viernes, 25 de agosto de 2017

Estrategia de babosas


Estrategia de babosas

Una de estas noches que se pasan en blanco
sin erratas, sin dormir,
ven, tigre, a devorar hipopótamos y gacelas
sobre mi mano adormilada,
herida por mil picas por mil hielos.

Ayer en una fiesta
tuve la visión del tempo de las actrices porno,
los productores de televisión y las cantantes mundanas
de cabaret:

oíamos el último disco del trovador iluminado
y una mujer orinaba
—la saya rosa dejando ver el pubis sin rasurar
estremecido—
en un cuadro contra la pared.

En nuestra única noche
quiero reunir 
todas las sensaciones probables:
pitos de trenes
tremando
perdidos sobre rieles,
oros del horizonte disueltos en la arena
de playas privadas vacías,
el sabor de las aceitunas negras en vinagre,
chocolates con semillas,
helados de menta,
vinos y yogures de fruta,
hongo
de quesos azules holandeses,
vello púbico
de una princesa sefardí.

Cuando caiga la noche no me dejes dormir;
he preparado un mus,
un striptease y un baile de disfraces;
he llenado la alacena
y he secado la leña,
puse geranios junto a la ventana,
cortinitas suaves
y margarina entre mis nalgas
como en aquellas
tostadas francesas
que te comías en París;

hay agua fría en la nevera
y agua caliente en la ducha,
si no lo hacemos
por lo menos no dirás
nadie
me atendió en esta casa.

La naturaleza es sabia:
hay serpientes que se pasan por muertas,
hay palomas ratas ranas
que despiden un hedor de cadáver
cuando las asfixia el miedo,
el pez vampiro se protege virándose al revés
con una capa de espinas de goma,
alardes celebración y mímesis.

Gira conmigo hasta que ya no sienta el suelo,
fornica conmigo hasta que deje de temer.

Las babosas de mar
convierten el agua en una gelatina viscosa,
una baba que se queda entre las manos
mientras escapan mararriba hechas un nudo.

Voy a ponerme bocabajo,
tengo miedo del tedio,
voy a ponerme bocarriba y de costado,
hazme la quinta posición
cuando se ponga la luna,
no me dejes dormirme,
no me dejes caer,
no dejes,

no.

Ed. Polibea, 2016