Que los Evangelios son obra de unos individuos de lo más siniestros es algo que se desvela desde el mismo título. En efecto, el que se califique de “buena nueva” el anuncio de que el fin de los tiempos está próximo; que muchos serán los llamados, pero muy pocos los elegidos, y que para esos muchos será el fuego eterno, el llanto y el crujir de dientes, que se tenga todo esto por una grata noticia, digo, es algo que sobrepasa todos los límites del resentimiento.
Francisco Giménez Gracia
El espejo de la diosa
Ed. Biblioteca Nueva, 2005