jueves, 13 de julio de 2017

La criatura de la isla


La criatura de la isla paréceme, 
no sé por qué, 
una criatura distinta. 
Más leve, más sutil,
más sensitiva.

Si es flor,
 no la sujeta la raíz; 
si es pájaro, 
su cuerpo deja un hueco en el viento;
 si es niño, 
juega
a veces con un petrel, 
con una nube...

La criatura de la isla 
trasciende siempre
 al mar que la rodea 
y al que no la rodea.

Va al mar, 
viene del mar 
y mares pequeñitos
se amansan en su pecho, 
duermen a su calor
como palomas.

Los ríos de la isla 
son más ligeros que los otros ríos.
Las piedras de la isla 
parece que van a salir
volando...

Ella es toda de aire 
y de agua fina. 
Un recuerdo de sal,
de horizontes perdidos, 
la traspasa en cada ola,
 y una espuma 
de barco naufragado 
le ciñe la cintura,
le estremece 
la yema de las alas...

Tierra firme 
llamaban los antiguos 
a todo lo que no fuera isla. 
La isla es, pues, 
lo menos firme,
lo menos tierra 
de la Tierra.