lunes, 12 de octubre de 2015

Puse más ketchup

El viernes estuve cenando con S en una cadena de restaurantes a los que solía ir en mi otra vida con mi novia de la otra vida. Me puse un poco triste recordando lo bien que lo pasábamos juntas. Todo eso que perdí. Y me puse más ketchup como el que pide otra de whisky. Una yonkie intentó pegarnos en la calle porque la habíamos mirado. S se asustó. S sesea. Le dije a S que quería una novia que seseara. A todo esto, salimos corriendo.

El sábado por la noche vi a un niño sin zapatos, en una esquina de la calle, con los pies sucios, en una de esas calles llenas de turistas. 

Volví a casa y Carl estaba jugando a cartas. Me uní a él un rato. Carl levantaba los brazos cada vez que me ganaba. A mí me parecía divertido. Antes de dormir, vi su herida en el costado. Se había levantado la camiseta y estaba mirándose en el espejo.

Estuve trabajando hasta tarde en todos esos proyectos que llenan mi tiempo. Carl se quedó dormido en el sofá y, antes de irme a la cama, observé su herida de cerca. Latía algo en su interior.

He soñado que viajaba. Que iba a verte. Cuando llegaba a tu ciudad, te llamaba por teléfono. Era tu voz, salía de un teléfono rojo con rueda para marcar, como los de antes. Te ponías contenta. Me decías: "Salgo a las ocho. Espérame delante de la tienda de informática. Es mejor que no nos vea mi jefe." (Qué jefe, qué tienda) Desde el balcón, observaba los árboles. Hacía viento. Esperaba a que se hicieran las ocho para bajar a buscarte. Me he despertado antes de que eso ocurriera. 

Esta mañana, Carl ya no estaba en el sofá. Sólo quedaba la herida. He salido en bici a comprar un trozo de tarta de chocolate. Un trozo en concreto. El aire me daba en la cara y me despertaba. A la vuelta, he imaginado que te llevaba en mi bici. Nos ha adelantado un coche de la Policía.

Paola Vaggio
Fortuna