sábado, 1 de octubre de 2016

Egoísmo

Ayn Rand

El egoísmo como virtud

Lo primero que tratamos con Janet fueron las ideas de Ayn Rand sobre las virtudes del interés propio. 

Aunque Janet nunca había leído The Fountainhead ni Atlas Shrugged, estaba de acuerdo en que ahora estaba descuidando su propio interés hasta el punto de salir perjudicada. Y aunque se enorgullecía de su naturaleza altruista, aceptaba la idea de Rand de que no puedes ayudar a los demás a menos que estés seguro de ti mismo. 
Si Janet decidía que había hecho todo lo posible por ese matrimonio pero Bob no había reaccionado y lo más probable es que no fuese a reaccionar, Rand diría que tenía la obligación de preservarse y protegerse cortando la relación. 
Cuando una inversión sentimental no reporta beneficios (y en realidad requiere contribuciones cada vez mayores) Rand defiende acabar con las pérdidas mientras aún queda algo para invertir en otra cosa.

Se suele asociar a Rand con el liberalismo y se la conoce por valorar el racionalismo y el intelecto, pero no es la única que defiende la moralidad del interés propio. 
Como dice el Dalai Lama: «Sé inteligentemente egoísta.» La tradición mahayana del budismo sostiene que todo el mundo debe alcanzar la iluminación y, cuando la consigues, debes volver atrás para ayudar a otros a lograrla.

Cuando el egoísmo nace de un inteligente interés propio, es una fuerza constructiva; cuando nace de la vanidad, del egocentrismo o el narcisismo, es destructiva.

Juro —por mi vida y el amor que siento por ella— que nunca viviré para otro hombre, ni pediré a otro hombre que viva para mí.

Ayn Rand