpida muestra la caída de un personaje alado. Cae de espaldas. En la parte superior del relieve asoma parte del ala de otro personaje y otras dos piernas, mutiladas. O así podría verse.

Pueden contarse muchas historias a partir de una imagen. En este caso es probable que la historia fuese otra. Que aquella piedra, perteneciente a una construcción anterior, se hubiese colocado del revés y el personaje no cayese, ni fuesen alas el vuelo de la túnica. Pueden verse muchas escenas a partir de una idea. Las historias del comienzo son aquellas que contamos para pensar que las cosas tienen algún sentido. El sentido es el trayecto que recorremos hacia atrás, en la cadena de causas, en busca del primer eslabón. A imagen de la razón, las historias: causas, efectos, derivaciones, derivas, pérdidas.

Por lo que aquí nos interesa, prefiero entender, contra toda evidencia, que el personaje cae de espaldas y que son alas los pliegues de la túnica.

*

No cayó uno solo. Cayeron legiones.

Y modelaron un muñeco de arcilla –‍o era de carne, no lo sé– y apuntalaron sus miembros con los clavos del deseo. El ansia. La codicia. Las formas que el Hambre tiene de mantener la vida.

No importa que los clavos fuesen de hierro, de fuego o de palabra: el gesto es el mismo.

*

Huyeron. Ante el gran despropósito, huyeron los dioses llevándose consigo al niño que, jugando a ser como ellos, dejó escapar de entre sus dedos el universo.


Chantal Maillard
La compasión difícil 
Ed. Galaxia Gutemberg, 2019

Fot. Marcel Pommer