miércoles, 14 de marzo de 2018

Reserva


Tenía unas ganas terribles de decirle, como la más trivial de las mujeres: ¡no me abandones, no dejes que me vaya, dómame, esclavízame, sé fuerte! Pero eran palabras que no podía y no sabía pronunciar.
Después de abrazarlo lo único que dijo fue “estoy tan contenta de estar contigo”. Era todo lo que podía decir una persona de un carácter tan reservado como el de ella.

Milan Kundera
La insoportable levedad del ser
Ed. Tusquets, 1993
Trad. Fernando Valenzuela

Fot. Alex Covo