domingo, 1 de noviembre de 2015

Hambre


Llega a veces ese hambre,
como de no haber comido pan en la vida.
Acecha en el Metro con una pareja
entrelazándose las manos
a las nueve antes del mediodía,
domicilios conyugales,
viajes organizados en agencia
donde terceros, aparte del agente,
son multitud.
Y me pregunto cómo será,
lo mismo que me preguntaba con quince años,
malpensada como soy,
más trotada, más vivida, más generosa,
cómo, ¡cómo!,
es decir a alguien que le quieres
estando segura de encontrarle
mañana y al otro mes,
también al despertar. Buenos días.
Y basta con dejar caer los párpados,
para llenarse las tripas de golosinas,
y darse un baño de sándalo,
para olvidar el hambre de pan.
Porque hay un hambre atrasada
que no se olvida por desconocer.
Un hambre terrible
como de no haber comido pan en la vida 

Marta Bohemia

Jon Hopkins