domingo, 28 de agosto de 2016

Prólogo

Yoshiichi Hara

En cada encuentro se reproducía, al principio, un ritual: ella le besaba la mano y, después, se abrazaban.
Dicho así puede parecer grotesco, ridículo y hasta risible.
No era eso lo que ellos, en aquel momento, sentían, antes al contrario, era un prólogo necesario en el que cada uno se asentaba en sí mismo. Todo estaba en su sitio. Todo estaba bien.