domingo, 7 de enero de 2018

Pórtate bien


Tengo una hija que, cuando se despide de mí, siempre me dice: "Pórtate bien... bueno... lo justo"

Esto me ha llevado a reflexionar sobre las virtudes e, inevitablemente, algunos pecados.
Es un mundo fascinante del que, sin voluntad de ser exhaustivo, os voy a dar alguna muestra.
El tema vicios, inclinaciones, tentaciones y parafilias merece capítulo aparte, de manera que ni se mencionarán.

Catálogo y clasificación de virtudes. Y algunos pecados.

Las más populares (virtudes) son las que se oponen a los llamados siete pecados capitales. 

La humildad, que se opone a la soberbia.
La generosidad, que se opone a la avaricia.
La castidad, que se opone a la lujuria.
La mansedumbre, que se opone a la ira.
La templanza, que se opone a la gula.
El amor fraterno, que se opone a la envidia.
Y la diligencia, que se opone a la pereza.

Hay más virtudes. Y pecados.

Así, por ejemplo, las llamadas Virtudes Teologales:
La fe, la esperanza y la caridad.

También las llamadas Virtudes Cardinales:
Templanza, prudencia, justicia y fortaleza.

También encontramos los Dones (subcategoría dentro de las Virtudes). Así, por ejemplo, los siete del Espíritu Santo:
Sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor a Dios.

El Espíritu Santo es un personaje fascinante. De él manan, por ejemplo, doce Frutos (que son una especie de Dones, que a su vez son una especie de Virtudes):
La caridad, la alegría, la paz, la paciencia, la benignidad, la bondad, la mansedumbre, la humildad, la fidelidad, la modestia, la continencia y la castidad.

Si queremos ser buenos de verdad, tendremos que obrar con Misericordia (este ya es terreno del know how).
Las Obras de Misericordia pueden ser Corporales o Espirituales.

Las Obras Corporales de Misericordia son -¿cómo no?-, siete:
Dar de comer al hambriento, dar de beber al sediento (inciso: es importante no dar de comer al sediento y de beber al hambriento, está contraindicado), vestir al desnudo (a veces y según el contexto, desnudar al vestido), dar posada al peregrino, visitar a los enfermos, redimir al cautivo (a veces encerrar al libre) y enterrar a los muertos.

Las Obras Espirituales de Misericordia también son siete:
Corregir al que yerra, enseñar al que no sabe, dar buen consejo al que lo necesita, consolar al triste, sufrir con paciencia los defectos del prójimo, perdonar las injurias y rogar a Dios por los vivos y los muertos.

Finalmente, hay que tener en cuenta que no solo somos responsables de nuestros pecados, sino que también podemos ser responsables de los pecados de los demás cuando los hayamos causado, compartido o intencionado. ¿Cómo? Pues... por consejo, por mandato, por provocación, por consentimiento, por alabanza, por ocultación, por complicidad, por silencio o por defensa de la maldad hecha. 

En fin... que portarse bien no es tan sencillo.