lunes, 3 de julio de 2017

El muérdago


El muérdago se enreda en mis tobillos,
helechos y agavanzas me ciñen las caderas
y un nenúfar
se deshoja en el valle dócil
de mis nalgas.
Sobre la tierra húmeda me acuesto como un ojo que se cierra
(tienen mis muslos el sabor del humus en otoño)
y me hago raíz,
vegetal crisálida
aguardando la aurora.
Sobre mis labios quietos
lentamente
desova una culebra.


Incluido en
Hainuwele y otros poemas
Ed. Tusquets, 2009 

Torse, 1932