jueves, 6 de marzo de 2008

Try again

Keane
Try again

Cada vez que me separo de ti siento el sabor de tu ausencia.
No siempre es el mismo.
Ignoro a qué ley de la termodinámica obedece.
Pero.
Cuando procede de una despedida apresurada, encarecidamente fugaz, como un tropiezo desolado, invariablemente me deja perplejo.
Y
Entonces tiene sabor a una última calada y al gesto casi obsceno de humillar una colilla en un cenicero repleto y deslucido, único testigo sosegado del desconcierto que me rodea.
Sabor a tempestad insuperable encerrada entre las cuatro paredes de una habitación sin vistas.
Sabor a esperanza compartida sin consumar.
Sabor a resentimiento premioso, que satura y hastía hasta el punto de no querer volver a averiguar nada.
Sabe a recuerdo de un beso sublime que no sé si volverá a repetirse nunca.
Sabe a culpa irrefutable, a perdón imposible, a una flor marchita que jamás llegó, a olvido precipitado, a mirada de reojo.
Sabe a desamor.
Sabe a dolor.
Sabe mal.
Pero basta un gesto, un guiño, para volver a recomponer los andamios y poder volver a subir, poder volver a vivir. 
Y nos conjuramos invocando la magia.
(-me tiendes la mano-)
Y cuando eso ocurre, entonces, tiene el sabor del mar encerrado entre tus muslos, sabe a musgo y tierra mojada, sabe a esperanza y deseo, sabe a certeza sin conjetura posible. 
Y ya sólo queda contar los segundos que faltan para volver a ti.